Francia tuvo la notable distinción de ser el primer estado del mundo en organizar un vasto sistema nacional para la enseñanza y práctica de la obstetricia, cuya nave insignia fue el Hospital de la Maternidad.
La iniciativa prosperó gracias a la voluntad política de Napoleón, el genio administrativo de Jean-Antoine Chaptal (1756-1832), médico y químico que fue su Ministro del Interior entre 1800 y 1804, y el conocimiento y la dedicación de la más famosa de las parteras o matronas francesas, Madame Lachapelle.
Marie-Louise Dugès, nacida en París el 1 de enero de 1769, era hija del médico Louis Dugès y de Marie Jonet, quien fue jefa de parteras de la maternidad del Hôtel-Dieu.
Marie-Louise fue instruida por su madre y llegó a ser una matrona experimentada ya en su adolescencia. Se casó en 1792 con un cirujano de apellido Lachapelle, con quien tuvo su única hija, pero enviudó sólo tres años después. Desde entonces dedicó todos sus esfuerzos a perfeccionar y enseñar su oficio.
Tras el fallecimiento de su madre, Mme. Lachapelle la sucedió en el Hôtel-Dieu.
Cuando surgió la iniciativa de crear un sistema nacional de enseñanza de la obstetricia, colaboró sin reservas con el Ministro Chaptal y fue la primera jefa de parteras del nuevo Hospice de la Maternité, luego llamado Maison d’Accouchemens (Casa de partos), donde fue profesor Jean-Louis Baudelocque (1746-1810).
Este último era un famoso cirujano y médico obstetra, autor de importantes tratados, a quien – a diferencia de muchos de sus contemporáneos – le agradaba educar a las mujeres.
Por su parte, Mme. Lachapelle conjugaba un número de cualidades que raramente se manifiestan en una misma persona, que la hicieron ser tan amada como respetada. Su destreza y conocimiento eran indudables. Fue una aguda observadora y su autoridad era reconocida por todos.
Escribió numerosos artículos en el Annuaire Médico-Chirugical.
Tenía una extraordinaria aptitud para enseñar. Su celo y dedicación eran inagotables. Al mismo tiempo, trataba a sus alumnas como si fueran de su familia, apoyándolas en todo sentido. Su mera presencia en una situación difícil era tranquilizante. Tenía el don de infundir aliento a cada embarazada y el discernimiento para hallar la palabra justa en el momento oportuno.
Por otra parte, fuera de su ámbito profesional era en extremo humilde y jamás exhibía su conocimiento ni experiencia en situaciones en las que no tenían aplicación práctica. Como parte de su educación, se les enseñaba a las estudiantes a redactar historias clínicas, que eran revisadas y corregidas por Mme. Lachapelle y el profesor Baudelocque.
La misma Mme Lachapelle llegó a compilar registros de cuarenta mil partos. De estos registros se comprueba su decidida defensa del parto natural. Entre los cuarenta mil partos solamente se realizaron versiones en 125, se usaron fórceps en 93, se realizó sinfisiotomía en dos, y hubo una sola cesárea.
Mme. Lachapelle destiló su experiencia en su obra magna, Pratique des accouchemens, ou Mémoires et observations choisies, sur les points les plus importants de l’art (La práctica de los partos, o Memorias y observaciones selectas sobre los puntos más importantes del arte). Lamentablemente, Mme Lachapelle falleció prematuramente a los 52 años, el 4 de octubre en 1821, y no llegó a publicar esta obra. No obstante, fue finalmente compilada y completada por su sobrino, el médico obstetra Antoine-Louis Dugés (1797-1838).
La obra se publico en tres volúmenes entre 1821 y 1825. En la portada hay una cita del famoso cirujano y obstetra François Mauriceau (1637-1709): “Los ejemplos persuaden más que los simples razonamientos y la experiencia proporciona la perfección a todas las artes”.
Nunca sabremos qué hubiera opinado Mme. Lachapelle acerca de los hallazgos de Kergaradec, pues ella falleció antes de que fuesen presentados. No obstante, su sobrino llegó a ser el principal crítico de la auscultación fetal.
* Fernando Saravi - Revista Médica Universitaria - Vol 10 Nro 2 (2014) - Universidad Nacional de Cuyo - Argentina
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