jueves, 16 de febrero de 2023

DR. GIOVANNI BATTISTA MORGAGNI

A pesar de que la anatomía se había convertido en el eje del desarrollo científico de la medicina en los siglos XVI y XVII, es realmente a partir del siglo XVI, cuando se hizo más frecuente la práctica de disección de cadáveres para la enseñanza de la anatomía en medicina y con fines legales, especialmente a raíz de las aportaciones de Andrés Vesalio que fundó una nueva anatomía descriptiva humana con su obra publicada en Basilea, en 1543, "Siete libros sobre la estructura del cuerpo humano" (De corpori humani fabrica libri septem). 
El establecimiento de formas típicas de enfermar, «especies morbosas», a partir de la observación de los enfermos, fue el programa que emprendió el inglés Thomas Sydenham (1624-1689) en el siglo XVII. 
Se habría de generalizar durante el siglo siguiente, en gran medida por el impulso del holandés Hermann Boerhaave (1668-1738) desde la Universidad de Leyden. Boerhaave lo asoció a la enseñanza junto al lecho del enfermo, método heredado de la escuela de Padua, e insistió en la importancia de la investigación necrópsica. Bajo su enorme influencia, los resultados de la cada vez más extendida y frecuente práctica de autopsias comenzaron a publicarse en una serie de libros de intención sistematizadora. 
La obra del italiano Giovanni Battista Morgagni representa la culminación de esta corriente. 
Fue este gran anatomista, con su obra "Cinco libros sobre la localización y causas de las enfermedades, por investigación anatómica" (De sedibus et Causis morborum per anatome indagatis, 1761), quien constituye el inicio de la anatomía patológica moderna, así como el punto de partida de la medicina anatomoclínica y la base científica del futuro método anatomoclínico. No sólo se le considera por ello el fundador de la anatomía patológica moderna, sino también el de una medicina basada en el diagnóstico clínico de las lesiones orgánicas, que durante la primera mitad del siglo XIX dominó desde París el desarrollo de la medicina científica moderna. 
Habían pasado cerca de dos siglos desde que un morfólogo en Padua, Vesalio, había hecho cambiar la faz de la medicina. Y entonces otra vez un morfólogo en Padua producía una obra monumental, que ampliaba la de su antecesor y daba un nuevo impulso al avance de la medicina.
El paralelismo existente entre las lesiones anatómicas y los síntomas clínicos constituyeron la base de las historias anatomomédicas de Morgagni.
La obra de Morgagni, mirada superficialmente, no es original, pues desde hacía tiempo se hacían autopsias y se describían lesiones de los órganos. En el siglo XVII, Théophile Bonet, un médico de Ginebra, en su obra Sepulchretum, había recopilado, sin mayor discriminación, todas las observaciones anátomo-patológicas que había encontrado, unas interesantes, otras sin valor alguno. 
En el siglo XVIII habían proseguido los estudios anátomo-patológicos, especialmente en Italia, por ejemplo, por parte del propio Valsalva. Pero en todos estos estudios se trataba de observaciones aisladas hechas en órganos diversos, no siempre con el debido rigor y precisión. La obra de Morgagni, en cambio, se trata de una investigación rigurosa, sistemática y detallada hecha por un hombre observador y minucioso, que se toma tiempo para hacer una exposición acabada del cuadro clínico y de las lesiones de cada caso. De ahí que en adelante, a manera de principio, el síntoma pasaría a quedar unido a la lesión morfológica. 
Giovanni Battista Morgagni, nació en Forli, en la Romaña, Italia, el 25 de febrero de 1682.
Su padre murió cuando Morgagni era muy jóven pero, su madre, con un gran sentido se dedicó a educarlo.
Desde temprano mostró un notable interés por los temas científicos y una gran inteligencia que asombraba a todos los que lo conocieron.
A los 14 años de edad escribía poesías y ensayos y discutía temas de filosofía. Fue poeta, arqueólogo, estudioso de la historia de la medicina y un apasionado por los clásicos. Publicó trabajos sobre arqueología e historia de la medicina y una biografía sobre Valsalva, su maestro. Era un latinista distinguido, de notable estilo literario. 
Una vez realizados sus estudios elementales y preparatorios, matriculó en 1698, a los 16 años, en la Facultad de Medicina de la Universidad de Bolonia, influido por las enseñanzas de dos discípulos de Malpighi, I. F. Albertini (1662-1738) y A. M. Valsalva (1666-1723). En esa época dicha universidad era considerada como una de las mejores del continente europeo.
Es precisamente en esta universidad en la que Valsalva, impartía clases de anatomía manteniendo viva la gran tradición de la investigación anatómica científica de la escuela italiana. Morgagni pronto se convirtió en el discípulo predilecto de dicho maestro.
Tras graduarse como doctor en medicina en 1701, fue asistente de Valsalva e incluso le sustituyó en la docencia universitaria durante un año.  
En 1706, entregó a la imprenta su primera obra de anatomía humana que tituló Adversaria anatomica prima, en la que siguiendo la línea de su maestro Valsalva, se ocupaba en forma preeminente de la estructura anatómica de la laringe. 
Este libro le valió el reconocimiento internacional como anatomista. 
A la edad de 25 años había sido nombrado lector y disector en el teatro anatómico de la Facultad de Medicina en Bolonia. 
En 1707, en una decisión sorprendente, dejó dicha universidad para dedicarse a la práctica particular de la medicina en su natal Forli y en Venecia. Poco tiempo duró en esta actividad ya que, en 1711, el senado véneto le ofreció la cátedra de Medicina Teórica de la Universidad de Padua; en 1715 se le otorgó el nombramiento de profesor de anatomía, cátedra que Morgagni conservó hasta su muerte.
Junto con la enseñanza había desarrollado una actividad incansable en sala de disección y en la práctica de autopsias, así como en el laboratorio, donde a la observación microscópica y al examen químico de las piezas llegó a sumar la experimentación con animales.
Las formas habituales de comunicación científica en su época eran la exposición directa y la discusión con los colegas de los hallazgos que se tenían por novedosos, y así se entiende que a pesa de su gran influencia en la medicina coetánea, Morgagni publicara su gran obra médica cuando contaba 80 años de edad. 
Antes había publicado sus libros de anatomía humana Adversaria anatómica (1706; 1717; 1719) y Epistolae anatomicae (1728; 1740). En 1761 se imprimía en Padua (Venecia) su De sedibus et causis morborum per anatomen indagatis («Sobre las localizaciones y las causas de las enfermedades, investigadas desde el punto de vista anatómico»), que sentó las bases de la anatomía patológica moderna como fundamento de la patología y la clínica.
Las lesiones anatómicas se constituyeron en el fundamento de la ciencia y la práctica médicas al comenzar el siglo XIX en el programa «anatomoclínico» de la escuela de París. 
Mientras que en la obra del Morgagni la lesión todavía está subordinada a las observaciones clínicas, para la nueva medicina que se estableció en el París postrevolucionario, el diagnóstico se habría de basar en señales objetivas de lesión («signos anatomopatológicos») y no en los síntomas del enfermo. Laín Entralgo ha calificado la obra de Morgagni de «hito decisivo» porque su empresa, fundada en la observación y la experiencia, hizo posible tanto la edificación de «una anatomía patológica pura, concebida como ciencia fundamental de la patología entera», como también la generalización de la «mentalidad anatomoclínica», dos de las grandes novedades del nacimiento, en el siglo XIX, de la medicina moderna. 
Si bien es cierto que a Morgagni se le recuerda más por ser el fundador de la anatomía patológica y de la medicina anatomoclínica, hay que señalar que también realizó importantes descubrimientos en el campo de la anatomía humana normal. 
En 1717 publicó su Adversaria anatómica altera, en la que muestra una atención especial al tejido adiposo, a la vesícula biliar y sus conductos, a la estructura del pulmón y a la musculatura del esófago y del intestino. Otro hallazgo anatómico importante realizado por este investigador fue el del cornete superior de la cavidad nasal, mismo que lleva su nombre; puso de relieve también detalles importantes de la laringe, de las glándulas y de la carúncula lagrimal; realizó asimismo una detallada descripción del oído interno, poniendo en evidencia el orificio que da paso al nervio ampular posterior. Ninguna parte del cuerpo humano escapó a sus investigaciones; describió el ligamento suspensor del pene, los orificios y los canales paraureterales, el lóbulo medio de la próstata y la fosa navicular de la uretra. En el intestino señaló la válvula iliocecal y los repliegues del intestino recto; éstos son conocidos actualmente como válvula y columna de Morgagni, respectivamente. 
En el corazón descubrió los nódulos de las válvulas sigmoideas de la arteria pulmonar. Finalmente dedicó también su atención al himen y a la mama, descubriendo en esta última las glándulas sebáceas situadas en la areola del pezón y que en su honor se denominan columnas de Morgagni. 
En 1771, después de una larga y fecunda vida, plena de gloria y reconocimientos, Giovanni Battista Morgagni falleció en Padua, Italia, el 5 de diciembre de 1771, cuando contaba 90 años. Le sobrevino entre sus estudiantes, tras seis décadas de magisterio ininterrumpido en Padua, de una ruptura cordis.
Asimismo nos ha legado la descripción detallada de numerosas lesiones como gomas cerebrales, la atrofia amarilla aguda del hígado, la tuberculosis renal o los aneurismas, siempre como hallazgos necrópsicos relacionados con el cuadro clínico que presentaron en vida los pacientes. Es también el caso de la enfermedad mitral. Llamamos «síndrome de Morgagni» a la asociación de hiperóstosis frontal, virilismo y obesidad, y a Morgagni debemos la primera descripción precisa del bloqueo cardiaco («enfermedad de Morgagni-Stokes-Adams»), que explica un caso de pérdida súbita de conciencia acompañada de convulsiones. La «Hernia de Morgagni» designa hoy a la hernia diafragmática retroesternal congénita, con expulsión de tejido abdominal en el tórax a través del pequeño espacio esterno-costal (uno a cada lado del diafragma) que da paso a los vasos epigástricos superiores y que denominamos agujero pleuroperitoneal o de Morgagni.
Fundó una sociedad denominada "Academia inquietorum", un nombre que indicaba que sus miembros no estaban satisfechos con sus conocimientos y que lo que deseaban era conseguir llegar a la ciencia por una directa observación y experimentación
Los estudios de Morgagni sobre los aneurismas y ciertas fases de la enfermedad pulmonar fueron especialmente valiosos. Pensaba que la tuberculosis era contagiosa rehusando realizar autopsias a sujetos tuberculosos y como consecuencia de sus estudios, se introdujeron leyes en el siglo XVII en Roma y en Nápoles, declarando la tuberculosis contagiosa y obligando que a la muerte del paciente, las habitaciones fueran desinfectadas y todas sus ropas incineradas. 
Las sangrías eran uno de los remedios de la época que Morgagni se resistió a utilizar y que no permitió que se realizaran sobre el mismo. Estudió el pulso y en especial las palpitaciones cardíacas en algunas afecciones cardiacas, anticipándose a su tiempo.
En lo que se refiere al cáncer, Morgagni insistió en que la cirugía era el único remedio que podía dar resultados satisfactorios. 
Su vida privada fue muy feliz, teniendo quince hijos de los cuales el tercero siguió la profesión de su padre pero murió joven. Todas las hijas de Morgagni que llegaron a la edad adulta, en total 8, se hicieron monjas. 
La reputación de Morgagni era tal, que cuando los ejércitos austríacos invadieron Bolonia, sus oficiales recibieron órdenes de no causarle ningún daño. Fue uno de los hombres más admirados de su tiempo siendo elegido miembro de la Academia de Ciencias de París, de la Royal Society of England, de la Academia Imperial de San Petersburgo y de la Academia de Berlín. 
Mantuvo correspondencia con los científicos más importantes de la época como Ruysch, Boerhaave, Meade, Haller y Meckel. Frecuentemente fue llamado a consultas por el Rey Emanuel III de Cerdeña. Los cinco papas de la segunda mitad de su vida le consultaron sobre temas educativos y médicos. Benedicto IV le nombró comendador y Clemente XIII le alojaba en el palacio papal durante sus visitas a Roma. 
Fue probablemente el hombre más respetado de su época.
La vida de Morgagni transcurrió sin dramatismo, fue la vida tranquila de un sabio entregado al trabajo: estudio, disección, consultas y reuniones. Era un trabajador incansable, riguroso, honrado, concienzudo y minucioso. Era estimado por colegas de Italia y Europa.

Estatua de Morgagni donada por Camillo Versari a su ciudad natal en 1960

La obra escrita más importante de Morgagni, es Cinco libros sobre la localización y causas de las enfermedades, por investigación anatómica, texto impreso en Venecia en 1761. A lo largo de toda la obra, Morgagni supera ampliamente los conocimientos anatomopatológicos vigentes hasta entonces. La ardua labor de Morgagni comprende unas setecientas páginas escritas, en las que refiere unas quinientas historias clínicas a las que adjunta el correspondiente protocolo de autopsias y el comentario epicrítico.
Morgagni se dedicó a correlacionar los hallazgos anatómicos en las piezas disecadas con los síntomas observados durante el padecimiento mortal del individuo. Estableció el método de investigación anatomomédico o anatomoclínico que desde entonces se ha venido usando en medicina clínica con excelentes resultados. 
Giovanni Battista llegó a la conclusión de que este método era fundamental; él comparaba los datos de la historia clínica con el protocolo de autopsia. La enfermedad, de acuerdo con esta línea de pensamiento, puede ser localizada, tiene un asiento, reside en los órganos, los cuales tienen una estructura anormal cuando están enfermos; y si su estructura es diferente, su función también tiene que serlo; este funcionamiento anormal es la causa de la aparición de las molestias y los hallazgos físicos en el enfermo. El carácter de la lesión anatómica determina la clase de enfermedad que prevalece. 
Una característica fundamental del método de Morgagni radica en el rigor y veracidad de sus investigaciones en la necropsia, así como en la fidelidad y fiabilidad de sus datos acerca de las lesiones que observa. 
La obra de Morgagni constituye la culminación del esfuerzo disectivo en favor de los cuadros anatomopatológicos –desde M. Malpighi, Antonio María Vasalva y Albertini, perfeccionados y coronados por su obra– y es el monumento más importante de la anatomía patológica del siglo XVIII.
La anatomía patológica tuvo una gran repercusión científica y representó un progreso importante. Las entidades patológicas podían definirse con mayor exactitud. Enfermedades como la neumonía, la úlcera péptica, la cirrosis hepática y el cáncer cérvico uterino, se caracterizaron ya no sólo por un conjunto de síntomas clínicos, sino también por alteraciones anatómicas típicas. Además de su valor científico, la anatomía patológica tuvo importante aplicación práctica. Averiguar los cambios anatómicos ocurridos en el paciente permitía un diagnóstico más exacto que en el pasado. Este diagnóstico también determinaba en gran parte el tratamiento que debía realizarse. Más tarde, a principios del siglo XIX, las enfermedades se buscaron en los tejidos (Bichat), y después, en 1858, en la células (Virchow).
La obra de Morgagni fue retomada en Italia por otros anatomistas como L. Caldani de Bolonia, que en sus Instituciones patológicas (Padua 1772), declaró seguir a Boerhaave, Haller y Graub, al explicar las lesiones. En Nápoles surgió Domenico Cirillo (1739-1799), nacido en Grugno, interesado en su juventud por las ciencias naturales, particularmente la botánica, cuyos trabajos justificaron su elección a la Royal Society. Publicó Oservazioni... alla lue venerea, en Nápoles, 1783, sobre el tratamiento de la sífilis con ungüento mercurial. Los estudios de D. Cotugno, anatomista napolitano importante, en De ischiade nervosa comentarius (Nápoles, 1764), diferenciaban el síndrome de la artritis aguda de la ciática, resultante esta última de compresiones del nervio ciático. Cotugno describió la nefritis aguda y demostró la coagulación de la albúmina al calentar la orina de enfermos de hidropesía. Realizó también investigaciones sobre el control de la viruela y la tuberculosis pulmonar e hizo descripciones de las lesiones intestinales en la fiebre tifoidea. 
Aun hoy día no siempre es fácil distinguir lo que morfológicamente es normal de lo que no lo es y qué es causa y qué es efecto. En aquel tiempo la distinción era mucho más difícil. Por supuesto la obra de Morgagni contiene errores en algunos casos: causa tomada por efecto, relaciones no reconocidas -como entre un tumor y metástasis-, jerarquización equivocada. Nada de esto merma su valor.
Morgagni, con su investigación morfológica sistemática y rigurosa, consolidó el método de estudio anátomo-patológico, echó por tierra la doctrina humoral al descubrir en los órganos el sitio de la enfermedad y, con el análisis clínico de cada caso de autopsia, sentó las bases del estudio de correlación clínico-morfológica.
Los valiosos y múltiples aportes realizados por el eminente patólogo Giovanni Battista Morgagni le han hecho ser considerado en la historia de esta ciencia como el Padre de la Anatomía Patológica.

* "Vida y obra de Giovanni Battista Morgagni" - Janet González Sotero, Eduardo Rojas Alvarez, Eglis García Alcolea y Ariadna Pérez Ruíz - IX Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía Patológica y II Congreso de Preparaciones Virtuales por Internet - Nro. 764 - Cuba - 2007

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