martes, 5 de septiembre de 2023

DR. EDOARDO PORRO

La historia de la Obstetricia está fuertemente ligada a la más antigua, y a la vez una de las más modernas de las operaciones obstétricas: la cesárea.
La operación cesárea es una intervención quirúrgica que consiste en la extracción del feto por vía abdominal a través de una incisión en el útero. El origen del procedimiento, así como su nombre, no son del todo conocidos.
Etimológicamente, el nacimiento de una criatura por corte de las paredes abdominales viene del verbo latino caedere (cortar). A los recién nacidos por esa vía se les llamaba cesones o caesares en la Roma Imperial, precisamente debido a la indicación de la operación, para el nacimiento de un neonato.
Sin embargo, el verdadero origen de su nombre ha sido objeto de múltiples y discutibles versiones. La más popular de todas se desprende del nacimiento de Cayo Julio César (101- 44 a.n.e), quien según Gaius Plinius Secondus (Plinio el Viejo) vino al mundo y llevó su nombre por el útero escindido de su madre.
Otro posible origen de su nombre derivaba de la llamada "Ley Regia o Ley César" de Numa Pompilio, soberano de Roma entre los años 715 y 773 a.n.e.; ley que bajo los Césares habría tenido el apelativo de cesárea, y que imponía la extracción abdominal post-mortem para salvar al feto.
Igualmente, polémicas resultan las afirmaciones sobre quién fue el verdadero creador del nombre de la operación. La mayoría de los autores consideran como tal al francés Francois Rousset (1530-1603), quien menciona por primera vez una section caesarienne en su monografía publicada en 1581 sobre dicha intervención.
Otros afirman que el término section, del latín secare (cortar), fue aplicado por primera vez por el obstetra francés Jacques Guillameau (1550-1613) en su libro para comadronas publicado en 1598.
Finalmente, algunos lo atribuyen al jesuita francés Theofilus Raynaud en su libro "De ortu infantium contra naturam, per sectionen caesarean tractatio", dado a conocer en 1637.
Tomando en cuenta que la causa principal de la gran mortalidad de la operación cesárea residía en la hemorragia y sobre todo en la peritonitis y que la infección partía casi exclusivamente del útero, había que encontrar un método que permitiera de un modo u otro excluir al útero como fuente de peligro. 
El primero que creó una nueva y eficaz técnica operatoria desde este punto de vista y con ello abrió una nueva época, la verdaderamente brillante en la historia de la operación cesárea, lo fue el genial ginecólogo de Milán, Edoardo Porro.
Nacido en Padua el 17 de setiembre de 1842, hijo de Anna Maria Cassola y de su padre Giovanni, trasladado allí como ingeniero del Registro de la Propiedad.
Se crió en Milán, donde asistió al "Ginnasio Liceale dell' Arcidiocesi" y se matriculó en 1860 en la facultad de medicina de la Universidad de Pavía, donde enseñaban luminarias de la medicina.
Porro pasó sus años universitarios sin ser un estudiante de especial mérito; de hecho, apenas aprobó el examen de Anatomía Humana, que constituye el fundamento básico de un cirujano, sacando sólo dieciocho sobre treinta. Se doctoró en agosto de 1865 en la Universidad de Pavía, a la edad de veintitrés años.
Luego pasó por L’Ospedale Maggiore de Milán y el hospital de Santa Caterina, donde tres años más tarde fue su director. 
En lugar de dedicarse al ejercicio de su profesión, se alistó voluntario como soldado y médico a las órdenes de Giuseppe Garibaldi, y siguió al líder revolucionario en la causa de la unidad italiana en la campaña de 1866 en el Tirol. Aunque era un ferviente católico, estuvo presente al año siguiente en la rendición de Mentana. Este delirante acontecimiento cerró su actividad patriótica. 
Edoardo Porro fue nombrado en 1875 profesor de obstetricia en la Universidad de Pavia y comenzó a interesarse por el tema en el Ospedale de San Matteo. 
El 27 de abril de 1876, asistió a Giulia Cavallini, una joven mujer de veinticinco años, quien luego de ser examinada por el profesor Porro comprobó que padecía secuela de raquitismo con un estrechamiento pelviano de grado elevado. “Por la parte derecha no he podido pasar ni el dedo, y además, esta pobre mujer presenta una deformidad lordótica de la columna vertebral con espondilolistesis lumbar, que altera la abertura de la pelvis”, expresó. 
Era evidente que el feto no podría ser expulsado a través de la pelvis cuyo diámetro transverso era de siete centímetros. A diferencia de Storer, Porro planeó la operación, consultó con sus colegas en Pavia quienes concluyeron que por vía vaginal ni la embriotomía sería posible. A pesar que el descubrimiento de la anestesia brindaba alivio al dolor, la técnica quirúrgica para la cesárea conducía irremediablemente a la hemorragia o la infección, y terminaba con la vida de la puérpera. La enferma comenzó con trabajo de parto y ruptura de membranas. 
El profesor Edoardo Porro tomó la determinación de proceder con la cirugía. La paciente fue anestesiada con cloroformo y recostada sobre una vieja mesa de madera, el escalpelo inició la incisión de la pared abdominal, mientras los ayudantes separaban con las manos los bordes de la herida. 
A continuación Porro procedió a abrir el útero, comenzando por el fundus hasta el cervix, cuyos bordes comenzaron a sangrar profusamente. Con rápidas maniobras extrajo en feto, que de inmediato comenzó a llorar. Porro extrajo todo el útero a través de la pared y pidió que le entregaran un lazo de alambre que ya tenía preparado para este fin, y que habitualmente se utilizaban para extraer tumores estrangulando su pedículo antes de cortarlos. 
Colocó el lazo en el cuello uterino tomando además el ovario izquierdo, luego cogió unas tijeras y comenzó a cortar el cuello uterino a nivel del orificio cervical interno. Efectuó la asepsia con esponjas embebidas en fenol.
Suturó el cuello uterino y lo fijó a la sutura de la pared. De esta manera el muñón quedó extra peritonizado, disminuyendo el riesgo de contaminación de la cavidad. En los días siguientes el cuello supuró y la mujer padeció fiebre elevada, severa vulvo-vaginitis, escaras sacra, infección urinaria y secreción de los bordes de la herida; finalmente superó las complicaciones y sobrevivió. 
Porro dio a conocer su técnica: “Della amputazione utero-ovario come complemento del taglio cesareo”. Con la difusión de su técnica, la mortalidad por cesárea comenzó a disminuir. 
Porro murió el 18 de julio de 1902 en Milán, Italia, luego de contraer una infección al sufrir una herida durante una operación que efectuó a un paciente séptico.
La operación cesárea ha sido una de las cirugías de mayor permanencia en la historia de la Medicina que tuvo una evolución convulsa con momentos de aciertos y desaciertos comenzando desde la cesárea post-mortem del siglo XVI.
Los elementos más importantes en su desarrollo lo constituyen la evolución de su técnica quirúrgica, el impacto de la anestesia y la antisepsia en su desarrollo ulterior y la reducción de la mortalidad perinatal con el descubrimiento de los antibióticos y la ultrasonografía, pero un factor siempre estuvo al acecho en la historia de esta intervención: la incorrecta indicación.

* Miguel R. Sarduy Nápoles. Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas. La Habana, Cuba.
* Ciencia

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