lunes, 14 de febrero de 2022

DR. WILLIAM STEWART HALSTED

William Steward Halsted nació el 23 de setiembre de 1852 en el seno de una familia acomodada en Nueva York. 
Luego de terminar la escuela, ingresó a estudiar a la Universidad de Yale, donde al inicio se distinguió sobre todo en varios deportes como el béisbol, el remo y el boxeo. Después estudió Medicina –desarrollando fascinación por la anatomía– en la Universidad de Columbia. Se graduó en 1877 con la tesis "Contraindicaciones de las operaciones".
Realizó un internado en el Hospital Bellevue y como médico trabajó en el New York Hospital. 
Allí empezó con William Welch una amistad que duraría toda la vida. Desarrolló algo novedoso para aquel tiempo: una tabla de registro de temperatura, pulso y respiración, con puntos y curvas de colores.
Poco después, entre 1878 y 1880, viajó a Alemania y Austria –donde en aquella época se encontraba lo más avanzado de la medicina– para aprender, en especial en Berlín y Viena, junto a los más famosos médicos de la época, como Theodor Billroth y sus discípulos, Anton Wölfler y Johan von Mickulicz.
Halsted desarrolló una profunda admiración por la escuela médica alemana que le influenció durante todo el resto de su vida. Existe un testimonio de Cushing que señaló que Halsted, ya en Baltimore, cuando viajaba en carruaje de su casa al JHH siempre llevaba el “último ejemplar de una revista alemana de cirugía.”
De regreso en Nueva York estableció una consulta privada, trabajando con 6 hospitales e, inclusive, dando clases de cirugía los domingos. 
Apenas llegado de Europa el Dr. Henry Sands, su antiguo mentor, lo invitó a ser su asociado en el Roosevelt Hospital, y lo nombró jefe del Departamento Quirúrgico de Pacientes Externos. 
Halsted comenzó a trabajar en él todas las mañanas, incluso las de los domingos, y decidió utilizarlo para la enseñanza en lugar del hospital. Atrajo a un grupo numeroso de jóvenes cirujanos, entusiastas y capaces para trabajar en él, entre los que se destacaron cinco: Richard J Hall, fue su primer asistente y uno de sus amigos íntimos. Había estudiado con Halsted en Viena y como él era infatigable, sabía mucha Anatomía, conocía mucha bibliografía quirúrgica y era decidido y técnicamente muy hábil.  
Los otros cuatro eran Frank Hartley, Frank Marhoe, George Brewer y George Woolsey.
El Roosevelt Hospital se encuentra ubicado en la parte media de la isla de Manhattan, en el West Side, en la 10ª Avenida a la altura de la calle 59, cerca de la amplia faja de terreno que, luego de su creación en la década de 1850, quedó al oeste del Central Park. En aquellos años era una zona de pujante desarrollo y el hospital tenía gran actividad. En un artículo del New York Times del 7 de abril de 1886 consta que en 1885 el número total de casos médicos y quirúrgicos tratados por el Departamento de Pacientes Externos fue de 48.054, esto es 131 por día.
Tradicionalmente fue un hospital para enseñanza de la cirugía. Halsted solicitó que se aumentara el instrumental, comenzando por una docena de pinzas hemostáticas. A Sands le pareció que era una cantidad tan extravagante, que antes de dar curso a la solicitud le preguntó: “¿Qué vamos a hacer con tantas?”.
Un año después, en 1881, Halsted fue nombrado médico visitante en el Charity Hospital de la isla Blackwell en el East River (hoy isla Roosevelt) en la que además había una penitenciaría y un asilo de enfermos psiquiátricos. Aunque el cargo era médico, los internos que admiraban su habilidad, exageraban la urgencia de los pacientes para que él los operara.
En 1883 asumió como cirujano consultante del New York State Emigrant’s Hospital de la isla Ward, situada en el mismo río más al norte entre Manhattan, Bronx y Queens, donde se asistían a los emigrantes pobres que no habían logrado insertarse laboralmente. 
También en 1883 fue incorporado al plantel de cirujanos del Presbyterian Hospital. El jefe de cirugía, Dr. Briddon, era un viejo cirujano poco familiarizado con la antisepsia y asepsia. Invitó a Halsted a que operara una tuberculosis de rodilla, asistido por él y por el jefe de residentes. Halsted se lavó cuidadosamente las manos y antebrazos, preparó meticulosamente la piel y colocó los campos. En la descripción operatoria el jefe de residentes hizo veladas alusiones a los esfuerzos de Halsted por mantener las manos de Briddon fuera de la herida y terminó su descripción con este comentario: “Halsted estéril, Dr. Briddon sin comentario”.
Finalmente ese año Halsted fue incorporado al plantel de cirujanos del Chambers Street Hospital, que era el hospital de agudos más activo de la ciudad de Nueva York.
Por último en 1884 fue nombrado cirujano visitante del Bellevue Hospital, en el que había sido interno. Éste fue el primer hospital público de la primitiva ciudad y se fundó en 1736 en el sur de Manhattan. 
En 1816 fue trasladado a su actual ubicación en el East Side, en la 1ª Avenida a la altura de la calle 26, sobre el East River. A partir de 1841 tuvo su escuela de medicina dependiente de la Universidad de Nueva York.
Cuando llegó Halsted era un hospital de 800 camas, y atendía 20,000 pacientes por año. Su higiene era la peor imaginable; en las noches en las salas de guardia pululaban las ratas. Su vieja sala de operaciones estaba en pésimas condiciones y predominaban los cirujanos opuestos a la antisepsia de Lister. Por todo ello la incidencia de infecciones de las heridas quirúrgicas limpias era muy elevada. Halsted se negó a operar en esas condiciones y fue autorizado a montar en uno de los patios una gigantesca tienda para realizar sus propias operaciones, completamente independiente de las demás salas del hospital. Fue una de las primeras verdaderas salas de operaciones en EEUU, con un piso de madera dura “tan liso como una pista de bolos”, una estufa del gas para hervir los instrumentos y aberturas para ventilación e iluminación. Para construirla su hermano y algunos amigos organizaron una colecta y reunieron unos 10.000 dólares.
Halsted operaba con bastante más meticulosidad y cuidado que sus colegas y aplicaba estrictamente las técnicas asépticas.
Además de la actividad hospitalaria tenía una consulta privada muy solicitada, que atendía en una casa de la calle 25 entre las avenidas 4ª y Madison, que compartía con el internista Dr. Thomas McBride; era instructor o demostrador de Anatomía en el College of Physicians and Surgeons y como otros cirujanos, Halsted regularmente dirigía sesiones extracurriculares de preguntas y respuestas (“Quiz”) para el entrenamiento de aspirantes a concursos para cargos médicos, en las que se repasaba todo el currículo de los estudios y les familiarizaba con los aspectos que enfatizaban los miembros de los tribunales respectivos. 
Las realizaba en su casa y eran muy solicitadas porque era un docente muy atrayente, y porque incluían visitas o al laboratorio del Dr. William Henry Welch, un notable médico dos años mayor que Halsted, que había fundado y dirigía en el Bellevue Hospital y en su facultad de medicina el primer laboratorio de fisiología y patología experimental que existió en EEUU y al Departamento de Pacientes Externos del Roosevelt Hospital donde se les permitía ver pacientes.
Los concurrentes a estas sesiones invariablemente obtenían los mejores resultados en los respectivos concursos, concurría regularmente a las sesiones de la New York Surgical Society y, entre 1880 y 1886, produjo 21 trabajos científicos.
En su memoria biográfica de 1935 sobre Halsted, Mac Callum comentó con admiración:
“Es difícil de comprender cómo se las arreglaba para realizar tantas y tan variadas actividades. En esos años de 1880 a 1885 él trabajaba con energía y resistencia sobrehumanas asistiendo en el Departamento de pacientes externos del Roosevelt Hospital por las mañanas, con otros cinco hospitales demandando sus servicios en guardias y salas de operaciones a cualquier hora, con horas regulares de clase en las salas de disección y en el College y con sus sesiones de preguntas y respuestas a 75 o más estudiantes en su casa. Y a pesar de todo este trabajo fue en esa época que sus ideas evolucionaron y comenzaron a aparecer los gérmenes de sus trabajos posteriores".
Y todavía Halsted encontraba tiempo para desarrollar una intensa actividad social (en la casa en que daba su consulta privada organizaba fiestas y cenas a las que concurrían jóvenes profesionales y empresarios de la alta sociedad), artístico- cultural (en invierno las tardes de los sábados en el mismo lugar organizaba conciertos de un cuarteto de cuerdas) y deportiva (como otros médicos, jugaba a los bolos en el Universal Club que quedaba a la vuelta de dicha casa).
Era una persona dinámica, inspiradora y popular. Se dice que en aquella época hizo la primera cirugía de vesícula biliar en los Estados Unidos: una colecistectomía, a su madre, en la mesa de su cocina a las 2 de la madrugada. También se cuenta que hizo la primera transfusión, de su propia sangre, a su hermana que estaba moribunda luego de dar a luz, y que luego la operó y así la salvó. 
En 1882 hizo la primera mastectomía radical en los Estados Unidos.
En 1884 se enteró de las propiedades anestésicas de la cocaína. En el proceso de experimentarla junto con sus colegas y alumnos para confirmar sus efectos desarrolló, lamentablemente, una adicción. Sus amigos reconocieron la gravedad de lo sucedido y lo mandaron a un centro especializado donde lo trataron con morfina, de la cual quedó dependiente por el resto de su vida. En aquella época esas drogas no eran aún ilegales. A pesar de todo esto pudo continuar su brillante carrera como cirujano, pero algunas versiones indican que la adicción cobró algún precio y que su comportamiento no siempre estuvo a la altura de sus logros profesionales. 
Vista la situación en que se encontraba, su padre William Mills Halsted Junior, un presbiteriano muy estricto, su hermano Richard, el Dr. Welch, y otros buenos amigos lo convencieron que se internara en el Butler Psychiatric Hospital de Providence, Rhode Island, que por entonces era una institución líder en el tratamiento de diversas adicciones. La internación se prolongó de mayo a noviembre y fue rodeada del mayor secreto. Halsted se internó con un nombre falso (William Stewart) y la historia clínica de esta internación no ha podido ser encontrada por lo que se supone que la hizo desaparecer.
Sus psiquiatras (Halsted los llamaba “alienistas”) probablemente lo trataron con los medios usuales en la época: reclusión, aire libre, ejercicio y buena alimentación. La agitación y el insomnio eran tratados sintomáticamente con fomentos calientes, alcohol, hidrato de cloral y bromuros. Y como tratamiento de la dependencia se realizaba un abandono gradual y planificado de la cocaína, y su sustitución muy liberal por morfina. Se ha dicho que en esta internación Halsted sobornaba al personal para que le aumentaran las dosis o le dieran cocaína.  
Al alta hospitalaria Halsted regresó a Nueva York, un mes después de la inauguración de la emblemática Estatua de la Libertad.
Por otra parte, por esa misma época, trascendió a la opinión pública un sonado escándalo financiero. En la firma comercial de la familia, Halsted, Haines &Co, se comprobó una malversación de fondos en la que estuvo especialmente involucrado su padre, que la llevó a la bancarrota y afectó seriamente el alto prestigio social tradicional de la familia.
Todos estos hechos sumados a su prolongada ausencia determinaron que Halsted perdiera su clientela y lo sumieron en una profunda desesperación por la desintegración y ruina de su hasta entonces brillante y planificada carrera.
Halsted tuvo recaídas en su dependencia, pero aparentemente no se volvió a internar. Según el testimonio de Douglas Bradley, el primer casero o cuidador de la propiedad, las pasaba con su esposa, en High Hampton una hermosa finca campestre que ambos poseían en Cashiers una pintoresca localidad en las Blue Mountains de Carolina del Norte.
Estas recaídas, los largos viajes anuales a Europa y las estadías de un mes en High Hampton que invariablemente seguían a los mismos, hacían que si bien Halsted seguía produciendo intelectualmente, faltaba a su trabajo en el JHH por largos períodos que algunas veces se extendieron de mayo a octubre.
Durante sus ausencias al hospital era suplantado en sus funciones por el Dr. Finney.
Las autoridades se preocupaban por estas largas ausencias y le enviaron numerosas cartas con advertencias de distinto tenor. Halsted casi nunca las dio por recibidas, ni las obedeció.
Pero aún cuando estaba en Baltimore, en los períodos en que tenía mucho trabajo entre manos, sus visitas al JHH eran tan esporádicas que a veces pasabamás de una semana sin concurrir a él. Prefería trabajar en la tranquila privacidad de la biblioteca de su casa donde estaba mejor resguardado de interrupciones.
Fue pionero en cirugías de hernias inguinales, de cálculos biliares y de cáncer de mama.
En 1886 fue invitado por William H. Welch a Baltimore para trabajar en investigación en el recién creado laboratorio de patología. Allí perfeccionó la sutura intestinal, investigó sobre la curación de heridas e hizo estudios quirúrgicos sobre tiroides en animales. 
En 1890 fue nombrado primer Cirujano Jefe del recién inaugurado hospital de la Universidad John Hopkins y, en 1892, fue nombrado primer profesor de Cirugía de la escuela de medicina, figurando, así como uno de los cuatro profesores fundadores, con William Osler, William Welch y Howard Kelly.
Su sala de operaciones fue escenario de grandes cirugías y del desarrollo de nuevas técnicas, con resultados perfectos que sorprendían a sus alumnos. Se le reconoce haber iniciado el primer programa de entrenamiento estructurado en cirugía, que duraba 6 años, después de cumplir con el internado y con 2 años como cirujano de planta. Entrenó a varios médicos que fueron famosos cirujanos, como Harvey Cushing o Walter Dandy, iniciadores de la neurocirugía, o Hugh Young, pionero de la urología. Su apoyo fue determinante en la creación de los departamentos de ortopedia, otorrinolaringología, urología y radiología en Johns Hopkins.
Se cuenta que su ayudante en el quirófano, Carolina Hampton, sufría una dermatitis al utilizar los antisépticos antes de las cirugías. Halsted encargó a la empresa Goodyear –fabricante de neumáticos– hacerle unos guantes para protegerle la piel, que fueran tan finos como para permitirle realizar el trabajo manual. Así se creó el uso de guantes en los quirófanos y, con el tiempo, se reconoció su importancia en la asepsia.
De esta manera, casi anecdótica, a raíz de la necesidad de ayudar a alguien que padecía dermatitis, se pasó a proteger el campo estéril de las manos del cirujano y de las de sus ayudantes. Para completar la anécdota: en 1890 Halsted y Caroline Hampton se casaron.
Su teoría halstediana ha tenido gran influencia en la forma de entender y tratar el cáncer. Según su concepción, propugnó la cirugía en bloque de los tejidos y órganos afectados por tumores, junto con las vías y áreas linfáticas con el propósito de extirpar en forma radical el cáncer antes de que pudiera alcanzar otros sistemas. Llevó esta práctica a cabo sobre todo en la mastectomía radical, a la que, en su honor, se le dio su nombre.
En la actualidad su teoría se considera superada, también debido a los avances no solo en el campo de la cirugía, sino en el del diagnóstico, que es mucho más preciso por la disponibilidad moderna de múltiples pruebas radiológicas y de imágenes, de biopsias y pruebas de laboratorio patológico, así como de las opciones de tratamientos oncológicos con fármacos. Sin embargo, su teoría se sigue aplicando y considerando con relativa flexibilidad de acuerdo al tipo de tumor y a su situación particular, así como al paciente en general.
Si bien Halsted era agnóstico, solía citar con humildad la famosa frase de Ambroise Paré, cirujano francés del siglo XVI: “Dios lo curó, yo sólo ayudé”. Con su ejemplo en sala de operaciones fue un maestro superlativo y los jóvenes que se entrenaron con él resultaron todos exitosos cirujanos.
En 1922 Halsted todavía ocupaba todos sus cargos en el JHH y en la escuela de medicina. 
En 1919 había sido colecistectomizado por una litiasis vesicular sintomática y tuvo una fístula biliar externa postoperatoria prolongada. A fines de agosto de 1922 estando en High Hampton hizo una colangitis aguda grave por una litiasis coledociana. Llegó al JHH muy grave, pero pudo ser operado. El postoperatorio inicialmente fue alentador, pero luego tuvo tres complicaciones (hemorragia digestiva, neumonía y posiblemente pancreatitis aguda) que el 7 de septiembre de 1922 pocos días antes de cumplir 70 años lo llevaron a la muerte.
Halsted y su esposa Caroline Hampton tenían una casa de montaña en Carolina del Norte, donde solían ir a descansar y donde Halsted disfrutaba de su afición por la astronomía y por la grandeza del universo. No tuvieron hijos.


* Marco Villanueva-Meyer, MD - Revista Galenus
* LA “ENFERMEDAD” DEL DR. HALSTED - Dr. Francisco A. Crestanello - Julio de 2009 - Academia Nacional de Medicina del Uruguay

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