Ramón Castroviejo nació en Logroño, España, el 24 de agosto de 1904, hijo del oftalmólogo Ramón Castroviejo Novajas (Sorzano, La Rioja) y de Ana Briones Trevijano (Navarrete, La Rioja).
Durante su pubertad observó y ayudó en algunas operaciones quirúrgicas de su padre, y desde entonces nunca concibió otra cosa que seguir su profesión.
Estudió el bachillerato en el Colegio Los Maristas en Logroño, y posteriormente se trasladó a Madrid, donde comenzó sus estudios de Medicina en la Universidad Central en el curso 1920-21, licenciándose en 1926.
Durante sus años de estudiante fue un gran aficionado a los deportes —ciclismo, natación, futbol— descollando en lanzamiento de jabalina, llegando a ser en 1927 subcampeón de España y campeón universitario.
Realizó sus prácticas como interno con el profesor Manuel Márquez Rodríguez en el Hospital de San Carlos y en el Servicio de Oftalmología de la Cruz Roja con el doctor Francisco Poyales.
En 1928 marchó a Estados Unidos con una beca de investigación de 6 meses, aunque fijaría allí su residencia durante los siguientes 47 años.
En 1930 se presentó y superó el American Board Exam. Ese mismo año volvió a Europa para recorrer hospitales donde había alguna experiencia clínica en queratotrasplantes, pasando por Madrid, París, Viena, Berlín y Praga.
Trabajó primero en el E.E.N.T. Hospital de Chicago (1928-30), después en la Clínica Mayo de Rochester (1930-32) y en el Institute of Ophthalmology del Columbia-Presbyterian Medical Center de Nueva York (1932-52), donde realizó su primer trasplante de córnea en seres humanos. Allí, comenzó a hacer queratotrasplantes experimentales en animales, lo que resultó muy novedoso, pues en aquel tiempo, el trasplante corneal era algo desconocido fuera de Europa.
En la Clínica Mayo de Rochester, reunió toda la literatura existente, y operó cientos de conejos y algunos perros, reproduciendo todas las técnicas existentes y haciendo variantes en cuanto a profundidad (lamelares, con preservación de Descemet, grosor total, lamelo-penetrantes en escalón), diámetro (de tres milímetros a córnea total, o con conjuntiva y esclera añadidas), forma (circular, triangular, cuadrada, rectangular, trapezoidal, estrellada), bordes (perpendiculares, escalonados, biselados), sujeción (libres sobre cubiertos por suturas conjuntiva-conjuntiva o córnea-córnea receptoras, libres cubiertos por conjuntiva deslizada o invertida), etc.
Sus mejores resultados los obtuvo con trasplantes corneales perforantes cuadrados de cuatro milímetros de lado o rectangulares, iniciados con un bisturí de doble hoja de su creación, completados a bisel con tijera, y sujetos con dos colgajos conjuntivales deslizados y suturados entre sí en el centro de la córnea, o con sutura directa de córnea a córnea.
Sus primeros resultados los publicó en el American Journal of Ophthalmology de 1932.
La curiosidad que despertaron hizo que el mismo año se le diera una beca de investigación en el Eye Institute del College of Physicians and Surgeons de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
En 1933 viajó a Europa para presentar sus observaciones en el XIV Concilium Ophthalmologicum Universale, provocando gran sorpresa que, desde América, hasta entonces ajena al problema de los trasplantes, un joven de veintinueve años marcaba el rumbo a seguir con criterios objetivos basados en la evidencia.
Entre 1936 y 1939 se desarrolló la guerra civil española y entre 1939 y 1945 la segunda guerra mundial.
Y esta época, que fue relativamente estéril para la producción científica de Occidente, fue, sin embargo, muy fértil para Castroviejo, que desarrolló en Nueva York una gran actividad en investigación básica en histopatología y biomicroscopía, y en investigación aplicada en cirugía ocular de catarata, glaucoma y sobre todo de trasplante corneal.
En 1945, el Estado de Nueva York aprobó el primer Banco de ojos del mundo para obtención, conservación y suministro de córneas humanas, que ya fue operacional hacia 1950.
En 1948, Castroviejo abrió un hospital privado de ojos en el barrio neoyorkino de Manhattan, en el número 9 de la calle East 91, que atendía toda clase de cirugía ocular, y que pronto se transformó en el centro de referencia mundial para queratoplastias.
La incredulidad en la eficacia de esta cirugía quedó definitivamente borrada cuando en el congreso de la American Academy of Ophthalmology celebrado en Chicago en 1950, Castroviejo llevó a cerca de cincuenta de sus pacientes trasplantados, los cuales pudieron ser revisados directamente por los asistentes.
Durante las dos décadas siguientes Castroviejo pasó a ser el más conocido oftalmólogo estadounidense.
A partir de 1952 figura como director del Department of Ophthalmology del St. Vicent's Hospital and Medical Center de New York, y Director del Department Special Corneal Surgery, New York Eye and Ear Infirmary entre otros muchos hospitales e instituciones.
En 1936 adquirió la nacionalidad estadounidense. En 1945 contrajo matrimonio con Cintia Warren Smith, con la que tuvo dos hijos, Christopher y Alix.
Al principio de los años setenta Castroviejo comenzó a tener algunos problemas de salud, afectando el corazón y las articulaciones coxo-femorales, lo que requirió implantarle dos prótesis de cadera, y empezó a pensar en regresar a España, a la que comenzó a viajar más frecuentemente, alternando estos viajes con su práctica médico-quirúrgica en Nueva York.
En 1975 se trasladó a Madrid, en donde se había creado tres años antes el Instituto de Investigaciones Oftalmológicas Ramón Castroviejo, vinculado inicialmente a la Universidad Autónoma y, posteriormente, a la Universidad Complutense de Madrid.
En este mismo año impulsará el Banco Español de Ojos, fruto de su experiencia en Estados Unidos, desarrollando una intensa labor tanto desde el aspecto clínico como social mediante campañas publicitarias y utilizando todos los medios de comunicación a su alcance con el fin de difundir la importancia de la donación de órganos.
Desarrolló una ingente labor como cirujano tanto en hospitales como en su clínica privada.
Piezas fundamentales serán la investigación de técnicas quirúrgicas que revolucionaron la cirugía de la córnea, especialmente, el trasplante de córnea.
Fue innovador en la creación y diseño de aparatos de instrumental quirúrgico, como pinzas, portaagujas, o cuchillos para queratoplastias que actualmente llevan su nombre.
Difundió sus investigaciones y práctica clínica por medio de artículos, conferencias, ponencias y de su colección de fotografías y películas. El Dr. Castroviejo filmaba y, posteriormente, montaba y documentaba las películas de las operaciones intercalando en muchas de ellas textos explicativos con clara finalidad docente. Su filmoteca reúne más de cuatrocientas películas.
Impulsó la formación de jóvenes profesionales, con becas por las que pasaron numerosos oftalmólogos españoles, hispanoamericanos y filipinos, que posteriormente se constituyeron en la Asociación de Becarios del Dr. Ramón Castroviejo.
A su muerte, el 1 de enero de 1987, a causa de un cáncer de laringe, el Dr. Castroviejo donó sus córneas. Uno de sus discípulos, el Dr. Juan Murube del Castillo, realizó el trasplante de una de ellas, asistido por los Dres. Muñóz Negrete y Gutiérrez Carmona, en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid (Murube et al., 1999)
La importancia de la figura del Dr. Castroviejo queda reflejada en los numerosos reconocimientos de carácter científico y profesional, como miembro honorario de sociedades científicas, nombramientos en destacadas universidades o la considerable bibliografía dedicada a su trabajo.
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