El año 2002 marcó el 30º aniversario de la primera traducción al portugués del libro Psiquiatría Clínica de Mayer-Gross, Slater y Roth (1976), que fue escrito casi enteramente por Mayer-Gross, con sus dos colaboradores contribuyendo con algunos capítulos y corrigiendo su "alemán-inglés" (Peters, 1998).
Es posiblemente el único tratado de Psiquiatría Clínica escrito en el espíritu de la escuela fenomenológica de Heidelberg, publicado en Brasil por la editorial Mestre Jou, hoy desaparecida, y traducido por Clóvis Martins Filho e Hilda Rosa.
Este libro, en dos elegantes volúmenes negros, fue durante mucho tiempo el puerto seguro para toda una generación de psiquiatras, contribuyendo al giro hacia una psiquiatría clínico-fenomenológica en la época dorada de las corrientes antipsiquiátricas de los años sesenta y setenta.
Hoy, sin embargo, ha caído injustamente en el olvido, al igual que su autor.
Wilhelm Mayer-Gross nació en Bingen (Renania) el 15 de enero de 1889. A su apellido paterno Mayer añadió, en un momento desconocido, el apellido materno Gross.
Estudió medicina en Heidelberg, Kiel y Múnich, y en 1912 se convirtió en ayudante de la Clínica Psiquiátrica de Heidelberg.
En 1913 defendió su doctorado "Sobre la fenomenología de los sentimientos anormales de felicidad" (Zur Phänomenologie abormer Glücksgefühle) (WillyMayer Gross apud Peters, 1984 y 1998).
Se retiró para servir en el ejército durante la Primera Guerra Mundial, volviendo a sus funciones en Heidelberg tras el conflicto. El periodo en que Mayer-Gross sirvió al ejército, primero en el frente durante un año y, más tarde, ocupándose de un hospital para soldados con problemas psicológicos, le situó en medio de uno de los debates nacionales más curiosos de su vida y de toda la historia de la Psiquiatría.
Hasta la Primera Guerra, un relativo pluralismo estuvo vigente en el pensamiento psiquiátrico de la época, las corrientes científico-somáticas y psicológicas coexistieron en paz. Sin embargo, la presión de los acontecimientos situó los enfoques médico y psicológico en campos opuestos. La consecuencia inmediata fue la aparición de una neurosis traumática específica, la neurosis de guerra, que llegó a ser tan común que amenazó el esfuerzo bélico de Alemania.
Como acto de protección nacional, los neuróticos de guerra no eran considerados enfermos ni tenían el beneficio de ser protegidos y atendidos como verdaderos pacientes. El argumento era sencillo: si la histeria es un problema psicológico, no es una enfermedad; por lo tanto, los recursos médicos, más que inútiles, son indeseables (Fuscher-Homberger, 1975).
En 1924 hizo su livre-docência con la tesis Selbstschilderungen der Verwirrtheit ("Autoinformes de estados confusionales").
En 1929 se convirtió en profesor asociado en Heidelberg.
Junto con Beringer fundó la revista Nervenarzt y fue coeditor entre 1928 y 1934.
Mayer-Gross trabajó inicialmente en Heidelberg con Franz Nissl (1860-1919), que sustituyó a Kraepelin en la Clínica Psiquiátrica cuando éste se trasladó a Múnich para fundar su propio instituto (Mayer Gross, 1998; Fischer-Homberger, 1975).
Nissl era un profesor muy del gusto de la época, al igual que Paul Emil Flechsig, en Múnich, y Carl Wernicke, en Breslau (y más tarde en Halle), muy centrados en la neuroanatomía y la neuropatología con escaso interés y simpatía por un enfoque psicopatológico de los fenómenos mentales, y hasta cierto punto nihilistas sobre la posibilidad de tratar a los pacientes psiquiátricos.
La marcha de Nissl en 1918, para ocupar un puesto que Kraepelin le ofreció en Múnich, y su sustitución al frente por Karl Wilmanns, que dirigió la Clínica de 1918 a 1933, permitieron el florecimiento de Mayer-Gross y de todo un grupo de jóvenes y prometedores psiquiatras, como Karl Jaspers, Gruhle, Kronfeld, Wetzel, Beringer y Homburger (Janzarik, 1979; Mundt, 1992).
En 1924 hizo su livre-docência con la tesis Selbstschilderungen der Verwirrtheit ("Autoinformes de estados confusionales").
En los casi veinte años que Mayer-Gross trabajó en Heidelberg, su segundo permiso (tras el periodo de guerra) fueron los seis meses que pasó con Bleuler en el Hospital Burghölzli, de la Universidad de Zúrich, donde Bleuler fue catedrático de 1898 a 1927.
Carl Gustav Jung, Ludwig Binswanger y Karl Abraham, entre otros de sus alumnos, se convirtieron en psicoanalistas, pero Mayer-Gross parece no haberse dejado seducir, manteniendo una postura crítica hacia el psicoanálisis durante el resto de su vida.
Aubrey Lewis, en su trabajo sobre Mayer-Gross, agradece la oportunidad de haber pasado meses en Heidelberg durante el año 1928, junto a Beringer (que le dio la bienvenida), el filósofo Jaspers, el hipercrítico Gruhle y el siempre entusiasta Mayer-Gross (Lewis y Mayer-Gross, 1977).
A pesar de su competencia, el futuro de Mayer-Gross empezó a verse amenazado con el ascenso del nazismo. De hecho, su suerte cambió mucho antes de que Hitler se convirtiera en Canciller del Tercer Reich el 30 de enero de 1933. Ya entre 1924 y 1926, cuando se publicó Mein Kampf ("Mi lucha"), su destino y el de tantos otros quedó sellado cuando Hitler declaró que la misión sagrada del pueblo alemán "era reunir y preservar los mayores valores raciales".
En ese mismo libro están claramente contenidas las semillas del antisemitismo y del programa de esterilización de enfermos mentales.
Aunque fue invitado a ocupar la cátedra de Psiquiatría en Groningen en 1932, su origen judío fue un obstáculo insalvable. Sus colegas y amigos alemanes no judíos tampoco tenían salida. Algunos fueron críticos y se opusieron tanto al antisemitismo como a sus métodos, como Karl Jaspers (cuya esposa era judía), Kurt Schneider, Karl Kleist, Karl Bonhoeffer (que se opuso activamente, haciendo que su hijo Dietrich fuera asesinado por el régimen), Oswald Bumke, Gerhard Creutzfeld y Ernst Kretschmer. Por otro lado, Max de Crinis (sucesor de Bonhoeffer en la cátedra de Berlín), Carl Schneider, Julius Deussen, Ernst Rudin, Werner Caterl y muchos otros eran entusiastas de la nueva psiquiatría nacionalsocialista (Lewis y Mayer-Gross, 1977).
Carl Schneider, colega incluso de Mayer-Gross en Heidelberg (y aún recordado con el tiempo por el signo del "dedo de bayoneta"), se afilió al Partido Nazi en 1932, se hizo cargo de la Clínica en 1933 y se convirtió en uno de los principales y más activos defensores de los programas de eutanasia (Lifton, 1986; Roelcke et al., 1998).
No parecía haber salida hasta que el Commonwealth Fund of America proporcionó financiación para que Mayer-Gross realizara una beca clínica en Londres, en el Hospital Maudsley y el Bethlem Royal, para trabajar con Edward Mapother.
En los años siguientes, la Fundación Rockefeller ofreció facilidades económicas para que otros psiquiatras judíos (como el psicogenetista Franz Kallmann), así como médicos de diversas especialidades, emigraran a otros países, sobre todo a Estados Unidos e Inglaterra.
Entre los más importantes del Hospital Maudsley, Aubrey Lewis (1977) destaca a Eric Gutmann, Alfred Meyer y al propio Mayer-Gross. Además de éstos, el año 1933 vio salir de Alemania a una gran oleada de verdaderos genios, como el cineasta Max Ophuls, Boris Chain (Premio Nobel de Medicina en 1945), Hans Gruneberg (genetista), Norbert Elias (sociólogo), Bella Bartok, Bertold Brecht, Einstein, Freud, Thomas Mann, Karl Popper, Schoenberg; la lista es casi interminable (Ambrose, 2002).
Sólo en 1933, unos 1.200 profesores universitarios judíos perdieron su trabajo, cinco años después las 23 universidades alemanas estaban "libres de judíos" (Grady, 2002).
El traslado de Mayer-Gross a Inglaterra, así como el éxodo de los grandes nombres de la Psiquiatría alemana a otros países, dejó un gran vacío que tardó en volver a llenarse. Más que el vacío técnico, al final de la Guerra, Kretschmer y Kurt Schneider eran de los pocos grandes psiquiatras que seguían siendo respetados y capaces de servir de ejemplo a la nueva generación de estudiantes (Häfner y Kretschmer, 1990).
Junto con la escuela de Gaupp de Tubinga y principalmente las de Kretschmer y Kraepelin, en Múnich, la escuela de Heidelberg, con el importante refuerzo de Kurt Schneider, fue la corriente más influyente del pensamiento psiquiátrico europeo en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. El volumen sobre esquizofrenia (1932) del Handbuch der Geisteskrankheiten ("Tratado de los trastornos mentales"), de Oswald Bumke (1932) -sucesor de Kraepelin en Múnich-, de unas 800 páginas, tiene la mitad escritas por Mayer-Gross.
Mayer-Gross fue un gran psicopatólogo y uno de los más grandes psiquiatras clínicos de todos los tiempos, aplicando con gran precisión y elegancia el método fenomenológico desarrollado por su colega Karl Jaspers, además de colaborar con grandes nombres de la Alemania de la época, como Von Weizsacker, Max Weber, Gruhle y otros.
En Inglaterra, enfrentándose a grandes dificultades iniciales con el idioma, trabajó durante años en el Hospital Maudsley (1933-1939), junto a su amigo y compañero de investigación Erich Guttmann, en el estudio de las psicosis orgánicas, las lesiones cerebrales y la insulinoterapia (Gruhle et al., 1960). Hombre de intereses diversos, en 1937 Mayer-Gross escribió la revisión del libro Kretische Kunst ("Arte cretense", de G. Snijder) para el Museo Arqueológico Holandés, considerado en la época, por distintas autoridades, un excelente intento de comprensión psicológica del arte minoico (Peters, 1998; Lewis, 1977).
En 1939 fue nombrado Director de Investigación Clínica en el Crichton Royal de Escocia, hasta su jubilación forzosa en 1955.
Tras la guerra, su importancia fue reconocida en las universidades más renombradas de Alemania, habiendo recibido el título de Profesor Visitante en Múnich y Hamburgo, así como varios premios y honores de la Organización Mundial de la Salud e Inglaterra.
Agradecido a la tierra que le acogió, se convirtió en ciudadano británico y cambió su nombre por el de Willy.
También fue uno de los editores, junto con Gruhle, Jung y Müller, de la primera edición del tratado Psychiatrie der Gegenwart ("Psiquiatría actual"), publicado en 1960 (Gruhle et al., 1960).
Murió en Birmingham el 15 de febrero de 1961, cuando él y su esposa se disponían a regresar a Heidelberg para reincorporarse a su puesto. Aún hoy, una de las salas de la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Heidelberg lleva su nombre.
El tratado de Psiquiatría Clínica de Mayer-Gross, escrito conjuntamente con E. Slater y Sir Martin Roth, tuvo su primera edición en 1954 y la segunda en 1960. La tercera edición inglesa de 1969, traducida al portugués, trae un homenaje al gran psiquiatra alemán por parte de sus coautores, que reconocen, entre otros méritos, el fortalecimiento de la Psiquiatría Clínica por Mayer-Gross en una época en que la Psiquiatría inglesa estaba inmersa "en las generalidades improductivas de la psicobiología de Adolph Meyer" (Slater & Roth, 1976).
Junto con el Text book of Psychiatry de Henderson y Gillespie, fue una de las publicaciones más importantes de Psiquiatría en Inglaterra (Moncrieff, 1999). El texto, aunque anticuado en los aspectos etiopatogénicos y terapéuticos, aporta descripciones minuciosas y ricas de los aspectos clínicos y psicopatológicos de los trastornos mentales.
Para quienes, afortunadamente, aún no han hecho de los DSM y los CIE su libro de texto de Psiquiatría, el tratado de Mayer-Gross, Slater y Roth ofrece un ejemplo de rara y deliciosa lectura (o relectura) psiquiátrica.
Murió en Bingen am Rhein el 15 de febrero de 1961.
* Táki Cordás y Mario Louza de la Universidad de San Pablo, Brasil - Archivos de la revista Clínica Psiquiátrica (2003)
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