Nació el 15 de marzo de 1886 en Barcelona, España, en el seno de una familia de oftalmólogos catalanes.
Su padre, Eduardo Arruga, se dedicó a la medicina ocular tras haber ejercido como médico militar en el Ejército español de Filipinas.
Entre 1902 y 1908, Hermenegildo cursó sus estudios de Medicina, y desde el segundo año de la licenciatura se decantó por seguir la tradición paterna iniciando su formación oftalmológica en la consulta del doctor Menacho, con quien su padre compartía una clínica de enfermedades de los ojos en el centro de la ciudad.
De este modo, alternó los estudios de medicina general con la práctica clínica en las enfermedades de los ojos.
La activa política que a principios del siglo XX desarrollaron las instituciones públicas españolas —entre ellas la Mancomunitat de Cataluña y los consistorios de algunas ciudades— de pensionar en el extranjero a jóvenes licenciados, tanto de ciencias como de humanidades, para ampliar estudios en centros de prestigio internacional, permitió a Hermenegildo Arruga disfrutar de una pensión de dos años concedida por el Ayuntamiento de Barcelona.
Fue una etapa muy fructífera, en la que Arruga permaneció en dos de los principales centros científicos europeos: París y Berlín.
En la capital francesa fue admitido como joven visitante en la Clínica Oftalmológica del Hotel de Dieu y también realizó una estancia de aprendizaje científico en el Instituto Pasteur.
Por su parte, en Berlín amplió sus conocimientos en las clínicas oftalmológicas de Hirschberg y Von Graefe. De esa época datan sus primeros trabajos científicos, que estuvieron dedicados a aspectos generales de las técnicas de laboratorio.
Pero las relaciones científicas de Arruga con los mejores centros extranjeros no acabaron en esa etapa inicial de su formación como especialista recién licenciado, sino que a lo largo de toda su vida viajó periódicamente para visitar los mejores hospitales y clínicas europeas.
Uno de sus lugares predilectos fue la clínica del doctor Gonin en Lausana (Suiza), que visitó con asiduidad. Con el tiempo se convirtió en discípulo de Gonin y llegó a establecer con él una estrecha amistad.
A finales de la década de 1920, durante una estancia en Lausana, aprendió la llamada técnica de Gonin, que se aplicaba al tratamiento quirúrgico del desprendimiento de retina, un proceso traumático que provoca la separación de la membrana de la retina del fondo del globo ocular, dando lugar a una ceguera parcial en las zonas afectadas por el desprendimiento.
La dificultad de restituir la retina después de haberse producido el desprendimiento hacía prácticamente inútil cualquier forma de tratamiento, de modo que en esa época los índices de curación de los pacientes afectados no alcanzaban siquiera el 1 por ciento.
Arruga fue el primero en aplicar la técnica de Gonin fuera de Suiza, aportándole después algunas mejoras técnicas.
Al iniciarse la segunda década del siglo XX, Hermenegildo Arruga se instaló en Barcelona y compartió consultorio oftalmológico con su padre en la calle de Portaferrissa.
En 1913 se decidió a realizar una ampliación de la clínica para incorporar salas de quirófano, donde fuese posible intervenir quirúrgicamente, en condiciones adecuadas, a los pacientes que lo requerían.
Trasladó entonces la clínica a la calle Aragón y su destreza manual y sus conocimientos técnicos le aportaron un gran prestigio como cirujano ocular entre la población.
Tras haber aprendido numerosas técnicas en el extranjero, se le atribuye el mérito de haber introducido en España procedimientos de laboratorio como la "reacción de Wasserman", prueba inmunológica indirecta que transformó radicalmente los criterios diagnósticos de la sífilis, y también el empleo del tonómetro, instrumento empleado para medir la presión intraocular.
En 1914, Hermenegildo Arruga contrajo matrimonio con Teresa Forgas, hija de una familia de empresarios industriales de Begur, en Gerona, con la que tuvo cuatro hijos. El único varón, Alfredo Arruga, siguió la tradición oftalmológica de la familia hasta su tercera generación.
A pesar de que Teresa falleció en 1940 como consecuencia de un accidente de automóvil, Hermenegildo siguió vinculado a la población de Begur y a su comarca, y gracias a ello estableció una relación de amistad con el escritor Josep Pla.
Durante los años 1920, ya plenamente asentado en Barcelona, tanto en el terreno profesional como en el familiar, Arruga se decidió a escribir una tesis doctoral, que defendió, como era preceptivo, en la Universidad de Madrid, en 1927.
La investigación estaba dedicada a "Una modificación sencilla y eficaz de la dacriocistorrinostomía," una técnica quirúrgica enfocada a establecer una comunicación entre el saco lagrimal y el meato medio de las fosas nasales.
Se trataba de un procedimiento original que empezó a aplicar con éxito a muchos pacientes con el fin de facilitar el drenaje. Cuando, en 1934, comenzó a tratar con ella a los pacientes que carecían de saco lagrimal, la operación recibió el reconocimiento internacional y recibió el nombre de “operación de Arruga”.
En 1929 presentó al XIII Congreso Internacional de Oftalmología, celebrado en Ámsterdam, los resultados que había obtenido en un amplio grupo de cien pacientes a los que había aplicado la técnica de Gonin para el tratamiento quirúrgico del desprendimiento de retina.
Su experiencia y sus propuestas obtuvieron un éxito espectacular, que en adelante le valieron la fama de especialista en el tratamiento quirúrgico de esta dolencia.
Sus frecuentes participaciones en congresos y reuniones nacionales e internacionales de oftalmología se centraron principalmente en torno al tratamiento del desprendimiento de retina y a la catarata, dos de los campos en que recibió el reconocimiento internacional y su fama como especialista en el tratamiento de esos procesos.
Sus publicaciones científicas de esa época estuvieron dedicadas a las enfermedades del saco lagrimal, el trasplante de córnea y el desprendimiento de retina.
Dedicó algunos trabajos al tratamiento quirúrgico de las cataratas, mostrándose partidario de la técnica de incisión intracapsular y aportando novedades técnicas, como una pinza capsular que recibió el epónimo de “pinza de Arruga”.
La técnica consistía en localizar los fragmentos desprendidos de la retina, para llevar a cabo su posterior obliteración mediante la inducción de una coroiditis adhesiva por diatermia en la zona vecina a los fragmentos desprendidos. Según su propio testimonio, la técnica de Gonin aportaba alrededor de un 25 por ciento de curaciones y con las mejoras introducidas por Arruga los resultados positivos aumentaban hasta el 75 por ciento.
Preocupado como estaba por el problema del desprendimiento de retina, Arruga no sólo se interesó por su tratamiento quirúrgico, sino que indagó las condiciones patológicas que lo provocan.
Realizó estudios con animales de experimentación, especialmente conejos, y en 1957 leyó una ponencia en la XXXV Asamblea Anual de la Sociedad Española de Oftalmología sobre Modalidades técnicas recientes de las operaciones del desprendimiento de retina, en la que dio a conocer su técnica del cerclaje.
Avalado por el éxito, en 1934 inició la construcción de un hospital oftalmológico, la Clínica Oftalmológica del Dr. Arruga, un edificio de tres alturas situado en el Pasaje Méndez Vigo número 3 de Barcelona.
Desde su planificación, el objetivo era dotarlo de los medios más avanzados de su tiempo, tanto en su concepción arquitectónica (dotado de calefacción, aire acondicionado, descalcificador de agua, aislamiento térmico), como en lo referente a los medios técnicos, aparatos oftalmológicos, quirófanos, clínicas y habitaciones.
La planta baja era la que concentraba principalmente la actividad clínica y quirúrgica. Estaba dedicada a las consultas externas y contaba, además, con dos salas de refracción perfectamente equipadas, una cámara oscura con oftalmoscopio y otros aparatos modernos, como el oftalmodinamómetro, el refractómetro, el astigmómetro y la lámpara de hendidura.
Todos ellos eran instrumentos novedosos que permitían un fino diagnóstico del estado del ojo y los problemas de la visión. En esa misma planta había también tres salas de curas, un quirófano, dotado de un sofisticado sistema de esterilización mediante calor seco y de sistemas de fotografía y cinematografía para filmar las intervenciones.
En la primera planta se encontraban las habitaciones para la hospitalización; la segunda acogía los dormitorios y estancias del personal sanitario que trabajaba en la clínica y la tercera planta servía de domicilio familiar de la familia Arruga, lo que no es de extrañar, dado el carácter radicalmente familiar de la clínica.
Durante la Guerra Civil, Hermenegildo Arruga se trasladó con su familia a Lausana, huyendo de las dificultades que planteaba el conflicto, en busca de unas mejores condiciones de vida.
En Suiza siguió realizando una activa labor clínica, desarrolló nuevas técnicas y participó en dos conferencias oftalmológicas internacionales.
Al concluir la Guerra Civil en 1939 regresó a Barcelona y dio a conocer sus primeras aportaciones relativas al trasplante de córnea.
Pero la Segunda Guerra Mundial empezó a alterar la situación social en Europa y Arruga promovió una asociación para el apoyo internacional a los oftalmólogos afectados por el conflicto bélico, especialmente mediante la recaudación de fondos y el envío de alimentos.
Si la principal contribución de Hermenegildo Arruga fue en el dominio de la técnica quirúrgica ocular, sus méritos fueron también notables en la innovación instrumental y técnica. Sus aportaciones dieron lugar a más de una decena de epónimos que contienen su nombre.
En una conferencia que impartió en la sección de oftalmología de la Acadèmia de Ciències Mèdiques de Cataluña, Arruga explicó la evolución de sus aportaciones al instrumental quirúrgico oftalmológico, empezando por la invención de un separador para el desprendimiento de retina, varios trépanos para la dacricistostomía y, sobre todo, la pinza para la extracción intracapsular de la catarata, que lleva su nombre.
Apenas unos años después de su invención por parte de Arruga, en 1957, ya se habían fabricado más de treinta mil pinzas, que se distribuyeron por todo el mundo.
MEDALLA CENTENARIO |
Pocos años después, en 1950, se le concedió la Medalla Gonin, un galardón cuatrienal que supone el máximo reconocimiento mundial en oftalmología.
A comienzos de los años 1950, Hermenegildo Arruga vivió una época de gran esplendor y amplio reconocimiento internacional.
En 1952 ingresó como académico en la Real Academia de Medicina de Barcelona, con un discurso titulado “Los progresos de la cirugía ocular”.
En 1951 participó en el Congreso Anual de la Academia Americana de Oftalmología y Otorrinolaringología; en 1954, en el Congreso Internacional de Oftalmología, celebrado en Nueva York; en 1955, en los congresos nacionales de oftalmología celebrados por las sociedades francesa e irlandesa; en 1956, en el Congreso Panamericano, celebrado en Chile; en 1958, en el Congreso Internacional de Bruselas, y posteriormente en ediciones sucesivas de estos y otros congresos.
Su última publicación fue un artículo recopilatorio sobre “Experiencia de mil operaciones de cerclaje en el desprendimiento retiniano”, aparecido en la Revista de la Sociedad Española de Oftalmología. Su proyección internacional aumentó espectacularmente, por lo que recibió numerosos premios y honores de más de una treintena de asociaciones científicas relacionadas con la oftalmología, y recibió el doctorado honoris causa por varias universidades extranjeras.
Su última conferencia fue dictada en la Universidad de Barcelona, con motivo de su nombramiento como doctor honoris causa, en 1970.
Recibió también la Medalla de Oro de la ciudad de Barcelona, la Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Cruz del Mérito Naval, la Orden Civil de Sanidad y el título de conde de Arruga (18 de julio de 1950), lo que le convirtió en el principal referente de la cirugía oftalmológica española durante las décadas centrales del siglo XX.
Murió el 17 de mayo de 1972 en Barcelona a causa de un accidente vascular propiciado por una arteriosclerosis.
Fue enterrado en Begur al lado de su esposa y su fallecimiento mereció notas necrológicas en las principales revistas oftalmológicas de todo el mundo, entre ellas el British Journal of Ophtalmology.
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