jueves, 17 de febrero de 2022

DR. GERHARD HENRIK ARMAUER HANSEN

Armauer Hansen fue una personalidad interesante, poco estudiada por los historiadores de la medicina, pionero de la lucha antileprosa en una época en que esta enfermedad hacía estragos en Europa y en particular en su patria, Noruega. 
Una de las enfermedades que más han persistido en la memoria humana es, quizás, la lepra; desde los más remotos tiempos hemos oído hablar de ella, muchas veces despectivamente, siempre con temor. Sabemos que el leproso era una persona indeseable, que deambulaba por las calles con una campana en el cuello y vivía retirado de las ciudades. No se conoce con exactitud el origen de esta enfermedad; sin embargo, se le atribuye a regiones asiáticas o africanas. 
En la India también se conocía la lepra desde hacía muchos siglos. Por las razones que fueran, progresivamente se fue extendiendo al resto del mundo. Los egipcios padecieron la enfermedad y la trasmitieron a los hebreos. Se dice que Moisés sufrió de este mal, siendo tal vez uno de los primeros en intentar controlar su propagación al resto de su pueblo.
Durante la Edad Media la lepra continuó su difusión, al igual que otras enfermedades como la sífilis, debido principalmente a los intercambios comerciales y a las guerras que asolaban el mundo en esa época. En América su llegada se remonta a la colonización de españoles y portugueses. Además, con el arribo de los esclavos africanos se produjo su establecimiento definitivo en el Nuevo Continente.
La segregación del leproso se mantuvo por muchos años; se sabía que era una enfermedad contagiosa, lo que condujo al establecimiento de los leprocomios, instituciones especialmente construidas para el aislamiento del enfermo. 
En el siglo XVII y XVIII estos leprocomios se extendieron por toda Europa; incluso en países tan remotos como Noruega existían tres de ellos. Para el siglo XIX se adoptan otras teorías etiológicas, según las cuales el contagio se originaba en el hecho de comer carne, en factores relacionados con la herencia e, incluso, en la teoría ictiofágica. 
Para el año 1862, el Real Colegio de Medicina de Londres llegó a la conclusión de que la lepra no era contagiosa, y que se debería eliminar su segregación. Años más tarde se retoma esta necesidad, la cual sería confirmada posteriormente por Hansen.
Una de las figuras más resaltantes en el estudio de la lepra fue, sin lugar a dudas, Gerhard Henrik Armauer Hansen. Nace el 29 de julio de 1841, en Noruega, en la ciudad de Bergen; fue el octavo de quince hermanos. Su madre fue Elizabeth Concordia Schram, miembro de una familia de maestros ebanistas establecida en Bergen por muchos años. Su padre fue Claus Hansen, comerciante y mercader.
En 1859, Hansen comienza sus estudios de Medicina en la Universidad de Christiania (actualmente Oslo). Debido a la precaria situación económica de su familia, tuvo la necesidad de trabajar mientras realizaba sus estudios; fue profesor de una escuela para niñas y posteriormente pasó un año como suplente en anatomía. En su autobiografía narra que este período fue muy duro, lo que le producía gran fatiga física y mental. Por esta razón organizó su trabajo personal a tempranas horas de la mañana. 
Se graduó con honores en 1866. Inmediatamente continuó su internado en el Hospital Nacional de Christiania, y toma el cargo de médico de una compañía pesquera en una isla del norte de Noruega.
En 1868 regresa a Bergen. Para ese entonces, la lepra era en Noruega un grave problema de salud pública, por lo que existían varios hospitales para la atención de los pacientes. Entra como médico asistente al cuidado de los pacientes en el leprocomio Lungegaardshospitalet, bajo la dirección del Dr. Daniel C. Danielssen, quien fue un médico, destacado en la atención del leproso; conocía perfectamente los aspectos clínicos y patológicos de esta enfermedad.
En 1847 publica una extensa descripción de la lepra. Fue uno de los precursores de la teoría hereditaria de la lepra, y estableció en Bergen lo que posteriormente se convertiría en los Centros de Investigación contra la Lepra.
En este leprocomio Hansen y Danielssen trabajaron juntos, tratando de disminuir el sufrimiento de los pacientes con lepra. Visitaban lugares alejados en busca de los enfermos aislados, tratando de prestarles ayuda y conociendo las manifestaciones clínicas de la enfermedad.
Poco a poco, Hansen llega a la conclusión de que la lepra era una enfermedad que debería tener una sola causa; creó las bases epidemiológicas para su estudio, y estaba convencido que esa única causa estaba constituida por la acción de una bacteria, y que se contagiaba de una persona a otra. Por supuesto, en aquella época esta nueva teoría no fue bien acogida, sobre todo cuando se seguía especulando que el contagio era debido a la contaminación por carne, y que era producto de la herencia. A Hansen no le quedaba otro camino que descubrir el microorganismo causante de la enfermedad.
En una de sus primeras conferencias, Hansen expone sus puntos de vista sobre la teoría de transmisión bacteriana. De igual forma demuestra que con un cerco epidemiológico se podía disminuir los casos de pacientes infectados.
Hansen necesitaba profundizar sus conocimientos en histopatología, y en 1870 viaja a Bonn y luego a Viena, gracias a una beca que le fue otorgada. De regreso a Noruega continúa su intento de demostrar microscópicamente el agente causal de la enfermedad. Trabaja con biopsias recuperadas personalmente de varios pacientes, las que coloreaba parcialmente. Un año más tarde, nuevamente en Bergen, logra observar la bacteria causante de la lepra.
Es indudable la perseverancia de este hombre; en su autobiografía escribía sobre el tiempo que pasaba observando sus preparaciones microscópicas, y debió ser indescriptible la emoción que sintió en el momento en que por vez primera vio el terrible microorganismo. En el año 1873, Hansen tenía 32 años.
Su reporte, de más de 88 páginas, demuestra fehacientemente que Mycobacterium leprae es el agente causal de la lepra y que se trata de un bacilo, el cual reiteradamente observó en nódulos de los enfermos. Este reporte causó la burla de muchos de los científicos de la época. Sin embargo, no decayó; por el contrario, continuó con su intento de demostrar que su descubrimiento era correcto, y que debían tomarse medidas urgentes para tratar de erradicar este mal de su país y del mundo.
En esta época contrae matrimonio con la hija de Danielssen, Stephanie Marie, quien muere a los pocos meses de tuberculosis. En 1875, en segundas nupcias, se casa con Johanne Margrethe Tidemand, con quien tuvo un hijo, Daniel Cornelius Armauer Hansen. Los primeros años de casados fueron muy felices; sin embargo, su esposa comenzó a recriminarle sus largos períodos dedicados a sus trabajos científicos y, aunque llevaban una agradable vida social, se divorcia años más tarde de él, para casarse con un músico. A pesar de su divorcio, Hansen sigue apegado a lo que consideraba sus pasatiempos: la música y el teatro. Viajó mucho para disfrutar de las interpretaciones de diferentes artistas en toda Europa.
Durante su primer viaje a Viena, conoce a Charles Darwin. En la doctrina darvinista Hansen descubre su ideal científico, llegando incluso a publicar un libro al respecto. Se consideraba ateo y muy radical en sus conceptos, aunque sus amigos lo consideraban amable, de buen corazón y sin ambiciones personales.
En 1879 conoce a Albert Neisser, bacteriólogo alemán, quien lo visita, interesado de igual forma en conocer más sobre la lepra y sobre las experiencias por él conocidas. Hansen, con la sinceridad de un verdadero científico, muestra a Neisser todo lo que sabía acerca de la enfermedad, sus preparaciones y los bacilos causantes de la enfermedad por él descubiertos. No contento con esto, le facilitó bloques de material donde había encontrado la bacteria. 
Neisser regresó a Alemania y, al poco tiempo, esta vez utilizando mejores coloraciones y adoptando la coloración de Ziehl-Neelsen, publica el descubrimiento de la bacteria, sin mencionar la previa descripción de Hansen. Este conflicto se prolongó por mucho tiempo, y no fue sino hasta un congreso internacional sobre la lepra, en Berlín, que se le otorga a Hansen la autoría del descubrimiento de la bacteria.
Hansen continuó sus investigaciones tratando de cultivar la bacteria, sin ningún éxito, ni en medios artificiales ni en animales de experimentación. Con estas segundas observaciones tuvo la idea de inocular la bacteria en el ojo de una paciente con lepra y, aunque no hubo consecuencias de esta inoculación, como era de esperarse, la mujer lo llevó a la Corte. 
En 1880, fue encontrado culpable, teniendo que pagar una gran indemnización y siendo retirado de su cargo como médico residente del Hospital para Leprosos, en Bergen.
Aunque no pudo conseguir que le permitieran trabajar nuevamente, sus investigaciones sobre la erradicación de la lepra continuaron, y su Gobierno logró disminuir los casos de lepra en más de la mitad, en un tiempo relativamente corto.


La salud de Hansen decayó progresivamente a causa de la sífilis, enfermedad que contrajera durante sus años de estudiante. 
En 1900 sufrió sus primeros padecimientos coronarios, y años más tarde padeció graves ataques cardíacos, que le imposibilitaron por largo tiempo para continuar sus trabajos. Sin embargo, continuó sus visitas oficiales por todo el país. En una de ellas, el 12 de febrero de 1912, aprovecha para visitar a un amigo en Florø, en cuya casa muere.
La vida de Hansen está llena de altibajos; sin embargo tuvo la oportunidad de dedicarse por entero a lo que consideraba su pasión, logrando descubrir una de las bacterias más temibles, lo que le llevó a ser respetado por todo el mundo científico de su época y aún de nuestros días. Escribió mucho, no sólo trabajos científicos, sino que intentaba escribir en un lenguaje sencillo, para ser entendido por todos. Fue director del Museo de Bergen, lugar en el que se celebró su funeral. 
Perteneció a varias sociedades científicas, siendo uno de los fundadores de la Revista Noruega de Medicina, de la cual fue editor por muchos años. Recibió muchos honores. Fue miembro del Comité Internacional de la Lepra en 1897, y en 1909, en Berlín, fue aclamado como descubridor del bacilo de la lepra. Recibió la Orden de San Olav por sus contribuciones científicas. A los 60 años en 1900, se le erigió un busto que se exhibe hoy día en los jardines de la Universidad de Bergen, su ciudad natal.
Durante la época en que Hansen fue médico del Leprosario de Bergen, la enfermedad hacía estragos en Noruega. En 1857 por ejemplo existían registrados 2.233 enfermos, teniendo por lo tanto material humano suficiente para su investigaciones.
Hansen realiza el descubrimiento del bacilo en 1873, observando en preparaciones frescas tomadas de lepromas y sin coloración previa, la presencia de bastoncitos rectilíneos resistentes a la acción de la potasa. La naturaleza microbiana de estos bastoncitos fue establecida en 1879 por Neisser quien pudo colorearlos adoptando la técnica de Ziehl-Neelsen. El mismo Neisser habría de describir luego los "globi" o globías: los cúmulos de bacilos en forma de paquetes de cigarrillos, una de las características del Mycobacterium leprae según la terminología actual de la clasificación por Prevoc, y según esa clasificación el bacilo de Hansen es de la clase de los actino-micetales, orden myco bacteriales, familia myco-bactereaceas, género mycobacterium.
Los trabajos de Hansen relativos al hallazgo del bacilo fueron "Patología de la Morfea", publicado en los Archivos de Dermatología y Sifilografía de Berlín en 1871, en el que insinúa esta posibilidad; y el confirmatorio Bacilum-Leprae publicado en esa misma revista en 1880.
Durante toda su actuación como médico del leprosorio de Bergen y hasta el año 1912 en que falleció, Hansen produjo unos cuarenta trabajos y no solamente sobre la bacteriología. También describió la mano simiesca de la lepra I y II, descripción discutida por Zambaco Pachá.
También demolió la teoría de la ictiofagia con sus estudios en la región de Finmark, donde demostró que la ingestión de pescado aun en malas condiciones no producía lepra.
Su gran mérito sin embargo consiste en haber impuesto la doctrina del contagio con el hallazgo del bacilo que lleva su nombre. Muchas dificultades tuvo que vencer como todo pionero. Sarcásticamente se le llamaba "el campeón del ultra contagiosismo".
Felizmente la Conferencia de Lepra de Berlín de 1896 sancionó su teoría, ya que pudo contar con el apoyo de dos distinguidos investigadores partidarios de sus ideas, como fueron los alemanes Albert Ludwig Neisser, secretario del Congreso y Ehlers, conocido por los dermatólogos por el síndrome de Ehlers-Danlos.
La conclusión N° 2 del Congreso sancionó que la lepra es una enfermedad de etiología bacteriana y contagiosa.
La conclusión motivó la protesta de los anticontagionistas presentes, entre ellos Danielssen, Zambaco Pachá y el ilustre Virchow, presidente del Congreso, quien había dicho que la conclusión N° 2 de la contagiosidad de la lepra se había impuesto tiránicamente por mayoría de votos y que, puesto que ningún miembro de la asamblea había demostrado su tesis, el contagio se aceptaba solamente como un dogma.
Viviéndose la época de la efervescencia de la Bacteriología iniciada por Pasteur, los partidarios de la herencia acusaban a los contagionistas de "hombres de laboratorio" y "teóricos". "La dermatología está sufriendo de panmicrobismo", había exclamado Jacquet.
Lo que daba armas a los adversarios de Hansen y Neisser era la presencia de casos de lepra en los que no se encontraba el bacilo, lo cual hacía suponer al primero que la lepra benigna era causada por bacilos poco virulentos. Besnier afirmaba que esta enfermedad no siempre es contagiosa. Finalmente la voz serena del austriaco Kaposi en dicho congreso hizo notar que podía aceptarse la teoría de la contagiosidad de la lepra admitiendo que era una enfermedad poco contagiosa.
No alcanzó sin embargo a conocer el otro pilar que fue el de la inmunología, cuyos trabajos iniciados por Mitsuda en 1915 fueron definitivamente aceptados en el Congreso de Lepra de Estrasburgo y según los cuales la inyección de una suspensión de bacilos de Hansen provoca diferentes tipos de reacciones en los enfermos de lepra: los lepromino negativos en los enfermos de lepra lepromatosa o maligna como se llamaba; los lepromino positivos en los enfermos de lepra tuberculosis o benigna y las reacciones positivas o negativas en los enfermos de lepra indiferenciada.
En la actualidad, gracias al empeño de Abrahao Rotberg, de Sao Paulo, Brasil, se está estableciendo una corriente para eliminar definitivamente el nombre de lepra, tal como se ha eliminado el de "tísico" y "loco", sustituyéndola por la de "mal de Hansen" o "Hanseniasis".

* Jose Neyra Ramirez / unmsm.edu.pe
* Axel Rodolfo Santiago - Rev. Soc. Ven. Microbiol. v.23 n.1 Caracas ene. 2003

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