viernes, 10 de marzo de 2023

DR. JEAN NICOLAS DENIS EUGÉNE NAGEOTTE

Jean Nageotte nació en Dijon, Francia, el 8 de febrero de 1866, en el número 10 de la rue du Bourg, en casa de Jacques Barbier, su abuelo materno. Era hijo de Eugène Nageotte, profesor del liceo de Châteauroux, que entonces tenía 27 años, y de su esposa Marie Barbier, de 23 años y sin profesión.
Comenzó sus estudios de medicina en Besançon y los terminó en París, donde se convirtió en interno de hospital en 1889. 
Se doctoró en medicina en 1893, primero como jefe de trabajos anatómicos en la Clinique des maladies du système nerveux de la Salpêtrière, luego como médico adjunto en el Hôpital de Bicêtre en 1898, en el Corps des Médecins Aliénistes des Hôpitaux de Paris, y finalmente como repetidor en el Laboratorio de Histología de la École Pratique des Hautes Etudes del Collège de France (1903-1912). 
En 1912 se convirtió a la vez en médico de la Salpêtrière y en profesor del Collège de France,  sucediendo a Louis-Antoine Ranvier (1835-1922), cargo que ocupó hasta 1937.
La obra de Nageotte puede dividirse en tres periodos definidos por la orientación principal de sus investigaciones: el periodo de la "Neuropatología", el de la "Neurohistología y Neurocitología" y, por último, el de la "Biofísica-Cristalografía".
Primero fue alumno del neuropatólogo Gombaut y del profesor Raymond, bajo cuya dirección escribió su tesis médica, titulada "Tabes y parálisis general (1893)", en la que estableció que el origen del tabes no estaba en las neuronas medulares, como se aceptaba entonces, sino en una lesión de los cordones posteriores. Más tarde afinaría esta noción demostrando que la lesión inicial se sitúa a nivel de los "nervios radiculares", que otros autores han perpetuado como nervio radicular de Nageotte (raíces dorsales). 
Este descubrimiento fue objeto de controversia durante mucho tiempo antes de ser aceptado definitivamente; por ello siguió estudiando este tema en profundidad y publicó varios trabajos adicionales. 
Fue durante este periodo cuando entró en contacto con el neurólogo Joseph Babinski, 9 años mayor que él, a quien siempre consideró como uno de sus maestros y con quien describió en 1902 el síndrome de Babinski-Nageotte, consecuencia de una lesión bulbar unilateral de origen sifilítico. 
Podemos considerar que este periodo neuropatológico terminará con la redacción del capítulo "Centres nerveux inférieurs" (319 páginas), en colaboración con el Dr. A. Riche, del clásico "Manuel d'Histologie pathologique" de Cornil y Ranvier (1907).
De las observaciones neuropatológicas pasó a la neuroanatomía, en particular una contribución a la estructura del núcleo gustativo en el hombre (1906), en la que individualizó el nucleus fasciculi ovalis de Nageotte.
Fue también en esta época cuando Nageotte demostró su ingenio técnico desarrollando un micrótomo que podía cortar grandes piezas (cerebro humano), que modificaría en 1909 para realizar secciones de congelación, así como un tipo de platina de calentamiento para histología. 
Describió un método de tinción de la mielina con hemalun de Mayer en secciones congeladas, que evitaba los inconvenientes del postcromado del método de Weigert, y dejó su nombre a la "célula de Nageotte" para el recuento de leucocitos en el líquido cefalorraquídeo. 
La primera manifestación de su interés por la neurohistocitología normal fue la publicación de un folleto titulado "La structure fine du système nerveux" (Maloine, 1905), destinado inicialmente a la Revue des Idées, revista racionalista, pero cuya publicación se interrumpió en ese momento. Se trata de un relato histórico y crítico de los diferentes argumentos que se disputaban vigorosamente en la época sobre la concepción general de la estructura del sistema nervioso. ¿Está formado por células independientes, las neuronas, o por el contrario constituye una vasta red continua de la que las neurofibrillas son el constituyente fundamental, siendo las neuronas sólo los centros tróficos de esta red?. 
Claramente impresionado por los trabajos de Cajal (que recibiría el Premio Nobel en 1907), apoyó sin reservas la teoría neuronal (oponiéndose a la teoría reticularista), al tiempo que subrayaba las dificultades de interpretación de ciertas impregnaciones de plata de las neurofibrillas observadas a los mayores aumentos.
Sus investigaciones sobre el nervio radicular le habían llevado a interesarse por los ganglios raquídeos, y fue a través de los trabajos sobre estos ganglios como pasó de la neuropatología a la histocitología experimental. 
En efecto, habiendo observado ciertas modificaciones de las neuronas de estos ganglios en pacientes tabes, encontró modificaciones análogas cuando injertó ganglios de conejo en el parénquima de la oreja. Esta reactividad conduce a la formación de parafitos de diversos tipos. Destacó la atracción de algunos parafitos por los nódulos residuales formados por la proliferación de células satélite que ocupan el lugar de las neuronas degeneradas. Esta noción de tropismo trófico de los axones por la glía periférica volverá a menudo en sus trabajos sobre la regeneración nerviosa.
A partir de entonces, se dedicó a la investigación fundamental, pasando a los trabajos histocitológicos y a la experimentación biológica sobre el tejido nervioso y conjuntivo, al mismo tiempo que era nombrado sucesor de Ranvier en el Collège de France, convirtiéndose la cátedra de Anatomía General en la de Histología Comparada.
Sus trabajos en histocitología se recogen en un gran libro de título permanentemente moderno: "L'organisation de la matière dans ses rapports avec la vie" (560 páginas, Alcan, 1922). 
Está dividido en dos partes: en la primera desarrolla las conclusiones generales a las que le han conducido casi 30 años de trabajo biológico. La idea principal es combatir el vitalismo y lo que él llama "la ilusión finalista", aún muy extendidos en aquella época, sobre todo en el mundo médico.
La segunda parte está dedicada a un relato más detallado de sus trabajos, con pormenores sobre los equipos y las técnicas. 
Considerado con razón como neurohistólogo, dedicó sin embargo tanto tiempo al estudio del tejido conjuntivo, que justifica el título de su cátedra en el Collège de France, y del que sacó gran provecho en sus trabajos sobre la regeneración de los nervios, que asocian estrechamente tejido nervioso y tejido conjuntivo. 
Su introducción define las características de la vida: excluyendo toda discusión filosófica y sin pretender explicarlo todo, para él el único punto de vista eficaz es admitir que la vida sólo resulta de ciertas propiedades específicas, ligadas a un nivel muy complejo de interacciones moleculares que son únicamente una cuestión de química física, con exclusión de todo "fluido vital" más o menos explícitamente admitido por ciertos histólogos. 
En apoyo de esta concepción, expone sus observaciones y experimentos sobre la neoformación del tejido conjuntivo durante la cicatrización de heridas, retomando y completando los trabajos de Ranvier, en cuya línea se encuentra.
Es sin duda uno de los primeros en demostrar que las fibras de colágeno pueden obtenerse por un fenómeno similar a la cristalización a partir de una solución acuosa acidulada utilizada para obtener la hinchazón de los tendones. 
Si esta solución se precipita con una cantidad adecuada de sal, se obtiene un coágulo de fibrillas de colágeno. El fenómeno es reversible. Este colágeno obtenido artificialmente puede injertarse y experimenta la misma evolución que el colágeno nativo, que se forma a partir de las moléculas del medio interno sintetizadas por los fibroblastos, pero cuyo destino posterior es en gran medida independiente de ellos.
En la polémica que lo enfrentó al histólogo Laguesse, este último dijo a propósito de las fibras de colágeno: "Consideramos que la sustancia fundamental está muy viva, y con G. Pouchet, nuestro maestro, y muchos otros biólogos, no creemos que sea un progreso sobrecargar el organismo vivo con un peso muerto como éste". Respuesta de Nageotte: "Por mi parte, lo que considero un peso muerto es el prejuicio vital. Si me hubiera avergonzado de ello, nunca se me habría ocurrido intentar injertar tejido muerto". 
Y esto nos lleva naturalmente a la aportación más original de Nageotte, la práctica de injertos de tejido conjuntivo muerto, es decir, injertos cuyas células han muerto por fijación con alcohol o formol. 
De hecho, en su historia de esta cuestión demuestra que autores anteriores, y en particular Paul Bert, habían utilizado de hecho esta técnica, pero en la creencia de que estaban injertando tejido vivo. Sin embargo, rinde homenaje a Paul Bert, insistiendo en el hecho de que los medios de que disponía en aquella época no le permitían saber si los injertos estaban vivos o muertos. 
Pudo demostrar que, al menos en ciertos tejidos como el tendón o la túnica externa de las arterias, el armazón fibroso del tejido muerto se incorpora perfectamente al del tejido vivo, siendo este armazón reocupado secundariamente por fibroblastos que han migrado del entorno. 
Evidentemente, esto no es posible con los tejidos conjuntivos cuya sustancia intersticial es sólida, como el hueso o el cartílago. En estos tejidos, el injerto de tejido muerto permanece; no puede ser habitado de nuevo debido al obstáculo físico, pero sin embargo puede integrarse tal cual en el órgano hasta tal punto que no puede distinguirse de él. 
Este trabajo conduce a otra observación original: la metaplasia de fibroblastos observada durante el injerto muerto de tejido conjuntivo duro. 
El mecanismo de estas metaplasias era entonces totalmente desconocido. Todos estos trabajos sobre el tejido conjuntivo le resultaron muy útiles para analizar los resultados de los injertos de nervios muertos.
No es de extrañar que las consideraciones sobre la célula hayan quedado muy anticuadas, ya que la histocitoquímica estaba aún en pañales y la microscopía electrónica ni siquiera en el horizonte. 
El descubrimiento relativamente reciente de las mitocondrias (gránulos y filamentos de Altman) le llevó a sobrestimar su papel en la función celular. Por ejemplo, escribió que la síntesis de pepsina tiene lugar en el interior de las mitocondrias. A esto hay que añadir algunas anticipaciones notables, en particular sobre la membrana celular. 
En cuanto a la neurohistología, Nageotte se dedicó casi exclusivamente al estudio de las fibras nerviosas y de los nervios, con exclusión del sistema nervioso central, para el que se remitió a Ramón y Cajal, a quien rindió un vibrante homenaje, digno de mención por esta mente siempre muy crítica y formidablemente contradictoria, aunque discrepara con Cajal en ciertos detalles de la regeneración nerviosa. 
Uno de los rasgos originales de su obra es que hace un amplio uso de las técnicas de tinción de la histología general, así como observaciones en tejido fresco, en reacción contra el uso excesivamente predominante de las impregnaciones de plata por parte de los neurohistólogos de la época.
Todas las observaciones y descripciones resultantes siguen siendo válidas. De hecho, sólo hay que revisar ciertas interpretaciones, cuando nos encontrábamos en los límites de la microscopía fotónica y a pesar de su proclamada voluntad de permanecer fiel a los hechos, no siempre se abstuvo de aventurarse un poco más allá, por ejemplo cuando interpretó la vaina de mielina como una especie de mitocondria gigante del axón.
Su descripción de la citología de la fibra mielinizada bajo microscopía óptica y sus trabajos sobre la degeneración y regeneración de los nervios son clásicos y no es casualidad que se le confiara el capítulo "Vainas de los nervios periféricos. Degeneración y regeneración nerviosas" (48 páginas, volumen I del tratado de Penfield de 1932 "Citología del sistema nervioso").  
Fue el primero en cuantificar la variación del diámetro de la fibra mielinizada de los nervios motores, cuya sección transversal puede variar en una proporción de 1 a 30 entre su salida de la neurona y su parte intramedular y de 1 a 160 con la parte extramedular, además de constricciones de Ranvier por supuesto. 
Pero la aportación más original, que resulta directamente de su concepción de los fenómenos vitales antes mencionada, es la utilización de "injertos muertos", es decir, la intercalación de un segmento de nervio muerto, muerto por fijación, en lugar de un segmento ausente entre los dos extremos de un nervio seccionado.
Los experimentos realizados en el perro y el conejo dieron resultados muy convincentes, incluso cuando la pérdida de sustancia es importante con sólo un retraso en la mielinización de las fibras regeneradas. Señala de paso que la fijación del injerto sólo con alcohol es adecuada, porque después de la formalina los macrófagos ya no son capaces de eliminar las fibras mielinizadas. 
Como estos trabajos se realizaron en la época de la guerra de 1914-18, suscitaron grandes esperanzas para el restablecimiento de ciertas heridas, pero Nageotte se mostró al principio muy reticente, señalando que todas las condiciones necesarias para el éxito de la operación distaban mucho de cumplirse en el caso de las heridas de guerra. Sin embargo, finalmente se convenció y el Dr. Sencert aplicó el método con éxito en el caso de heridos que habían sufrido la pérdida irrecuperable de un trozo de nervio en el brazo o la pierna. 
Nageotte hizo un estudio de las estructuras hidrófobas tan minucioso como el de las estructuras hidrofílas. Distingue tres tipos de estructuras: estratificadas, filamentosas y radiadas.
Pero la vida no perdonó a Nageotte: un grave accidente de bicicleta en 1923 le dejó parcialmente paralizado y aquejado de fuertes dolores crónicos. Además, se quedó sordo muy pronto: el Profesor Couteaux contó que, durante las visitas que le hizo antes de la guerra, sólo podía comunicarse con él por escrito; el periodo de la ocupación alemana fue especialmente duro: perdió a su mujer en 1943, una de sus hijas fue encarcelada por los alemanes y su yerno deportado.
Observador riguroso y perspicaz, mente original e inventiva, gran trabajador y excelente dibujante, fue también un crítico muy exigente consigo mismo y con los demás.
Fácilmente sarcástico y perentorio en sus juicios, no cedía fácilmente su estima. Permaneció muy unido a sus profesores Gombault y Babinski, a sus amigos Ettlinger, Maillet, Azoulay, así como a los biólogos Wintrebert, Caullery, Rochon-Duvignaud, Hallion, Masson (entre dos viajes a Canadá), al botánico Guilliermond, al matemático Gaston Julia. 
Entre sus alumnos se encontraban Clovis Vincent, Henri Mondor, Pierre Chevallier, Henri Wallon, Jean-Pierre Delay, Gabriel Sourdille, promotor de los trasplantes de córnea, cuyos trabajos sobre los trasplantes le gustaba pensar que habían influido sin duda en esta orientación. Evidentemente, estas listas no son exhaustivas. Por último, es justo añadir que apreciaba mucho la colaboración de su ayudante en el Collège de France, la Srta. Guyon, asociada a varias de sus publicaciones.
Las cualidades antes mencionadas y su forma de ver los problemas han hecho de él un modelo e incluso un maestro de pensamiento no sólo para sus alumnos antes mencionados, sino también para muchos morfólogos. La única prueba de ello es la influencia que ejerció sobre el profesor Couteaux, que no lo admiraba fácilmente, sino que a menudo se refería a él, con el pesar de no haberlo conocido más que en el ocaso de su vida. 
El Dr. Nageotte murió el 22 de julio de 1948.

* Par Jacques Taxi, Professeur honoraire à l'Université Pierre et Marie Curie - Sitio de la Universidad de París.
* World Biographical Encyclopedia, Inc.

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