A Franz Joseph Gall se le reconoce el mérito de haber propuesto una visión del cerebro humano con funciones específicas localizadas. Defendió una doctrina, la craneología, conocida más tarde por frenología, que provocó una amplia controversia en los ambientes científicos europeos, particularmente cuando el cirujano francés Paul Broca (Sainte-la Grande, 1824 – París, 1880) demostró en 1861 la existencia de un centro regulador del habla en la tercera circunvolución frontal.
Nació el 9 de marzo de 1758 en Tiefenbronn, Alemania.
Gall estudió en Baden y Bruchsal, y en 1777 se trasladó a Estrasburgo a estudiar medicina bajo el magisterio de Jean Hermann.
En 1781 continuó los estudios médicos en Viena junto a Van Swieten y se doctoró en 1785.
Médico de gran reputación en Viena, atrajo a su consulta a numerosos pacientes ilustres. Pero Gall no se desligó de las investigaciones anatómicas, que fundamentaron su doctrina, divulgada a través de conferencias privadas que comenzó a pronunciar en los grandes salones de la aristocracia vienesa a partir de 1786. Para difundirla hizo construir una colección de cráneos y moldes de yeso y cera que fueron adquiridos después de su muerte por el Jardín des Plantes, de París.
Con la colaboración de Johann Christoph Spurzheim, su ayudante de investigación desde 1800, desarrolló la craneoscopia, posterior frenología. Su principal objetivo era desarrollar una anatomía funcional y fisiológica del cerebro humano, una «organología» que se basaba en la identificación de 27 centros del comportamiento en el cerebro, de los que los atribuidos al lenguaje y a la memoria han podido ser verificados.
Sus conferencias alcanzaron una gran popularidad, pero la frenología encontró dos obstáculos insalvables: la iglesia la consideró contraria a la religión porque la mente y el alma creadas por Dios no pueden tener un sustrato físico. El otro obstáculo fueron los científicos y sus academias. Las conferencias de Gall fueron prohibidas por el emperador el 24 de diciembre de 1801; lo acusaban de contradecir la moral y la religión con su fatalismo materialista.
Gall tuvo que abandonar Viena acompañado por Spurzheim en 1805 para realizar un viaje exitoso por centros científicos e intelectuales de Alemania, Suiza, Holanda y Dinamarca. Visitó escuelas, hospitales, prisiones y manicomios para ampliar los datos a favor de sus doctrinas.
Gall fue recibido con actitudes ambivalentes; por una parte era acusado de charlatán y avaro, aunque le importaba más demostrar la consistencia de sus ideas que la recompensa material. Por otro lado, impartió muchas conferencias y recibió la consideración de determinados círculos científicos y el respeto público de Johann Wolfgang von Goethe.
Pero los círculos científicos institucionalizados rechazaron su doctrina porque no aportaba pruebas irrefutables. En noviembre de 1807, Gall y Spurzheim se trasladaron a París, donde se hizo pública la doctrina frenológica y se le dio la oportunidad de enseñarla en el Athenee. A excepción de un breve viaje a Inglaterra en 1823, Gall permaneció en París hasta su muerte.
Se hizo ciudadano francés en 1819.
En 1821 pidió a Geoffroy Saint-Hilaire un asiento en la academia de ciencias, pero el de Geoffroy fue el único voto que logró porque el establishment científico, encabezado por el Instituto de Francia, dictaminó como inválidas sus doctrinas y Gall se vio forzado a publicar un texto donde refutaba las acusaciones de materialismo.
Con todo, Gall gozaba de una posición acomodada en París, donde contaba entre sus pacientes a Stendhal, Saint-Simon y Metternich, además de muchos diplomáticos vinculados a embajadas.
En 1810 publicó su principal obra anatómica, una "Anatomie et physiologie du systeme nerveux en general, et du cerveau en particulier".
En 1813 Spurzheim se separó de Gall para trasladarse a Inglaterra a desarrollar el movimiento frenológico y una década más tarde Gall visitó aquel país para presentarse ante sus admiradores, aunque el resultado fue bastante frustrante. El 28 de agosto de 1828 sufrió un ataque mortal en Montrouge, cerca de París. Su propio cráneo se añadió a la colección de más de trescientos cráneos y moldes de cerebros humanos que Gall había reunido. Se le negó una sepultura religiosa, a pesar de que consideraba el orden cerebral como una prueba de la existencia de dios.
Pero además de sus doctrinas frenológicas repletas de especulación poco fundamentada, Gall realizó contribuciones de relieve a los conocimientos de neuroanatomía, con frecuencia escondidos bajo la crítica científica a la frenología.
Él fue el primero en describir que la materia gris del cerebro contiene unas formaciones (cuerpos celulares) y unas ramificaciones de materia blanca (los axones).
Puede incluso afirmarse que la idea genérica de la existencia de localizaciones funcionales en determinadas áreas cerebrales se ratificó años después, cuando ya la frenología había sido abandonada. De la misma manera, hay que reconocer que la obra de Gall estimuló los estudios de neuroanatomía y el debate sobre la estructura interna general del sistema nervioso, y abrió la posibilidad a una concepción plural y jerárquica, que requería desarrollos posteriores como el concepto de integración, y que no era contradictoria con las concepciones evolutivas derivadas del darwinismo.
Los estudios de Gall y Spurzheim tenían una fundamentación muy sólida en la anatomía comparada. Recopilaron datos de enfermos mentales, prisiones y escuelas, hasta acumular una cantidad muy importante de cráneos y moldes de cerebros, incluyendo los de escritores y artistas conocidos, a los cuales practicaban toda clase de observaciones y mediciones, el último de los cuales se expone en el Musée de l’Homme.
Como consecuencia de estos estudios Gall concluyó que el cerebro humano contiene veintisiete facultades, de las que diecinueve las comparte con los animales.
Desacreditado por la anatomía posterior, uno de sus principales oponentes, el catedrático Marie Jean Pierre Flourens (Maureilhan, 1794 – Montgeron, 1867) le reconoció en 1863 el mérito de haber sido el primero a quien él había visto hacer la disección de un cerebro, y lo calificó de «autor de la verdadera anatomía del cerebro».
La frenología ha sido un antecedente importante de las neurociencias, porque ha permitido buscar explicaciones a la naturaleza humana en la fisiología, dejando de lado la metafísica y el escolasticismo. A pesar de ello, y quizá por sus errores, ha sido prácticamente ignorada en algunos manuales de historia de la psicología. Pero deben también reconocerse sus aciertos y aportes, para que en esa medida, se pueda indagar más acerca de sus manifestaciones originales y de las modificaciones que ha venido experimentando con el correr de los años, y las particularidades de los lugares donde se ha desarrollado.
Por otro lado, no resulta sorprendente saber, que la frenología en realidad, distaba mucho de ser una práctica científica, ya que era antes que todo una “pseudociencia” o en el mejor de los casos una doctrina. Los estudios de Gall, que le llevaron a establecer las zonas cerebrales, no tenían ningún respaldo científico más que la opinión de los propios sujetos a quienes entrevistó. Vale decir, que carecía de fundamentos verificables de manera objetiva.
A pesar de esto, la frenología aplacó el ímpetu de miles de personas que se sintieron satisfechas con los resultados, y tanto su desarrollo como su difusión, están llenas de curiosidades. Por ejemplo, se sabe que en una ocasión, un frenólogo moderno sometió al niño Ray Kroc, a un examen frenológico cuando éste tenía cuatro años. El reporte concluyó que el menor tendría una carrera exitosa en la industria de los alimentos: ese niño fundó siendo adulto, la empresa de comida rápida McDonald's, que le dejó una fortuna de 450 millones de dólares.
Ahora bien, al margen de estas anécdotas, la frenología difiere mucho de las neurociencias modernas, y ciertamente, un localizacionismo como lo planteó Gall es errado, de modo que la frenología, puede más acercarse a la quiromancia y otros sortilegios que a la ciencia. Sin embargo, las ideas de base de Gall no estuvieron del todo equivocadas, ya que actualmente se sabe que sí existen zonas específicas del cerebro que cumplen funciones psicológicas igualmente específicas, aunque, el localizacionismo estricto ha sido superado por enfoques sistémicos que proponen un localizacionismo dinámico, abierto a las influencias sociales y los estímulos culturales como potenciadores del desarrollo cerebral y sus correspondientes manifestaciones cognitivas, afectivas y conductuales.
De este modo, el cerebro funciona como un todo, pero cada zona cerebral aporta sus funciones específicas para realizar el procesamiento de la información.
Además, es importante considerar, que la frenología, como la teoría de los humores, el mesmerismo o los vitalismos, fueron aproximaciones que dentro de un marco histórico determinado, y debido a las limitaciones propias de la época, sirvieron para comprender una diversidad de fenómenos médicos, psicológicos y neurológicos, que solo en el siglo XX, han sido explicados científicamente.
En tal sentido, la frenología, lejos de ser censurada, debe ser rescatada como un aporte original, que ha tenido trascendencia histórica, pero yerro científico.
Así, la frenología es un claro ejemplo, de los peldaños históricos un tanto memorables y a veces irónicos, que han tenido que escalar las neurociencias para desarrollarse de manera sólida sobre la base de la histología, la neuroimagen, la bioquímica y la neuropsicología; que cosecharían sus primeros logros en la primera mitad del siglo XX.
Murió el 22 de agosto de 1828 en París, Francia.
* "La frenología y sus implicancias: un poco de historia sobre un tema olvidado" - Walter L. Arias G. - Universidad Católica San Pablo, Arequipa, Perú // January 2018 - Revista Chilena de Neuro-psiquiatría
* Josep Ll. Barona. Catedrático de Historia de la Ciencia, Universitat de València. © Mètode 47, Otoño 2005.
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