jueves, 6 de enero de 2022

DR. LEÓN ATHANASE GOSSELIN

Athanase Léon Gosselin es doctor en medicina nacido el 16 de junio de 1815 en París, Francia.
Hijo de François Claude Gosselin, comerciante y Anne Justine Jacquemin.
Externo en medicina en 1835. Interno en 1836. Asistente de anatomía de la Facultad en 1840. Prosector de la Facultad en 1842
Tesis doctoral: "Estudios sobre fibrocartílagos interarticulares" (1843). Agrégé en 1844. 
Tesis de agregación en cirugía: "Estrangulamiento en hernias" (26 de junio de 1844)
Catedrático de la Facultad de Medicina de París (1ª cátedra de patología externa, 1858-1866. 4ª cátedra de clínica quirúrgica de La Pitié, 1867. 3ª cátedra de clínica quirúrgica de Charité, 1867-1884), Profesor de la Ecole Supérieure de Farmacia de Paris.
Cirujano de la Oficina Central en 1845.
Cirujano de hospitales en 1851, especialista en urología y andrología.
En el ejército fue médico adjunto a las ambulancias de Châtelet.
Gosselin amaba la ciencia, la amaba ardientemente, con pasión. Estudiarla, cultivarla, contribuir a su progreso, ese era su sueño más querido. Hizo este sueño realidad mediante la publicación de una larga serie de libros y memorias sobre una serie de temas diversos que le han valido una alta y legítima reputación en Francia y en el extranjero.
Estaba en la madurez de su talento y de su puesto cuando la ciencia se benefició de los dos mayores descubrimientos de la cirugía contemporánea, descubrimientos que iban a dejar atrás y que dejan atrás todo lo que siglos anteriores habían enseñado sobre el arte de curar. Suprimir el dolor en las operaciones quirúrgicas fue un paso adelante que la imaginación apenas se atrevió a vislumbrar.
Orgulloso y feliz con esta conquista, se podía creer que la ciencia iba a descansar. Pero la ciencia no descansa, prosigue su marcha ascendente y, después de reprimir el dolor, reprime la muerte misma en una multitud de condiciones en las que hasta entonces había permanecido fatal; la reprimió descubriendo los antisépticos y transmitiendo a las grandes membranas serosas del tronco el don de la inmunidad. 
Luego vimos cómo la cirugía abría el tórax y trataba el empiema como un simple absceso, abría el abdomen y ejercía su acción beneficiosa sobre los órganos y tumores considerados inaccesibles. Tantos descubrimientos sucesivos, tan rápidos y tan rotundos, cambiaron la faz de la ciencia.
Gosselin, junto con toda la generación más joven, elogió esta era de progreso. Sentía un legítimo orgullo al contemplar estas grandes conquistas que elevaron tanto a la ciencia, que difundieron sobre ella un esplendor desconocido en siglos pasados ​​y que finalmente hicieron de la cirugía un arte tan eminentemente conservador y tan humanitario. 
Este legítimo orgullo se reflejaba en sus íntimas efusiones. Lo transportó a su enseñanza, le dio a sus palabras un calor comunicativo tan vivo y tan lúcido. Fue entonces cuando vimos estudiantes de todos lados corriendo hacia el hospital de Charité para escuchar las lecciones del maestro.
Nelaton, que también era un maestro y uno de los mejores, acababa de sucumbir. Gosselin heredó la confianza de sus numerosos oyentes. Tenía, además, la mayoría de sus cualidades: ojo seguro, mente clara y juiciosa, precisa y metódica. Como Nélaton, aportó una sabia reserva a su diagnóstico. Siguiendo así los pasos de quien, antes que él, había ganado renombre universal en el mundo quirúrgico, se convirtió en su sucesor y alcanzó la misma altura en la consideración pública.
Pero los estudios que realizó en el hospital, en su laboratorio, en el silencio de la oficina, no absorbieron todos sus momentos. De mente abierta, expansiva y accesible a todas las nuevas ideas cuando se basaban en la observación, a Gosselin le gustaba intercambiar opiniones e impresiones. Era un hombre de libre discusión. Además, durante veintisiete años, siempre fue asiduo en las sesiones de la Academia de Medicina. 
Asistir a uno de esos grandes debates donde opiniones y doctrinas son defendidas contradictoriamente por elocuentes oradores, fue para él una viva satisfacción; pero aún mayor fue su emoción cuando él mismo participó en la lucha. Defendió sus convicciones con calidez, se animó, a veces se emocionó, pero siempre se mantuvo moderado en sus argumentos y lúcido en sus desarrollos. Fue uno de los oradores más apreciados y escuchados.
Elegido el 16 de marzo de 1874, miembro de la Academia de Ciencias (sección de Medicina y Cirugía).
En la Academia Nacional de Medicina, miembro de la sección de patología quirúrgica, 14 de agosto de 1860. Presidente para 1875.
En la Legión de Honor, fue elevado al rango de comandante en 1870.
Durante su carrera, Gosselin se destacó en los campos de la ortopedia, anatomía, fisiología y urología. 
Es recordado por sus investigaciones sobre las enfermedades de los testículos, el cordón espermático y el escroto, y su efecto sobre la fertilidad y la virilidad. 
En este sentido se le considera un pionero de la andrología.
Pero su nombre tambien quedó asociado a una fractura del tobillo descrita cuando era jefe del Hospital de la Charité.  La Fractura de Gosselin es una fractura en forma de V de la tibia distal que se extiende en el pilón tibial y lo divide en un fragmento anterior y otro posterior.
Murió el 30 de abril de 1887 en París, Francia.
Una sala del hospital Lariboisière de París lleva su nombre.

* Comité des travaux historiques et scientifiques // Institut rattaché à l’École nationale des chartes
* Foto de la Biblioteca de la Academia Nacional de Medicina de Francia

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