El Dr. Willy Racine, especialista en Neuchâtel y profesor particular de otorrinolaringología en la Universidad de Berna, nació en Neuchâtel, Suiza, el 5 de agosto de 1898.
Pasó por las escuelas de su ciudad natal y obtuvo el bachillerato en 1917. Ese mismo año inició estudios de medicina en la Universidad de Neuchâtel.
Los semestres siguientes le llevaron a Zúrich y Lausana, donde aprobó el examen estatal federal en 1923.
En el Sanatorio Neuchätelois escribió su tesis doctoral sobre "La reacción sobre la sedimentación de glóbulos rojos en la tuberculosis pulmonar".
Curiosamente, es la primera publicación en la literatura francesa que aborda este tema.
Bajo la dirección del Prof. Mischer padre, se formó como especialista en otorrinolaringología en la Universidad de Berna.
En 1926, Racine se instaló en su ciudad natal.
Comenzaba así un feudo de veinte años de trabajo incesante al servicio de los enfermos y al mismo tiempo para la promoción de la ciencia.
En un principio, Racine desarrolló su labor operatoria en el Hopital de la Providence; en 1986 se le confió también la dirección del servicio de otorrinolaringología del Hopital des Cadolles, el hospital de la ciudad.
En la consulta y en el hospital encontró la oportunidad de trabajar prácticamente al límite de su capacidad física.
Los pacientes apreciaban su trato amable pero firme; sus amigos, a los que siempre había sido leal en todas las situaciones desde su época escolar, estaban orgullosos de sus visibles éxitos; pero sus colegas de profesión empezaron a admirarle, no sólo los de su entorno más cercano, sino también sus amigos de la "Gesellschaft Schweiz".
Aquí Racine era un miembro entusiasta, que acudía regularmente a la reunión anual con un artículo científico de valor duradero; le encantaban estas reuniones porque servían a la ciencia por un lado y a la amistad por otro.
Todo el mundo recordará con agrado y aprecio a Racine, que organizó y dirigió esta reunión anual durante varios años como presidente, con agilidad y carácter vinculante.
Racine sólo pudo hacer frente al doble trabajo de médico y científico sacrificando gran parte de su descanso nocturno, dedicando sus vacaciones, que solía pasar en los Alpes, casi exclusivamente a sus estudios y regulando su modo de vida mediante una estricta autocontención; en ello se vio favorecido por la rara suerte de encontrar una fuente de fuerza y vigor en una armoniosa vida familiar, pues ya en la época del comienzo de su actividad práctica tuvo lugar su matrimonio con mademoiselle Gilberte Taillens, de Lausana.
En esta unión, de la que nacieron dos hijas, encontró una felicidad pura y sin sombras.
Su esposa fue una colaboradora ideal, que le acompañó en la práctica y en la ciencia con el mismo espíritu.
Racine sirvió a la patria durante la guerra como superintendente médico y como médico jefe del departamento de otorrinolaringología del Instituto Médico Militar. Atendió a sus pacientes militares de forma ejemplar, sembrando la confianza por doquier.
Tanto entre el personal subordinado como en el cuerpo de oficiales, era muy respetado por su lealtad al deber. Cada soldado era un amigo para él. Su amabilidad, ligeramente irónica y francófona, abría los corazones de sus camaradas suizo-alemanes en servicio en todas partes: era un buen confederado.
Su gran talento y su aguda comprensión de los problemas científicos le llevaron inevitablemente a la carrera académica: era un hombre de vocación.
Con una monografía escrita con gran claridad, "Le système nerveux végétatif et la cochlée", Racine se habilitó en 1941, en plena guerra, en la Facultad de Medicina de Berna como profesor particular de otorrinolaringología y asumió parte de la docencia clínica como compañero del profesor Rüedi.
Ya al año siguiente, un gran descubrimiento científico coronó su labor investigadora: Racine fue el primero que consiguió demostrar visiblemente las fibras del sistema nervioso vegetativo en el oído interno; con este descubrimiento, el nombre de Racine pasó a la historia de la medicina.
Capaz no sólo de enseñar los conocimientos tradicionales con una presentación magistral, sino siempre impulsado a una investigación inquieta y laboriosa, Racine fue un conferenciante ricamente dotado; utilizaba con habilidad su lengua materna francesa para presentar a sus alumnos de forma sencilla incluso problemas difíciles; su "feu sacré" tenía un efecto inspirador, y sus oyentes no podían escapar a su influencia, pues la claridad y la verdad eran su lema.
Hizo su último sacrificio por la enseñanza universitaria. Modesto, recto y sincero como vivía Racine, él, que quería investigar y enseñar en libertad e independencia, tuvo que experimentar una severa decepción en un nombramiento académico.
Pero fue precisamente aquí donde Racine se nos mostró en su justa medida como investigador y profesor.
Casi vergonzosamente para quienes no lo reconocieron o lo reconocieron demasiado tarde, Racine utilizó de nuevo toda su personalidad para plantear cuestiones científicas que aún esperaban ser resueltas. En su última obra "Le système nerveux végétatif du Iarynx" vemos a Racine victorioso en una trayectoria ascendente.
La repentina muerte del Dr. Racine ocurrió en Wengen, el 2 de marzo de 1946; se estaba recuperando de una apendicectomía realizada con éxito, pero inesperadamente sufrió un infarto.
El destino ha apagado inexorable e inesperadamente la estrella clara y pionera de este importante científico de la Suiza francófona.
* Necrología - K. Kistler - Buchbesprechungen - Books Review - Livres Nouveaux
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