viernes, 20 de agosto de 2021

DR. PAUL DIVRY

La neuropsiquiatría belga perdió a uno de sus investigadores de élite, uno de los maestros más respetados por su formación universitaria y un hombre honesto en el más alto sentido del término.
Nació en Momignies, Bélgica, el 24 de abril de 1889 y murió el 30 de enero de 1967 (a los 77 años).
El profesor Paul Divry, desde sus primeras observaciones clínicas, se había preocupado por los trastornos de la personalidad. 
Fue esta tendencia al análisis psicopatológico lo que lo atrajo por un corto tiempo a la Clinique Bleulrienne. Pero rápidamente se conmovió, además de sus preocupaciones por la psicopatología y la educación psiquiátrica, por el estudio de la neuropatología.
Nombrado a la edad de 36 años, profesor de clínica psiquiátrica en la Universidad de Lieja, se dedicó a esta enseñanza durante 34 años de manera ejemplar. 
Su nombre seguirá vinculado a la individualización de la amiloidosis cerebral. 
Fue en 1927, en una nota muy modesta titulada "Estudio histoquímico de placas seniles", que mostró por primera vez, mediante técnicas convergentes, el centro de la placa senil constituido por un núcleo amiloide. 
La técnica que introdujo es sumamente elegante: consiste en examinar la placa con luz polarizada después de la impregnación con yodo o rojo Congo.
El mismo año, con Florkin, demostró la existencia de esta birrefringencia particular para amiloide en otros órganos como el bazo, el hígado y los riñones. Las placas seniles serían así la manifestación de una amiloidosis hialina miliar y diseminada de las regiones grises del encéfalo.
Durante 15 años, con paciencia y método ejemplares, perseguirá la importancia de la amiloidosis en la patología de la senilidad. Así es como describe la "meningopatía amiloide" y la sobrecarga amiloide de los plexos coroideos. 
Los investigadores internacionales tardaron muchos años en aceptar la opinión de Divry. Hoy se ha convertido en un clásico. La introducción del microscopio de fluorescencia y un nuevo método de impregnación confirman plenamente sus observaciones.
Paralelamente a esta obra, que está constituida por la amiloidosis cerebral de Divry, el abanico de su enseñanza es sumamente amplio. Va desde la psicopatología infantil a la psiquiatría jurídica pasando por la antropología y la patología criminal e incluso la profilaxis psicopatológica.
Este componente de investigación constituirá el grueso del trabajo de Paul Divry, más patólogo que psiquiatra. Tendrá la oportunidad de recolectar muchos cerebros de pacientes con demencia que murieron en Sainte-Agathe. 
Este hombre austero, frío, meticuloso y metódico realizará su trabajo con extraordinaria obstinación. Junto a Ludo Van Bogaert, famoso médico de Amberes, describirá un síndrome que llevará su nombre. Lo más importante es que descubrirá el papel de la amiloidosis cerebral, un descubrimiento que la mayoría de sus contemporáneos, especialmente los alemanes, no se tomaron en serio. 
Parece que P. Divry sufrió este descrédito, pero sin embargo mantuvo sus convicciones. Y aquí es donde la historia se vuelve hermosa: el microscopio electrónico, implementado mucho más tarde, permitió a los investigadores estadounidenses confirmar los hallazgos de P. Divry. Oficialmente le rindieron homenaje dedicándole un libro resumen sobre estas cuestiones. 
Unos años más tarde, un pequeño grupo de estadounidenses se presentó en 58 rue Saint-Laurent, pidiendo visitar los lugares donde P. Divry había hecho sus descubrimientos. Parecían esperar ver un laboratorio moderno y bien equipado en un edificio imponente. Su asombro fue total, puerta a la calle frente a un jardín, estrecho y oscuro, encajado por todos lados entre las paredes, incluidas las (a la derecha) del asilo de la Iglesia. 
Había una lúgubre morgue donde el preparador realizaba las autopsias y una plataforma elevada donde el profesor presentaba casos clínicos, pacientes extraídos de Sainte Agathe, de Volière o Lierneux, a quienes interrogaba hábilmente para revelar delirios o deficiencias intelectuales. 
Atravesada esta habitación, una especie de esclusa de aire se abría a una habitación larga, muy estrecha y muy alta, forrada de librerías vidriadas y cortada transversalmente por uno o dos estantes. Un enorme ventanal daba al ala del manicomio que albergaba a los tontos e idiotas que, con buen tiempo, salían al jardín por debajo de la ventana y que, en todos los tiempos, aullaban, chillaban, gemían. 
Frente a la ventana, una mesa negra con el microtomo y el microscopio en la que P. Divry había realizado todas sus investigaciones y realizado sus descubrimientos. 
La incredulidad se podía leer en los rostros de los visitantes que se aferraban a sus cámaras para mantener un registro objetivo de esta inmersión en lo improbable. Y, sin embargo, P. Divry lo hizo. También creó (con X. Francotte, en 1925) el Dispensario de Higiene Mental y, mucho más allá de su jubilación, brindó consultas para los menos afortunados. 
Y en 1928 (este es el año de la creación del Instituto Superior de Pedagogía), aportó su colaboración al proyecto, revolucionario en ese momento, para tratar a los enfermos mentales fuera del asilo, proyecto implementado en la clínica Anges de Notre-Dame, que fue uno de los primeros establecimientos en Bélgica sin coubicación. 
Tras la muerte de P. Divry, se descubrió una imponente colección de cortes histológicos fijados y etiquetados, testigos de su obstinada obra. Nadie los quiso y, para evitar su destrucción, fueron donados a L. Van Bogaert.
Todos los que lo escucharon quedaron impresionados por la delicadeza de su lenguaje, el clasicismo de su pensamiento y la grandísima delicadeza de una sensibilidad extrema. Divry tenía su misterio y, debajo de sus apariencias bastante distantes, rara vez encontramos a un hombre cuyo corazón estuviera tan abierto como el suyo al sufrimiento de los enfermos mentales.
Este mismo sentido de honestidad llevado al extremo orientó sus intervenciones en el campo de la medicina legal y uno puede imaginar, con su sensibilidad, qué agonías fueron para él ciertas pericias.
Aquellos que no han visto las condiciones materiales en las que Divry trabajó durante toda su vida no pueden imaginar que pudo haber producido una obra tan importante.
Ha vivido toda su vida alejado de los eventos sociales. La voluntaria desaparición de sus últimos años no hizo más que profundizar el dolor que sintieron por su ausencia aquellos que lo habían amado y comprendido.

* Obituaries - Anvers

No hay comentarios.:

Publicar un comentario