jueves, 18 de abril de 2024

DR. ARNOLD M. SELIGMAN

El Dr. Arnold M. Seligman es natural de St. Johnsbury, Vermont, EEUU., nacido en 1912. 
Graduado magma cum laude por la Facultad de Medicina de Harvard, dedicó muchos años a estudiar el uso de agentes quimioterapéuticos para tratar el cáncer de próstata. 
Fue el primer galardonado con la medalla de la Sociedad de Electromicroscopía de América por sus destacados servicios. Se le concedió el más alto honor civil de Venezuela, el Premio Andrés Bellows. Fue el primer cirujano nombrado por la Sociedad Americana del Cáncer como profesor vitalicio de investigación oncológica, el estudio de los tumores y de biología celular.
Fue jefe de cirugía del Hospital Sinaí durante 18 años, donde trabajó en nuevos métodos de estudio de los componentes normales y cancerosos con un electromicroscopio.
La medicina es la profesión de todos los miembros de la familia del Dr. Seligman. Dos de sus tres hijos son médicos, el Dr. Myron Seligman, profesor adjunto de patología en la Universidad de Nueva York, y el Dr. Gary Seligman, interno de medicina en el Hospital Sinaí. El tercer hijo. Stanley, es estudiante de medicina en Venezuela.
La hija, Dale Jeffers, es ayudante de investigación en el Sinaí. Su viuda, Blume Appel Seligman, era enfermera diplomada.
En la época de los comienzos de la histoquímica, cuando los sires tenían, en general, una base morfológica, Arnold hablaba de química orgánica y ése era su gran músculo. Varios puntos vienen a la mente en esta área. 
Darse cuenta del grado de imaginación, inventiva y originalidad que requiere la síntesis orgánica de un nuevo reactivo o sustrato. Darse cuenta de los meses de trabajo (con la calidad, escrupulosidad, minuciosidad y controles que conlleva, incluida la especificidad bioquímica) que se requieren para afirmar desde la plataforma Histochemist una frase como "Se ha sintetizado una nueva sal de tetrazolio..." y pasar después a los aspectos biológicos del trabajo. 
Aunque algunos de los métodos de Arnold fueron mejorados en manos de otros, fue la aparente falta de reconocimiento del esfuerzo original lo que le hizo referirse a las otras manos como "los grandes modificadores".
Además, basta con considerar la auténtica avalancha de métodos surgidos de Arnold y sus colegas (demasiados para mencionarlos, y la mayoría de sus trabajos tienen de tres a seis autores). Su preocupación por la metodología continuó en los últimos años, cuando se concentró en ella y aportó algunas observaciones muy originales sobre la fosfatasa ácida prostática. 
Dado que también se ocupó durante muchos años de la síntesis y el uso de nuevos agentes quimioterapéuticos para tumores, no es de extrañar que sintetizara uno para sí mismo basándose en los estudios mencionados y se lo autoadministrara cuando fracasaron otras medidas terapéuticas. 
Esta es la medida del hombre y del camino que recorrió; brillante hasta el punto de herir los ojos ajenos y valiente hasta el punto de causar malestar en los demás. 
No se va a enumerar los cargos académicos, clínicos, consultivos, editoriales, de afiliación y honoríficos que ha ocupado Arnold; la mayoría de los mortales no alcanza tales niveles.
Ni siquiera para preguntar por las circunstancias del hombre que en su tercer trabajo científico sintetizó el metilcolantreno y posteriormente produjo el primer tumor experimental derivado de él, pero que finalmente murió de cáncer, el 15 de julio de 1976, a los 64 años.
No quería morir, pero se mantuvo lo más activo posible en su laboratorio hasta las últimas semanas.
Su fallecimiento supone una pérdida real para su familia, amigos, colegas, asociados y para la Ciencia Biomédica en la que interactuó con múltiples facetas, una de las cuales fue la Histoquímica y la Citoquímica.
Es imposible hacer justicia a la vida de un hombre en estas pocas palabras.
Ni siquiera se puede abarcar toda su contribución a la histoquímica, por no hablar de biología celular, fisiología, bioquímica enzimática, química orgánica, química clínica, biología tumoral, quimioterapia y la cirugía.

* Russell Barrnett, MD - Obituary - The Journal of Histochemistry and Cytochemistry - 1976
* The New York Times - 1976

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