domingo, 15 de enero de 2023

DR. THEODOR HERMANN MEYNERT

Aunque nacido en Alemania, el 15 de junio de 1833 en Dresde, Theodor Meynert acompañó a su familia a Viena, donde su padre, el periodista Hermann Günther Meynert fue crítico de teatro bajo el pseudónimo de Janus. 
Allí realizó Theodor sus estudios de medicina y se volvió rápidamente hacia la neurología y la psiquiatría. Titular de una cátedra de psiquiatría desde 1870, sus trabajos sobre neuroanatomía del cerebro contribuyeron largamente al prestigio científico de la Universidad de Viena en aquellos años. Meynert defendía una visión del cerebro organizado en diferentes áreas funcionales conectadas unas con otras por haces de sustancia blanca. 
Desde 1867, publicó también una clasificación de las enfermedades mentales fundada sobre sus corolarios anatomo-patológicos que dividió a sus colegas.
Considerado sin embargo como uno de los más grandes neuroanatomistas y psiquiatras de Europa, fue profesor de Paul Flechsig, Carl Wernicke y Auguste Forel. 
Theodor Meynert intentó mejorar las condiciones del hospital psiquiátrico para hacerlas más humanas.
Este maestro de la psiquiatría vienesa, amante de la música, del arte plástico y la literatura, era, lo mismo que Hermann Nothnagel, un alumno de Karl Rokitanski (1804-1878). 
Desde 1873, y hasta su muerte, ocupó el cargo de médico jefe del hospital psiquiátrico de la ciudad. Personaje de carácter difícil y ambivalente, era conocido por sus cóleras apasionadas, y sin duda esta actitud tuvo que ver con el interés que suscitó en él la amentia, es decir, la confusión mental. 
Gran anatomista del cerebro, se inspiró en el modelo herbartiano para diferenciar la corteza superior, que consideraba una instancia socializada, de la corteza inferior, de naturaleza primitiva o arcaica. Siguiendo a Willhelm Griesinger (1817-1869), esta descripción le permitió formular la hipótesis de un yo primario y un yo secundario, que sería retomada por Freud en 1895 en su «Proyecto de psicología» y después por los fundadores de la Ego Psychology. 
Según Meynert, el yo primario es la parte genéticamente primera e inconsciente de la vida mental, que se manifiesta en el momento en que el niño toma conciencia de la separación entre su cuerpo y el ambiente. El yo secundario es el instrumento para el dominio de la percepción. 
Con la intención de reducir todos los fenómenos psicológicos a un sustrato orgánico, Meynert terminó por elaborar una verdadera «mitología cerebral». En consecuencia, adoptó el punto de vista del nihilismo terapéutico, desdeñando los tratamientos del alma y renunciando a curar a los alienados que estaban a su cargo. 
Sigmund Freud fue su alumno en 1883. Pasó cinco meses en su clínica psiquiátrica, y ése fue el único momento de su vida en el que tuvo la oportunidad de observar a varias decenas de enfermos mentales hospitalizados: «Hay una gran diferencia -escribió Albrecht Hirschmüller- entre la manera en que Freud abordaba los casos estrictamente neurológicos y los casos psiquiátricos en el sentido moderno de la palabra. En lo que concierne a los primeros, demostró ser un clínico perspicaz […] pero no llegó a abordar a los enfermos gravemente psicóticos desde un punto de vista psicológico.» 
Gracias a Meynert y al apoyo de Nottmagel y Ernst von Brücke, Freud obtuvo el puesto anhelado de Privatdozent en septiembre de 1885. No obstante, las relaciones entre los dos hombres eran conflictivas. Freud no creía en el modelo neuroanatómico de Meynert; además, no le gustaba ese hombre colérico, que a sus ojos carecía de autoridad. 
En París, en el invierno de 1885-1886, conoció a Jean Martin Charcot, el maestro que buscaba. Después de ese viaje a Francia, Freud entró en la controversia entre Viena y París a propósito de la hipnosis y de la naturaleza de la histeria masculina: en adelante, su oposición a Meynert se fue haciendo cada vez más violenta. 
Charcot distinguía una forma clásica de histeria masculina, determinada por la herencia, y una forma «postraumática», en la cual la herencia no desempeñaba ningún papel. Consideraba los síntomas de la forma postraumática (en particular las parálisis) como trastornos funcionales, sin sustrato hereditario ni lesión orgánica. Como prueba, Charcot recurría al hipnotismo: las parálisis traumáticas presentaban según él una sintomatología idéntica a la de las parálisis producidas bajo hipnosis. 
La escuela francesa y la escuela vienesa rechazaban esta enseñanza, para atenerse a la concepción clásica de la histeria masculina, organicista y hereditarista. 
En este contexto, el 15 de octubre de 1886 Freud dio su famosa conferencia (no publicada) sobre la histeria masculina, en la Sociedad de Médicos de Viena, en presencia de Meynert y Heinrich von Bamberger (1822-1888) exponiendo ante los profesionales vieneses las tesis de Charcot, a las cuales él acababa de adherir. En su entusiasmo, le atribuyó al maestro de la Salpêtrière la paternidad de la noción de histeria masculina, que en Viena ya era conocida. 
La consecuencia fue un formidable enredo. A la controversia sobre la histeria masculina se sumó otra, acerca del hipnotismo. Meynert no sólo rechazaba las tesis de Charcot, sino que consideraba el hipnotismo como una «psicosis producida experimentalmente», y condenaba los métodos terapéuticos basados en la sugestión. 
A su juicio, el sujeto en estado de hipnosis se convertía en una criatura degenerada, sin razón ni voluntad. La crítica de Meynert a la escuela francesa (desde Charcot hasta Hippolyte Bernheim) preanunció la que haría más tarde el propio Freud, al renunciar a la hipnosis. 
En 1932, Maria Dorer fue la primera en demostrar el papel de Meynert en la génesis de algunos conceptos Freudianos. Había sido en parte siguiéndolo a él como Freud tomó conocimiento de los modelos elaborados por Johann Friedrich Herbart, uno de los fundadores de la psicología moderna. En La interpretación de los sueños, Freud narra que en 1892 su viejo maestro, poco antes de morir, le había confiado en secreto que él mismo era un caso de histeria masculina. De modo que había mentido durante toda la vida, siempre atormentado por sus síntomas y su sufrimiento. 
Así nació la leyenda, retomada por Ernest Jones y la historiografía Freudiana oficial, de que Meynert y los médicos vieneses habían negado la existencia de la histeria masculina, y de que Freud había sido el único capaz de demostrar su mecanismo. 
En 1968 Henri F. Ellenberger restableció la verdad, poniendo en duda la «confidencia» de Meynert, y restituyendo la complejidad de un debate a través del cual Freud había podido construir una nueva definición de la histeria. 
Inspirándose en la biografía de Jones, Jean-Paul Sartre (1905-1980) hizo de Meynert, en su Scénario Freud, un admirable personaje de médico romántico, excéntrico, alcohólico y neurótico, obsesionado por la mala fe y atravesado por los síntomas de esa enfermedad histérica cuya naturaleza funcional se había empeñado tanto en desconocer. 
Meynert murió en Klösterburg, cerca de Viena el 31 de mayo de 1892.

* Psicopsi.com
* Ciencia

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