Gerónimo Fabricio (Girolamo Fabrizi en italiano; Hieronymus Fabricius en latín), nació el 20 de mayo de 1533 en Acquapendente, una localidad de la actual provincia de Viterbo en la región de Lazio.
Era el hijo mayor en una familia noble de Italia, cuyo escudo de armas se reproduce en la portada de la mayoría de sus obras.
Alrededor de 1550 su familia lo envió a Padua, donde estuvo bajo el cuidado de una familia veneciana patricia llamada Lippomano.
De agudo ingenio y extraordinaria memoria, Fabricio estudió griego, latín, lógica y filosofía en la Universidad de Padua. Luego se introdujo en la medicina, convirtiéndose a sus 20 años en alumno del famoso anatomista Gabriele Fallopio, quien a su vez había sido discípulo del gran Andrés Vesalio, el fundador de la anatomía moderna.
Con Fallopio, Fabricio forjó un estrecho vínculo personal y, en 1565, lo sucedería como Profesor de Anatomía y Cirugía.
Asistió a su maestro en operaciones quirúrgicas y en otros trabajos médicos, incluso en las aún impopulares disecciones anatómicas, hasta la muerte de aquél en 1562.
Después de obtener su licenciatura en medicina y filosofía en Padua alrededor de 1559, Fabricio practicó la medicina durante algún tiempo en esa ciudad, particularmente como cirujano.
Durante los años 1563 a 1565 se dedicó a dar lecciones privadas de anatomía, hasta que en abril de ese año fue nominado por la Universidad para dar conferencias sobre anatomía y cirugía, y realizar tareas adicionales en el trabajo anatómico.
Fue admitido en el Colegio de Filosofía y Medicina el 12 de mayo de 1584, momento en el que renunció a su puesto de cirugía en favor de Giulio Casseri. Sin embargo, en 1589, Fabricio fue reelegido al cargo por cuarta vez. Fue reconfirmado repetidamente en su posición académica con periódicos aumentos de sueldo, y en 1600 se le dio el título vitalicio de “Profesor Supraordinario de Anatomía”, otorgándosele adicionalmente en 1603 también el de Cirugía.
Se retiró de la enseñanza en 1613, después de haber servido en la Universidad de Padua durante casi cincuenta años.
Pero la larga carrera académica de Fabricio no estuvo exenta de conflictos.
En 1588, sus estudiantes lo acusaron públicamente de descuidar su enseñanza, una acusación que parece haber tenido cierto fundamento, pues Fabricio mismo aceptaba tener una clara inclinación por la investigación científica y anatómica por sobre la docencia académica, aunque también puede explicarse en parte por sus repetidas enfermedades.
Muchos estudiantes extranjeros asistían a Padua desde diferentes partes de Europa para aprender anatomía bajo la tutela de este famoso anatomista italiano, por lo cual esperaban de él el dictado de eximias clases de anatomía que, a su criterio, Fabricio no parecía satisfacer.
Mientras otros anatomistas dedicaban el día entero a la disección de un cadáver, Fabricius solo ocupaba algunas horas, disecando una parte del cuerpo y no su totalidad.
Por otra parte, algunas fuentes aseguran que era una persona de difícil carácter, puesto de manifiesto por su enfrentamiento con sus estudiantes alemanes.
También tuvo discusiones repetidas con colegas por diferentes motivos, en algún caso incluso por los horarios de sus clases.
En 1613 intentó impedir la designación de un consejero alemán de la Universidad porque estaba molesto con los estudiantes alemanes que asistían a las clases privadas de anatomía impartidas por el ya nombrado Giulio Casseri, quien había sido uno de sus alumnos y cuyas clases de anatomía eran muy reconocidas por su minuciosa dedicación.
Pero Fabricio estaba muy comprometido con la Universidad, actuando en muchas oportunidades en su defensa: en 1574 fue fundamental para asegurar la absolución de un estudiante acusado de homicidio; en 1591 intervino en nombre de algunos estudiantes que habían sido arrestados por portar armas; en 1606 actuó de nuevo en nombre de un estudiante arrestado; y en el invierno de 1608-1609, les confió el cuidado de un cadáver a los estudiantes extranjeros, entre los que se encontraban los ya mencionados Olaus Worm y Thomas Bartholin, para que pudieran preparar el esqueleto.
Por lo tanto, queda claro que sus relaciones con sus estudiantes mejoraron con el paso del tiempo.
Entre otras cosas, y con grandes costos personales, en 1592-1593 se preocupó por la reconstrucción del teatro anatómico, construyendo uno permanente de gran tamaño en el que realizó sus disecciones, revolucionando así la enseñanza de la anatomía.
Fue construido en 1594 según el proyecto de Paolo Sarpi y Dario Varotari, e inaugurado por él en 1595.
Aún se conserva en la actualidad dentro del Palacio del Bo, la sede histórica de la Universidad de Padua desde 1493. Este teatro constituyó el modelo para los teatros anatómicos construidos durante el siglo XVII en las principales universidades de Europa. Allí Fabricio dio conferencias y realizó muchas demostraciones anatómicas.
Entre algunas de las más memorables, en 1586 disecó el útero y la placenta de una mujer embarazada, disertó sobre la formación del feto en 1589 y dio lecciones privadas sobre embriología en 1592.
Dicho anfiteatro constituyó una innovación en el campo de la enseñanza de la anatomía, ya que desde el siglo XV los anatomistas paduanos habían realizado disecciones anatómicas solo durante los meses fríos en un teatro temporal instalado en un lugar ventilado, construido como la Arena de Verona o el Coliseo en Roma, con el cadáver colocado en el centro.
El Rector de la Universidad debía proveer cada año dos cadáveres de criminales condenados a muerte. A los estudiantes se les permitía asistir a las disecciones solo si habían estudiado anatomía durante al menos 2 años y habían pagado una cuota. Cada año dos estudiantes pobres eran admitidos sin costo. Utilizado hasta 1872, el anfiteatro es también una maravilla de la construcción, con seis galerías concéntricas y una capacidad para 300 personas de pie ubicadas no más allá de 10 metros de la mesa de disección.
Los miembros de mayor rango de la Universidad ocupaban las filas más cercanas a la mesa de disección, y los estudiantes ordinarios las últimas. Después de la lección, la mesa podía abrirse para que el cadáver cayera en el río que fluía debajo del teatro.
Era muy interesante la forma en la que los anatomistas de la época preparaban los cuerpos para tal fin. Según anotaciones de alumnos de Fabricio, “en lugar de hervir los huesos de un esqueleto en cal, éstos deben blanquearse y secarse con alumbre y sal”.
Algunos anatomistas “ponían el cadáver en un hormiguero y esperaban a que las hormigas se comieran la carne, dejando los nervios, tendones, membranas, huesos y cartílagos”.
Para aislar los vasos, Casseri afirmaba que era conveniente “cocinar los pulmones, el hígado y el bazo por algún tiempo hasta que tuvieran la consistencia correcta, y macerarlos dejándolos por varias semanas en agua para luego extraer el tejido restante (‘parénquima’) con un gancho, y así incluso las venas más pequeñas se podrían apreciar”. A pesar de lo cruento que pudiera suponerse tales actos, resulta indispensable considerar su contexto con relación a los métodos y herramientas disponibles para tal fin en el siglo XVI.
Fabricio fue un activo escritor hasta su muerte, habiendo seguido las opiniones y utilizado las palabras de Galeno en la mayoría de las temáticas de sus trabajos. Como científico, era un observador infatigable y meticuloso, que describía sus resultados con exactitud, pero su interpretación de la observación de los fenómenos a menudo estaba mezclada con la tradición.
Estaba más preocupado por encontrar principios de base filosófica que por detalles morfológicos y tendía a modificar las observaciones que no verificaban tales principios. Por lo tanto, a menudo fallaba en llevar sus propios descubrimientos hacia sus conclusiones lógicas.
Su interpretación de la naturaleza era, pues, teleológica, y sus métodos de observación derivados en gran parte de Galeno, significaban un sesgo adicional para la época (al explicar la función del cerebro, por ejemplo, Fabricio argumentaba, al igual que Galeno, que era el lugar donde residía el alma).
Mientras Vesalio había criticado la doctrina clásica, especialmente la de Galeno, Fabricio intentó emular en sus discusiones anatómicas el enfoque altamente sistemático y filosófico de Aristóteles.
Desde sus primeros trabajos publicados, Fabricio creó un enfoque innovador para la investigación anatómica, que describió por primera vez en la introducción de su obra "De Visione, Voce et Auditu" del año 1600.
Sugirió que se debe describir primero la disección y la anatomía de una estructura, luego su acción independiente, y finalmente su función interdependiente en el cuerpo. Esta metodología sistemática, con un claro enfoque aristotélico, revolucionó a investigación anatómica combinando discusiones de forma y función para delinear el conocimiento completo de los órganos.
Incluso el título de su obra principal sugiere discutir no solo la anatomía sino también la fisiología.
Es decir, "De Visione, Voce et Auditu" hacía referencia al estudio de la visión, la voz y el oído en lugar del ojo, la laringe y la oreja. De esta manera, además de reestructurar la investigación anatómica, Fabricio remodeló la representación de la anatomía. La mayor parte de este libro está dedicada al ojo. Fabricio fue uno de los primeros en captar la forma real y la ubicación correcta de la lente. También fue el primero en demostrar que la pupila del ojo cambia su tamaño.
Aunque su descripción del oído es sólida, no aportó ningún conocimiento nuevo sobre su estructura o el sentido de la audición.
Las circunvoluciones cerebrales fueron desconocidas hasta el siglo XVII. No se identificó la constancia de los surcos hasta mediados de 1600. El primero de ellos fue “la cisura de Sylvius”, llamada así por la persona considerada como la que la descubrió. Se afirma que la primera descripción de esta cisura lateral del cerebro fue hecha por Caspar Bartholin, quien atribuyó su descubrimiento a Franciscus Sylvius (1614–1672).
Sin embargo, esto no es cierto, ya que Caspar Bartholin murió en 1629, mientras que Sylvius comenzó a estudiar medicina en 1632. La descripción podría haberla hecho el hijo de Caspar Bartholin, Thomas, o bien el propio Sylvius.
Independientemente del autor de la descripción, la verdad es que fue identificada por primera vez por Fabricio en 1600, 40 años antes de la descripción de Sylvius. En una de las 300 placas coloreadas (Tabulae Pictae) de Fabricio, la cisura lateral está perfectamente representada, al igual que las circunvoluciones temporales.
Publicó dos importantes trabajos en embriología: "De formato foetu", que fue publicado en 1600 y "De Formatione ovi et pulli", publicado en forma póstuma en 1621. Ambos contenían impresionantes ilustraciones que muestran el útero grávido y estudios comparativos que resumen sus investigaciones sobre el desarrollo fetal de muchos animales, entre ellos de los perros, gatos, ratones, conejos, cabras, cobayos, ovejas, vacas, caballos, cerdos, aves, serpientes y tiburones, incluyendo obviamente los fetos humanos.
El primer libro contiene la primera descripción detallada de la placenta y los cambios en los vasos fetales después del nacimiento, como el cierre del conducto arterioso, abriendo y fundando así el campo de la embriología comparativa. De hecho, aunque sus trabajos en anatomía reflejan algunos conceptos erróneos de la época, se considera que Fabricio fue el primero en estudiar e ilustrar la decidua del útero humano.
En "De Formatione ovi et pulli" pueden apreciarse múltiples ilustraciones del desarrollo de los huevos y embriones de diferentes especies.
En su "De Locutione et veis instrumentis", de 1601, dio el primer relato completo de la laringe como órgano vocal, y en "De Brutorum Loquela", de 1603, analizó si existe el lenguaje en y entre animales, formas de entenderlo y tipos de interacción con el lenguaje humano.
Uno de los más famosos trabajos de Fabricio es "De venarum ostiolis", de 1603. El tratado, publicado en Padua, consta de veintitrés páginas, complementadas por ocho hermosas láminas. En él, informa que había observado por primera vez las válvulas semilunares de las venas en 1574, habiendo hecho la primera demostración a sus estudiantes en 1578 o 1579, aunque las válvulas de las venas habían sido estudiadas previamente por el italiano Giovanni Battista Canano (1515-1579) y por el portugués Amato Lusitano (1511-1568).
Es decir, Fabricio no fue el primero en mencionar las válvulas de las venas, pero fue el primero en demostrarlas públicamente y describirlas en detalle.
Entre sus alumnos se encontraba el anatomista inglés William Harvey, y fue esta observación de su antiguo maestro lo que le dio el concepto de la circulación de la sangre expuesta en su obra "De motu cordis", publicada en 1628. Sin embargo, el interés de Fabricio en conciliar sus observaciones con los conceptos galénicos tradicionales lo engañó y le hizo perder el significado real de las válvulas venosas. Afirmó que la sangre fluye de manera centrífuga, atraída por las vísceras, e interpretó que la función de las válvulas venosas era la ralentización de la afluencia de la sangre para proporcionar su distribución uniforme a varias partes del cuerpo.
En una ocasión, realizando la vivisección de un lince, les dijo a sus alumnos que había visto que el corazón continuó con su “golpeteo regular” (palpitans) en la mesa de disección durante dos horas después de que lo había retirado del cuerpo, por lo cual se cree que por esa razón no consideraba necesaria una asociación entre éste y el flujo sanguíneo para descifrar el funcionamiento del sistema circulatorio.
En su libro "Opera chirurgica", de 1619, describió técnicas quirúrgicas completamente nuevas para esa época. Explicó, entre otras cosas, cómo proceder en traqueotomías, paracentesis, trepanaciones y otras intervenciones quirúrgicas mayores.
Fabricio es también famoso por su descripción de una bolsa que se desarrolla como un divertículo dorsal de la región proctódica de la cloaca de las aves, en la que Bruce Glick y posteriormente Max Cooper y Robert Good, encontraron centros germinales para los linfocitos B. De esta forma, los linfocitos B se llaman así no porque derivan de la médula ósea (“bone marrow”), sino porque fueron encontrados por primera vez en la bolsa (o bursa) de Fabricio.
Como cirujano y médico, Fabricio disfrutó de un alto reconocimiento profesional y del patrocinio de muchas personas eminentes.
En 1581 atendió a un hermano del duque de Mantua; en 1591, el duque de Urbino lo consultó acerca de la cura para ciertas fiebres que estaban muy extendidas en Pesro; y en 1594 mantuvo correspondencia con Girolamo Mercuriale (1530-1606) y Gasparo Tagliacozzi (1545-1599) sobre un caso de fístula rectogenital.
Fue a Florencia en 1604 para tratar a Carlo de Medici, el hijo del gran duque de Toscana Fernando I de Médici y de Cristina de Lorena, mientras que en 1606 visitó a Galileo, quien posteriormente se convirtió en su paciente.
El 9 de octubre de 1607 visitó Venecia con el ya mencionado anatomista flamenco Adriaan van den Spiegel, y mientras estuvo allí se hizo cargo de Fray Paolo Sarpi (1552-1623), quien había sido herido unos días antes. Por estos servicios fue nombrado Caballero de San Marcos por la republica de Venecia.
La fama y el salario de Fabricio fueron creciendo conforme lo hacía su éxito, y se ganó una reputación que atrajo a estudiantes de toda Europa. Se estima que 10.000 estudiantes extranjeros estudiaron con él a lo largo de su carrera. Solamente los estudiantes mayores favorecidos por alguna condición lograban ayudar al maestro sosteniendo un candelabro sobre la mesa de disección.
Fue tal su fama que en el momento de su retiro era quizás el médico mejor pago y más respetado de Europa.
Pero a pesar de su fama, algunos autores afirman que Fabricio también trataba a los pobres sin cargo alguno.
Fabricio se casó con una mujer llamada Violante Vidal, pero no tuvieron hijos y ella murió en 1618. Sin embargo, Fabricio tuvo un hijo ilegítimo, Francesco, probablemente nacido antes de su matrimonio.
Francesco también se licenció en medicina, pero no fue motivo de placer ni orgullo para su padre. De hecho, una disputa por dinero los llevó a una confrontación legal. La persona con quien estaba más cerca era su bisnieta, Semidea, a quien adoptó cuando quedó huérfana y crió como su hija en Padua.
El 13 de mayo de 1619 Fabricio cayó enfermo y murió el 21 de mayo. Su funeral se llevó a cabo el 23 de mayo en el templo franciscano.
En 1882 el Municipio de Acquapendente encargó al escultor italiano Tito Sarrocchi (1824–1900) la realización de un monumento en su honor, quien en agosto de 1888 presentó una imponente estatua de su figura que yace erguida en la plaza principal de su ciudad natal de Acquapendente.
Representa al viejo anatomista con dos escalpelos en su mano izquierda y dos de sus libros en un pilar debajo de la mano derecha: los libros son el "De formato foetu" (1600) y el "De Venarum ostiolis" (1603).
La ciudad también conserva otros recuerdos de Fabricio, entre ellas la casa en la que nació, la cual fue restaurada, un hermoso retrato de 1856 del pintor Fabrizio Pasqualoni exhibido en la oficina del alcalde en el ayuntamiento, y un memorial de la familia de Fabricio en la Iglesia Románica de San Francisco.
Leer las obras de Fabricio o de sus contemporáneos no es solo estudiar anatomía estructural y funcional, si no que aporta una apreciación de la rica y compleja historia del descubrimiento anatómico. Los conceptos anatómicos esenciales encontrados en los primeros textos han evolucionado y, a través del trabajo disciplinado iniciado en Padua, se han transformado en el refinado conocimiento moderno de la anatomía clínica, junto con los cambios de paradigma que hicieron de ella lo que es hoy.
"Hieronymus Fabricius ab Acquapendente y el advenimiento de la anatomía moderna".
Dr. Martín Dotta - Médico de Staff. Diagnóstico Médico S.A.
Prof. Dr. Alfredo E. Buzzi - Profesor Titular de Diagnóstico por Imágenes, UBA
Alma Cultura & Medicina - Editorial Alfredo Buzzi
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