En Brasil, cesó la monarquía en 1889. Se proclamó la República el 15 de noviembre del mismo año, y soplaron vientos de modernidad que renovaron todo el país.
Se vivió una época de esperanza, se erigieron obras de sanidad en los puertos, se expandió la red ferroviaria, que coincidió con el crecimiento del mercado de hule natural en la cuenca del Amazonas, por supuesto, y se aprovechó toda estructura científica asequible.
En 1902, cuando había muchas necesidades, se estableció el Instituto Seroterápico Federal en un suburbio de Río de Janeiro, entonces capital de la República.
Se encargó de la dirección el Dr. Oswaldo G. Cruz, quien inauguró un proceso de consolidación de la investigación científica y organizó campañas contra enfermedades epidémicas, como fiebre bubónica, fiebre amarilla y viruela, verdaderas amenazas para el crecimiento del Brasil.
El Instituto se llamaba entonces de Manguinhos, por el barrio donde se ubicaba, y el director Cruz organizó tres líneas de trabajo visionarias: investigación, educación y producción de inmunobiológicos, que articuladas a los esfuerzos en Salud Pública, también bajo su dirección, impulsaron una etapa brillante de la historia científica de Brasil. Con justicia, el Instituto tiene hoy el nombre de Oswaldo Cruz, y existe una Fundación Nacional que también lo lleva.
En el siglo XIX se consolidaron la microbiología, la parasitología y nació la inmunología.
En 1841, Gabriel Valentín, un joven médico polaco, observaba la sangre de una trucha en el microscopio cuando encontró un objeto en movimiento entre los eritrocitos. Era la primera vez que alguien observaba un tripanosoma.
Este hito poco conocido fue confirmado en 1843 por David Gruby en la sangre de sapos, quien lo comunicó a la Academia de Ciencias en París, y refrendó la observación de Valentín; además llamó al parásito Tripanosoma sanguinis.
Más tarde, entre 1878 y 1880, David Bruce y Tomás Lewis encontraron tripanosomas en la sangre de mamíferos: caballos afectados de nagana en África del Sur.
Griffith Evans, médico veterinario detectó también tripanosomas en la India en caballos, muías y camellos afectados por una enfermedad febril llamada surra, de modo que la tripanosomiasis era ya conocida. Además había personas enfermas en África, donde se llamaba enfermedad del sueño, y era trasmitida por la mosca tse tsé.
África, América del Sur, la Antártida, la India y Australia formaban hace millones de años un gran continente, Gondwana, que se separó en el Periodo Cretácico.
En ese supercontinente existían ya tripanosomas, y ello explica que en la actualidad haya tripanosomosis que ataca a seres humanos en África y América. La fuerza decisiva para la evolución de los seres vivos pasa por el cambio climático y la biogeografía.
Chagas nació en Oliveira, Minas Gerais, Brasil, el 9 de julio de 1879.
Después de la muerte de su padre, su madre, a la edad de 24 y con cuatro hijos pequeños, se hizo cargo de la pequeña plantación familiar.
Fue educado por jesuítas y un sacerdote, el padre Sacramento.
Su deseo era convertirse en ingeniero de minas, incluso se matriculó en la Escuela de Ingenieros de Minas, pero su tío, un médico, le abrió los ojos al azote que las enfermedades endémicas planteaban al desarrollo de Brasil. En 1896, Chagas entró en la Escuela de Medicina de Río de Janeiro y en 1902 comenzó su doctorado, que realizó sobre los "aspectos hematológicos de la malaria".
Ese mismo año conoció a Osvaldo Cruz, siete años mayor que él, que trabajaba en Manguinhos, un centro (en la actualidad el Instituto Osvaldo Cruz) dedicado principalmente a la producción de sueros y vacunas.
Fue en Manguinhos donde Cruz había comenzado su lucha contra las enfermedades tropicales.
Chagas rechazó la oferta de Cruz para unirse a Manguinhos, porque le atraía más la medicina clínica. En 1905, sin embargo, por razones económicas --estaba casado y tenía un hijo--, aceptó la oferta de Cruz para unirse en la lucha contra la malaria y su prevención en Itatinga, São Paulo.
La ciudad era donde la Companhia Docas de Santos estaba construyendo una central hidroeléctrica, y muchos de los trabajadores de la compañía contraían la malaria.
Una tarea similar llevó a Chagas a Xerém, en la Baixada Fluminense (en la llanura Fluminense, una región en el estado de Río de Janeiro), donde la Dirección General de Obras Públicas estaba construyendo los sistemas de captación de agua para la ciudad de Río de Janeiro.
Mientras tanto, se había unido finalmente el Instituto de Manguinhos.
En 1907, durante una campaña profiláctica contra la malaria, en Minas Gerais, trabajó en dos vagones de tren: uno era su consultorio y en el otro tenía un pequeño laboratorio y ahí dormía. Vivía en Lassance, antes San Gonzalo, a orillas del río Picudo.
Allí identificó un nuevo Trypanosoma sp. (T. minanense) que era un parásito no patógeno de un mono tití.
También describió el insecto hematófago conocido como “barbeiro”, y encontró formas de protozoario en el intestino que pensaba que podrían ser parásitos de vertebrados, por ejemplo, una etapa del ciclo de vida de T. minanense.
Chagas envió a algunos insectos a Manguinhos, donde Cruz los puso en contacto con monos tití sanos, que resultaron infectados con el tripanosoma.
De vuelta en Maguinhos, Chagas descubrió que la tripanosmiasis era una nueva especie, que él llamó Trypanosoma cruzi.
Chagas encontró T. cruzi en la sangre de un gato y un poco después en la sangre de una niña que había estado en contacto con el gato.
La suerte quiso que un día de enero de 1909 llamaran a Chagas a ver a una niña de dos años, Berenice, quien enfrentaba un cuadro febril, con adenomegalia, visceromegalia y ¡tripanosomas en su sangre! Se cerraba así el círculo.
Tuvo éxito en la reproducción de la enfermedad de forma experimental, y describió sus rasgos clínicos, etiológicos, patológicos y epidemiológicos.
La enfermedad pronto fue conocida como la enfermedad de Chagas, a raíz de la sugerencia de Miguel Couto, de la Escuela de Medicina de Río de Janeiro.
Publicó sus observaciones en 1909, en portugués y alemán, pues había consultado a von Prowazeck y a H. Hartmann. Era la época en que el inglés aún no dominaba en las ciencias.
En 1910, Chagas se convirtió en miembro de la Academia Brasileña de Medicina, y en 1917, después de la muerte de Cruz, fue nombrado director de la Manguinhos/Instituto Osvaldo Cruz.
En 1915, Chagas revisó sus ideas sobre la fisiopatogenia.
Para 1916 estudió con Gaspar Vianna la cardiopatía, e identificaron el aneurisma de la punta del corazón.
En 1917 trabajó sobre la profilaxis de la infección, señaló la mala calidad de la vivienda y la necesidad de actuar sobre el vector.
El propio Chagas, en 1922, trabajó con el entonces novedoso electrocardiógrafo, y describió el cuadro básico de la enfermedad cardiaca. Más tarde, con su hijo, Evandro, volvió sobre el tema, pero desgraciadamente éste falleció joven en un accidente aéreo.
Es notable que, en una época en que no existía el concepto de autoinmunidad, propusiera que la cardiopatía crónica podría ser una manifestación de alergia, lucidez genial de un científico que se adelantó a su tiempo.
Pero para Carlos Chagas no fue fácil la vida. Primero, en su país no le creyeron. Entre 1917 y 1934 su obra se olvidó gradualmente.
Él cometió errores: atribuyó el bocio endémico a la enfermedad parasitaria, no pudo comprobar la presencia del parásito en la etapa crónica de la enfermedad en el hombre, ni explicar el ciclo del parásito. Cosa que era imposible en aquellos tiempos, pero por esta situación y otras, su obra fue muy cuestionada.
Nadie es profeta en su tierra y el mismo Chagas escribió: "Hay un designio nefasto en el estudio de la Tripanosomiasis. Cada trabajo, cada estudio, apunta un dedo hacia una población mal nutrida que vive en malas condiciones; apunta hada un problema económico y social, que a los gobernantes les produce tremenda desazón pues es testimonio de incapacidad para resolver un problema tremendo. No es como el paludismo un problema de bichitos en la naturaleza, un mosquito ligado al ambiente o como lo es la esquistosomiasis, relacionada a un factor ecológico límnico casi inalterable o incorregible. Es un problema de vinchucas, que invaden y viven en habitaciones de mala factura, sucias, con habitantes ignorados, mal nutridos, pobres y envilecidos, sin esperanza ni horizonte social y que se resisten a colaborar. Hable de esta enfermedad y tendrá gobiernos en contra. Pienso que a veces más vale ocuparse de infusorios o de batracios que no despierten alarma de nadie"... en su carta a Salvador Mazza, el gran chagólogo argentino quien hizo el primer esfuerzo serio por apoyar a Carlos Chagas.
Chagas fue tres veces candidato al Premio Nobel, nunca lo eligieron.
A pesar de que Chagas murió prematuramente, a los 55 años, vivió lo suficiente para presenciar la creación, en su honor, de una Cátedra de Medicina Tropical de la Universidad de Río de Janeiro, e incluso ocupó la cátedra los últimos años de su vida, mientras que también dirigía el Centro Internacional de Leprología en Río de Janeiro.
* Pedro A Reyes López
Director de Investigación
Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez. - Juan Badiano N° 1. Sección XVI. - Tlalpan, México, D.F.,
* Carlos Chagas (1868-1942)http://crinoidea.semicrobiologia.org
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