viernes, 30 de agosto de 2024

DR. JULIUS WAGNER-JAUREGG

Julius Wagner-Jauregg nació el 7 de marzo de 1857 en la ciudad de Wels (Austria).
Al año siguiente de que lo hiciesen los que, sin duda, fueron los dos psiquiatras más relevantes de su época: Sigmund Freud y Emil Kraepelin, ambos vecinos centroeuropeos y ambos también en su día candidatos al Nobel, premio que sin embargo nunca consiguieron, Julius era, según su principal biógrafa y otros autores, el segundo hijo (aunque otros dicen que el primero de los cuatro junto a Adolfine, Rosa y Fritz) que tuvieron Adolf Johann Wagner (1816-1894), funcionario del Ministerio de Finanzas, y Ludovika Helene Ranzoni. 
Los apellidos familiares se cambiaron a Wagner Ritter von Jauregg cuando su padre obtuvo un título nobiliario (algo así como “Caballero Imperial”), otorgado por el Imperio Austro-Húngaro en 1883, pero todos los títulos otorgados desaparecieron en 1918 con el fin de dicho Imperio y él pasó entonces a apellidarse Wagner-Jauregg.
Poco se sabe de su infancia y adolescencia, apenas que su madre falleció de tuberculosis en 1867, cuando el tenía 10 años, lo que provocó que sus dos hermanas fueran enviadas a un convento, mientras que los varones permanecieron junto a su padre y que el propio Julius padeció fiebres tifoideas y tuberculosis. 
Después de acudir a la escuela primaria y realizar parte del bachiller en la ciudad de Krems, donde su padre había sido trasladado, continuó el mismo a partir de 1872 en el Schottengymnasium tras volver su padre a Viena, siendo compañero de Sigmund Freud, con quien parece que mantuvo posteriormente una cierta confraternización y algunas coincidencias. 
Inicialmente orientado a realizar los estudios de Filosofía, acabó matriculándose en la Facultad de Medicina de Viena en octubre de 1874, considerada el epicentro mundial de la enseñanza médica a mitad del siglo XIX,  junto a otros ciento cuarenta y cuatro compañeros en el primer año. 
En algunos cursos volvió a coincidir con Freud, que era un año mayor, pero quien acabó la carrera un año más tarde.
Tras una brillante licenciatura, durante la cual hizo también el servicio militar adscrito al hospital Garrison de Viena, se doctoró el 14 de julio de 1880 con una tesis dirigida por S. Stricker, director del departamento de Patología General y Experimental (en realidad, la Anatomía Patológica de nuestros días) y titulada algo así como “Origen y función de la aceleración cardíaca”.
Y parece que también coincidió un tiempo trabajando con Freud en este departamento. 
Resulta interesante un artículo de Whitrow (1990) sobre ciertas coincidencias entre ambos psiquiatras, tan dispares en sus planteamientos clínicos.
En 1882 abandonó a Stricker y por un brevísimo período de tiempo intento trabajar en el departamento de Medicina Interna dirigido por H. Bamberger en Viena, ya que su ilusión profesional era especializarse como internista. Al no poder obtener allí un puesto clínico lo intentó ese mismo año (al igual que Freud) con el profesor H. Nothnagel, también en Viena y también sin éxito para ambos.
Parece que estos fracasos motivaron que ese año abandonase temporalmente sus aspiraciones y se apuntase a formar parte de una fallida expedición a África dirigida por el famoso explorador H.M. Stanley, durante la cual pensaba trabajar como médico en un barco de la compañía Lloyds; y más tarde a formar parte de una comisión internacional para viajar a Egipto, frustrado también por el bombardeo inglés a la ciudad de Alejandría.
Tras dichas peripecias y a pesar de su casi nulo interés inicial por las enfermedades mentales –según refieren varios autores parece que eligió este campo porque permitía una vida “relajada”, acabó obteniendo una plaza de asistente y especializándose en Neuropsiquiatría con el catedrático Maximilian Leidesdorf que dirigía el manicomio estatal. Trabajó entre 1883-18885 y en su último año allí acabó sustituyendo a su jefe, ya que este había sufrido una crisis cardiaca.
También publicó en 1887 un relevante artículo sobre el efecto de la fiebre en las psicosis, al parecer producto de haber observado años antes una espectacular mejoría en una paciente psiquiátrica grave, tras padecer erisipela. En la revisión bibliográfica que realizó encontró una casuística de 163 pacientes en los cuales la psicosis había remitido tras padecer fiebre de distintos orígenes.
En 1885 Wagner-Jauregg había obtenido la habilitación docente (privat dozent) de Neuropatología, según otros en Neurología e incluso en Anatomía y en 1888 la de Psiquiatría.
Finalmente en 1889, con 32 años, fue nombrado director de la Clínica Neuropsiquiátrica y catedrático extraordinario de la Facultad de Medicina de la Universidad de Graz, sucediendo en el cargo a R. Krafft-Ebing. 
A finales del siglo XIX en Viena existían dos cátedras de Neuropsiquiatría. La denominada “I” tenía a su cargo unos 150 pacientes crónicos dentro del manicomio, mientras que la “II” tenía adscritos entre 40-70 pacientes agudos, en el hospital general. R. Krafft-Ebing había obtenido la CatedraI en otoño de 1889, tras el fallecimiento de M. Leidesdorf y en 1892 accedió a la Cátedra II tras la muerte de Theodor Meynert
En dicha institución Krafft-Ebing se jubiló en 1902 y fue sucedido, al igual que había pasado en Graz, por Wagner-Jauregg, tras ganar este en 1893 la cátedra I y trasladarse más tarde, en 1902, a la del hospital general. En el entreacto, Wagner Jauregg fue Decano de la facultad de Medicina entre 1895 y 1896. Hacia 1910-1911 se unificaron las dos cátedras y nuestro autor fue su titular hasta su jubilación en 1928.
Entre los que fueron sus discípulos destacan, entre otros, Constantin von Economo, Erwin Stransky, Erwin Stengel, Otto Kauders, Hans Hoff, Josef Gerstmann y Paul Schilder. 
Wagner-Jauregg fue sucedido en 1928 por O. Pötzl quién a su vez tuvo a su cargo, hacia 1933, a M. Sakel, el introductor de la “Insulinoterapia” en Psiquiatría, precisamente en dicha clínica.
Se casó en dos ocasiones, primero en 1890 con Balbine Frumkin (1862-1924), divorciada y con una hija llamada Melanie, de un matrimonio previo y con quien, a su vez, tuvo otra hija llamada Julie (1900-1987), la cual acabó siendo una reconocida activista de la Sociedad Geográfica vienesa; aunque en la biografía oficial de los premios Nobel se sitúa a Julie como hija de su segundo matrimonio. 
Se separo de Balbine (su divorcio no fue legalmente posible hasta 1903) muy probablemente por las causas habituales en estos casos y aunque algunos autores señalan que contribuyó el hecho de que ella fuese judía –dada la afinidad de Wagner a la ideología nazi–, otros exponen argumentos que inducen a una duda razonable sobre esta cuestión. 
Tras años de convivencia, se casó en segundas nupcias con una enfermera llamada Anna Koch (1880-1946), con quien había tenido un hijo llamado Theodor (1903-1992) el cual inicialmente recibió el apellido de la madre; dada la situación matrimonial de Wagner-Jauregg este hijo fue considerado ilegítimo y Wagner-Jauregg no pudo reconocerlo legalmente hasta la muerte de su primera mujer, en 1924. 
Con el tiempo, Theodor llegó a ser un reconocido profesor de Química farmacéutica en la Universidad de Viena.
La página oficial de los premios Nobel y algún autor indican que falleció el 27 de septiembre de 1940 en Viena, pero otros señalan que fue el 1 de octubre, tras una neumonía, a la edad de 83 años y en pleno esplendor del nazismo, ideología de la que era simpatizante, llegando a ser presidente de Liga Austriaca de la Regeneración Racial y la Herencia. 
Sus restos están enterrados en el cementerio central de Viena, junto a su segunda esposa, Anna, su hijo Theodor y la mujer de este, Hermine.
Entre los premios que recibió en vida, al margen del Nobel, destacan la medalla Erb y el nombramiento como miembro honorario de la Sociedad Alemana de Neurología (1926); miembro honorario de la de Sociedad alemana de Psiquiatría (1927); el premio Cameron de la Universidad de Edimburgo (1935) y la Medalla de oro del Comité Americano de la Investigación sobre la Sífilis (1937). 
Asimismo fue miembro, entre otras, de la Real Academia de las Ciencias de Suecia, de la Academia de Ciencias de Hungría, de la Academia Austríaca de Ciencias, de la Real Academia de Medicina de Turín, de la Sociedad de Psiquiatría y de la de Neurología de París, de la Academia Alemana Leopoldina de Ciencias Naturales y miembro honorario de la Asociación Americana de Psiquiatría. 
Sus principales trabajos fueron plasmados en una monografía, a modo de homenaje y publicada en 1936, que recogía una selección de dieciocho artículos publicados entre 1887-1935, con una introducción y una conclusión sobre el tema en cada uno de ellos. 
A esta monografía es a la que nos hemos referido a propósito del dilema sobre los trabajos de Rosenblum y Oks. 
Austria emitió un billete de curso legal con su imagen, en 1953 y en 1957 un sello conmemorativo del centenario de su nacimiento. Al margen, muchas calles y hospitales llevan su nombre en su país y la Universidad de Viena le realizó numerosos reconocimientos.
A principios del siglo XX la sífilis –conocida como “la gran simuladora”–, seguía siendo una enfermedad habitualmente contraída por contagio sexual y prácticamente mortal en los estadios más evolucionados. Cuando se manifestaba clínicamente la afectación del Sistema Nervioso Central (SNC) habían pasado, generalmente, entre 10-30 años de la infección inicial y en esta etapa, conocida como “Neurosífilis" –dentro de la cual destacaba la denominada Parálisis General Progresiva (PGP) – aparecían impactantes síndromes neuropsiquiátricos y neurológicos: demencia, parálisis, crisis convulsivas, delirios, síndromes maniformes y depresivos, etc.; siendo también característico su comienzo con manifestaciones de conductas antisociales, conocidas como el "Período Médico Legal".
La PGP era una de las patologías predominantes en los manicomios de la época, afectando con más frecuencia a varones de entre 20-40 años de edad que fallecían pocos años después, la mayoría de ellos dentro de los dos primeros tras el diagnóstico.
La etiología de la sífilis se conoció en 1905 gracias al descubrimiento del “Treponema Pallidum” por Schaudinn y Hoffmann y, en lo que respecta al SNC, Plaut demostró en 1907 la presencia de dicho microorganismo en el líquido cefalorraquídeo de pacientes con PGP; Ranke descubrió la afectación de la piamadre por el treponema en 1909 y finalmente, en 1913, Noguchi y Moore encontraron la presencia del mismo en el cerebro de dichos pacientes, aclarando definitivamente la causa de la PGP. 
Paralelamente, por aquel entonces se pensaba que la fiebre mejoraba la clínica de las enfermedades psiquiátricas, incluida la neurosífilis. Esto había dado lugar a la teoría de que las psicosis podrían tener un origen infeccioso, la cual promovió durante años la búsqueda anatomopatológica de un imaginario “esquizococo”.
El auge de estas hipótesis fue de vital importancia para el primer tratamiento eficaz en la neurosífilis y el protagonista que ha pasado a la Historia por ello fue Julius Wagner-Jauregg. Sin embargo, un psiquiatra ruso, director del “Odessa Psychopatic Hospital” y llamado Alexander Rosenblum (o Rosenblium en otros textos) (1826-1902), ya había observado en 1876 los beneficios de la malaria y otras enfermedades febriles en 22 pacientes psicóticos crónicos; publicando en una revista de muy escasa difusión que 11 de ellos se habían curado y poco más tarde amplió la serie a 32 casos, de los cuales 21 habían remitido.
El primer caso de Wagner-Jauregg tratado con este método fue un varón, T.M., de 37 años de edad, actor de profesión y afecto de PGP, que había ingresado en mayo de 1917 en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Viena. El 14 de junio le inoculó sangre de un soldado (estaban en la 1ª Guerra Mundial) afecto de malaria e ingresado en el hospital, y a las 3 semanas tuvo el primer acceso febril. Pasado el sexto acceso comenzó a mejorar y tras 9 de ellos le dieron quinina, normalizándose el paciente unos dos meses después de iniciado el tratamiento, lo que permitió su alta el 5 de diciembre del mismo año. 
Los primeros resultados de Wagner-Jauregg fueron comunicados en 1917 y publicados al año siguiente, con un total de 9 pacientes, de los que uno falleció, dos acabaron ingresando en un psiquiátrico y seis mostraron una mejoría considerable; si bien, cuatro de estos últimos seis sufrieron más tarde recaídas. No obstante, los dos restantes pacientes se recuperaron por completo y fueron capaces de regresar a sus domicilios y trabajar.
También hay que señalar que, al margen de la quinina, Wagner-Jauregg solía añadir un tratamiento con derivados asernicales (Salvarsan® y Neosalvarsan®) que entonces eran fármacos de reciente aparición (1906 y 1914, respectivamente) para tratar la sífilis pero que, sin embargo, no resultaban eficaces en los estadios avanzados de dicha enfermedad, como era la PGP
A pesar de ello, parece que el propio Wagner-Jauregg encontró mejores resultados cuando usaba estos productos como coadyuvantes, que usando la malarioterapia de manera aislada.
Un par de años más tarde, gracias a la colaboración del bacteriólogo R. Doerr –quién en 1919 puso a disposición de Wagner-Jauregg una cepa de “Plasmodium” más segura y muy sensible a la quinina–, se pudo mejorar la técnica y fallecieron menos personas.
En 1921 Wagner-Jauregg describió que llevaban tratados más de 150 pacientes; que en algunos casos la remisión duraba ya más de tres años y que más de una docena de personas había podido reanudar su trabajo. 
Al año siguiente informó que el tratamiento superaba los 200 pacientes, de los cuales cincuenta habían podido volver al trabajo. En 1925, J. Gertsmann, uno de sus colaboradores, publicó que el número de pacientes tratados superaba los 1.000 casos y que 400 de ellos tenían una evolución adecuada de más de 2 años de duración, observándose algún tipo de remisión en el 60% de estos, dentro de los cuales 5 pacientes tuvieron una remisión “absoluta”.
Estas cifras fueron discutidas con el paso de los años, al replicarse mundialmente la técnica.
Wagner-Jauregg se convirtió, en 1927, en el primer neuropsiquiatra de la Historia en ganar un Premio Nobel de Medicina y le fue otorgado “por su descubrimiento del valor terapéutico de la inoculación de la malaria en el tratamiento de la demencia paralítica”. 
Se reseña que, tras conocer sus procedimientos y antes de ser propuesto para el Nobel, un psiquiatra miembro de la Academia sueca, B. Gadelius, comentó: “A mis ojos, un médico que inyecta la malaria a un paralítico, no deja de ser un criminal…”. 
Se piensa que, quizás por ello, hasta la jubilación de Gadelius de la Academia no se le concedió el Nobel a Wagner-Jauregg. 
Las aportaciones del grupo de Wagner-Jauregg fueron rápidamente difundidas ante la ausencia de otras estrategias eficaces. En 1921 el tratamiento fue introducido en Holanda y América del Sur; en 1922 en Inglaterra, Italia y Checoslovaquia y en 1923, en Estados Unidos, Rusia, Dinamarca y Francia.
La malarioterapia se volvió a usar ochenta años después de su primer ensayo; en esta ocasión en un polémico estudio con pacientes chinos afectos del VIH publicándose los resultados en 1997, al que siguieron después al menos dos trabajos más por autores del mismo grupo (al igual que sucedía con la PGP en tiempos de Wagner-Jauregg, en aquellos años no existía cura para el SIDA y el fallecimiento de los pacientes era la norma).

* Reda Rahmani. Psiquiatra - Sonsoles Pacheco. Enfermera - Juan Medrano. Psiquiatra - Oscar Martínez. Psiquiatra - Iñaki Markez. Psiquiatra - Luis Pacheco. Psiquiatra // Norte de salud mental, 2022, vol. XVIII, nº 66: 124-134 // España

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