domingo, 12 de diciembre de 2021

DR. LUDWIG WILHELM GILBERT

Los abuelos de Ludwig Wilhelm Gilbert procedían de Metz. Eran hugonotes, habían huido de la región de Lorena y entraron a pie en Alemania. 
La represión contra los calvinistas significó para Francia una verdadera guerra civil y una quiebra moral de la conciencia. El cardenal Richelieu recortó sus actividades en Montpellier, Montauban y La Rochelle con sucesivas medidas, que fueron algo así como un antiedicto de Nantes. 
En muy pocos días, decenas de miles de franceses dejaron la región camino de Suiza y Alemania. 
Por sus costumbres austeras, rigor y formación artesanal, fueron muy bien acogidos. Sólo en 1788, los hugonotes se verían rehabilitados para el Estado francés; pero ya era sólo una satisfacción sobre el papel. 
Para entonces Gilbert era ya un joven berlinés de 19 años. 
Había nacido en la capital prusiana el 12 de agosto de 1769, hijo menor de Ludwig Dietrich Gilbert, originario de Fehrbellin, que ejerció la abogacía hasta llegar a fiscal en el tribunal de sala de la corte de Berlín. De los primeros recuerdos de su padre, Gilbert conservó una curiosidad casi matemática por la Geografía: países y ciudades, cambios de jurisdicción, toponimia, lindes y aduanas. La lectura de un mapa y la ubicación del lugar que habitamos reconforta interiormente, y la orientación en él, el concepto abstracto más prematuro que concebimos. 
La enseñanza de la Geometría olvidaba el forzamiento antinatural que supone fijar medidas y distancias de referencia. Geometría y Álgebra acompañaron siempre todos los cambios sustanciales de la Filosofía moderna, y hacia mediados del XVIII todavía compartían una misma idealidad cognoscitiva. 
Gilbert quedó huérfano de padre el 7 de octubre de 1775, cuando sólo contaba seis años. La madre lo envió al año siguiente a una institución filantrópica en Dessau y, junto con otros niños, suizos en su mayoría, aprovechó las primeras clases, adquiriendo una vocación por la Matemática al cuidado del profesor Busse
Durante este periodo de formación, Gilbert estuvo alojado en casa de Kolbe, un experto calcógrafo sobre plancha de cobre, oficio bien apreciado entonces, pues permitía a las imprentas valorizar sus trabajos. Así fue como Gilbert adquirió esta afición por las artes gráficas. 
Con 17 años obtuvo una beca para la universidad de Halle. Desde aquella primavera en que se instaló allí, frecuentó a figuras de la ciencia: Eberhard, Bartels, Karsten, Richter, Madeweis, Voigtel, Reichardt, Spatzier, Müller, Schwerin y Sprengel. 
Sus estudios principales siguieron siendo la Geografía y la Matemática. 
El 15 de diciembre de 1794 se doctoró en Filosofía en Halle (Magister). Al siguiente año daba clases de Matemática y de Física, lo que conllevaba un puesto de investigador en el observatorio astronómico. Y en 1798, además, otro cargo como subbibliotecario; de este lugar y fecha data su encuentro casi providencial con F.A.C. Gren, pues se puso a su servicio para la revista que éste editaba, el Neues Journal der Physik, hasta ese momento la publicación germana más prestigiosa del ámbito experimental, el monumento más oportuno sobre las preguntas del flogisto y el lugar donde todos aprendieron la doctrina del calor, la Meteorología, etc. 
Al morir Gren el 26 de noviembre de 17984, Gilbert se hizo cargo de la revista. La refundación de la obra como Annalen der Physik se inicia exactamente en 1799 con una periodicidad cuatrimestral. 
En 1801 fue nombrado también profesor para el puesto que había dejado vacante Gren, y en 1811 es llamado a Leipzig como profesor de Física y Química.
Gilbert fue un oportuno traductor. Como viajero, es también el caminante a rincones apartados que unía en intereses a una Alemania con fronteras cambiantes, y luego más desordenadas desde 1803 por las levas para el ejército de Napoleón. 
Así plasmó aquella vocación por la Geografía en Manual de viajes por Alemania (Handbuch für Reisende durch Deutschland), que, entre otras novedades, aporta datos cartográficos y geomineros sobre el macizo del Harz. También recorrió Westfalia Rhin abajo, a cuya Sociedad ducal de Mineralogía perteneció —como el mismo Hegel— desde 1804; le acompañó el ingeniero de Montes Hêron de Villefosse, que era el inspector francés de minas y maquinaria. 
Esta región, que emergía políticamente como entidad propia, debía tributar por gastos de guerra a Francia. 
En otra ocasión viajó a Suiza, y de allí a Lyon y París. Y, al menos una vez al año, volvía sobre sus pasos de adolescente y visitaba a su madre y a sus cinco hermanas en Potsdam. 
Gilbert fue una persona de costumbres ordenadas que dedicaba las horas más tempranas a la confección de los Anales de Física. También las últimas horas del día. Domina el francés, y probablemente tenía conocimientos de holandés, italiano e inglés. 
El título de su disertación para Halle en 1795 fue: "De natura, constitutione et historia matheseos primae vel universalis seu meta-physices mathematicae commentatio".
Por el contenido y por la fecha, es muy probable que Hegel la conociera o que supiera ya de Gilbert por esta actuación para ser habilitado allí. Piénsese que Hegel lee su disertación "De Orbitis planetarum" en Jena, en agosto de 1801, centrado en Kepler y las leyes de la Astronomía. 
Gilbert defendía en aquel documento —y será un talante que posea su revista— la necesidad de fundamentar matemáticamente la Física y aritmetizar exhaustivamente parámetros y resultados del laboratorio, una actitud pedagógica similar a la que abiertamente proponía también por entonces en Inglaterra, Dalton. 
Los datos que aquí vertimos sobre la biografía de Gilbert proceden del obituario que se publicó en su propia revista. 
Ludwig Choulant (1791-1861), miembro de la Academia de Medicina y Cirugía de Dresde y un experto en Historia de la Medicina, fue el encargado de hacer esta necrológica. Poco antes, Gilbert le había publicado sus análisis sobre los componentes del opio. 
Choulant, en las visitas que hizo a Leipzig, y al conocerle en la cercanía de su vida privada, habla de él como una persona de «voluntad decidida» y que mostraba en general el «modo de pensar científico».
Le sorprendieron los numerosos extractos que llevaba preparados, no sólo para la cuidada redacción de los Anales, sino para las clases, sobre todo para las horas de Física y de Química en la universidad, así como para las conferencias en los Privatcollegia sobre Óptica, Mecánica y combinaciones químicas. Todo ello con el inconveniente de una salud y complexión débil, como detalladamente nos certifica Choulant"Por una debilidad en el crecimiento, una construcción corporal afeada [...] se acostumbró más al retraimiento y a la actividad aíslado en su mesa de estudio. Este modo de vida le condujo también por Leipzig, y ahí estaban además los profesores Krug, Keil, Gehler, Mollweide, Heinroth, Clodius, el consejero de finanzas Campe, el consejero municipal Rochlitz, el parlamentario Auger, el librero Barth, D. Hillig, el comerciante Reichenbach, el barón von Uckermann de Wesenstein, entre otros, que eran su compañía habitual". 
Gilbert estaba soltero, pero con buena relación social con señoras educadas y simpáticas. En sus expresiones [tenía] un alto grado de pureza, siempre decoroso y vestido con gusto, y muy auténtico para conversar en ambientes cultos, diversos y finos; frecuentaba los mejores círculos y era valiosa su presencia, una compañía alejada de toda pedantería que, a menudo, por medio de una graciosa ejecución sabía aplicar opiniones paradójicas, y por educación situarse en oposición contra la mayoría; también por esto se agradecía su presencia. 
Y, por eso también, el profesor G. Hermann en su charla en el círculo académico pudo decir de él: "bastante bonachón y abnegado, sin falsedad y sin mala opinión de nadie, era de un trato apasionado y ameno, que alegraba tantas veces el círculo de amistades con bromas y con invitación a la broma [...]". 
Entre su legado dejó una rica colección de más de 7000 planchas consistentes en valiosos grabados de cobre, especialmente del nuevo periodo de Edelink hasta [Giovita] Garavaglia.
La colección de minerales de Gilbert también tenía un significado especial, pues ejemplares venidos de los cinco continentes tenían una alta cotización en los mercados de París y Londres, y eran la base sobre la que se montaban en laboratorio análisis con electricidad. Campe custodió esta colección. 
El instrumental de experimentación, aparatos sobre todo eléctricos y neumáticos, se registró en una caja con número de catálogo 357. Y su amplia colección de libros, nutrida de obras de Geografía, Matemática, Física y Química, se subastó en Leipzig el 15 de noviembre de 1824. 
La colección estaba enriquecida también con mapas, planos y tablas astronómicas. El artículo que Choulant tituló «Ensayo sobre la vida y obra de Ludwig Wilhelm Gilbert» explica así esos principios teóricos admitidos desde joven por Gilbert:  
"El inhóspito genio creador dirige a algunos a entregarse con predilección a ramas particulares de su ciencia, a alcanzar desde ellas nuevas perspectivas, a ampliarla por medio de nuevos descubrimientos, a esclarecer mediante nuevas explicaciones, y así emprender con ellas quizá una transformación, o preparar como tal una que continúe dominando por mucho tiempo y sea considerada una mejora esencial de la ciencia. A otros, por el contrario, les atrae más, según su orientación espiritual, abarcar con un golpe de vista el todo de la ciencia, velar por el perfeccionamiento formal de la misma, reunir lo existente y clasificar con lucidez, despachar la divulgación de novedades, pero también examinar y seleccionar las mismas para que sólo lo depurado se emplee en la magnífica construcción de la ciencia. 
Que ambos caminos son merecedores de la ciencia, necesarios e igualmente respetables, y que reformadores de todas las ciencias se pueden encontrar en ambos caminos, es innegable, y los nombres de Newton y Bacon de Verulam podrían por sí solos explicar lo dicho. Pero, sobre todo, depende de esto: que el erudito tanto de un camino como de otro reconozca verdaderamente su vocación y persiga incesantemente aquello para lo que está determinado por la Naturaleza".  
Esta visión de la ciencia que inmediatamente percibían sus más próximos colaboradores es también la que se contagia a Hegel para sus cursos de Naturphilosophie. 
Efectivamente, Gilbert fue generoso abriéndose a otros campos de investigación, no es monocromático, no abusa explicitando sólo su tópica preferida (Astronomía y Meteorología), ni tampoco en las noveda-des químicas que explicaba en clase. Esta visión de conjunto es personalmente suya como editor, aunque conociera por formación y trayectoria la Filosofía kantiana. 
La publicación como tal pronto empezó a dejar obsoletas otras que pretendían proporcionar ese estilo enciclopédico, manuales o diccionarios, que escolástica y alfabéticamente disecan conceptos sólo con ejemplos del pasado. La labor académica habitual de la universidad, el extracto, empezaba a demandar otros textos. Los Anales lograban su cometido reflejando el estado vivo de la ciencia con numerosas voces coordinadas por contraste. La revista de Gilbert fue un receptor oportunísimo de los mejores avances de Gran Bretaña, Holanda, Francia, Italia, etc. 
La comunicación que mantuvo con instituciones extranjeras era fluida y rápida. Los actos públicos en el Instituto Nacional de París, los Transactions de la Royal Society en sus sedes de Londres, Edimburgo y Dublín, en la Literary and Philosophical Society de Manchester (familiarmente conocida como la Lit and Phil), en la Academia de Turín, y tantos otros, son los focos de interés del Gilbert editor, y con ellos entrevera cada número de la revista, que ya de por sí empezaba enriquecida.
Perteneció a las siguientes asociaciones científicas: las Reales de Haarlem y Copenhague, la de Amigos naturalistas de Berlín, de Rotterdam, la Jablonowsky de Leipzig, la Económica de Dresde y de Potsdam, la de Mineralogía de Dresde y de Jena, las de Física de Frankfurt del Main, Groninga, Halle, Heidelberg, Leipzig, Marburgo y Rostock. 
También a las Reales Academias de San Petersburgo, Amsterdam, Berlín, Múnich y Gotinga. 
La muerte, casi repentina, le sobrevino el 7 de marzo de 1824 a las diez de la noche; la tarde del viernes anterior continuaba con sus actos rutinarios, como reuniones en Sociedades científicas, e incluso expuso a mediodía del domingo su conferencia acostumbrada; horas después se sintió indispuesto. Su amigo Hermann ha dejado inscrito en la lápida de su sepultura:  
Naturae leges doctis ubicunque retectas 
Cognosse impiger et tradere notitiae

* Naturaleza y Libertad. Revista de estudios interdisciplinares. Número 1, 2012. ISSN: 2254-9668

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