Médico, filósofo, humanista y padre de la medicina ocupacional, Bernardino Ramazzini nació en la ciudad de Capri, el 3 de noviembre de 1633.
Hizo sus estudios escolares en una escuela de padres jesuitas. Después, estudió en Parma por tres años Filosofía y, luego Medicina, graduándose en 1653.
Seguidamente, trabajó en Roma hasta 1663, cuando contrajo malaria. Esta enfermedad lo afectó seriamente, por lo que volvió a su pueblo natal. Allí se recuperó y dos años después se casó con Francesca Righi y formó una familia con cuatro hijos.
En 1673, a los 40 años, se mudó a Módena como médico de la Corte y profesor en la Universidad, donde se ocupó en forma sistemática de los problemas de salud ocupacional.
A pesar de seguir con la salud resquebrajada y frágil, en 1700 se trasladó a Padua, donde llegó a ser decano de la Facultad. También fue miembro de distinguidas sociedades científicas internacionales como las de Berlín y Viena, y perteneció al Collegio degli Artisti, del que fue presidente entre 1708 y 1711.
Desde 1705 se le acentuó una enfermedad a la vista, por lo que requirió la ayuda de un copista y de sus familiares, quienes le leían y le escribían. De esa manera continuó enseñando y escribiendo hasta fallecer de una apoplejía, el 5 de noviembre de 1714, en Padua.
Más de trescientos años después de su muerte, es interesante especular hasta qué punto el talento de este médico de Carpi para la innovación clínica y la comunicación, sigue teniendo relación con la medicina del trabajo moderna.
Bernardino Ramazzini insistía en que el progreso de la medicina no debía centrarse únicamente en la fisiología y las cuestiones clínicas, sino que también debía abarcar la salud de la población, observando cualquier relación entre los factores ambientales y la enfermedad.
Este enfoque, aunque influido por la doctrina hipocrática de "aires, aguas, lugares", también se refiere a la necesidad de probar nuevos criterios de observación "en la población", utilizando nuevas herramientas para procesar e interpretar los hallazgos.
Todo ello demuestra que este sabio de Carpi era muy previsor.
Su De Morbis Artificum Diatriba [Enfermedades de los trabajadores], publicado por primera vez en Módena en 1700, revela sus ideas previsoras en su dedicatoria a los reformadores venecianos, sentando las bases de la función social de la medicina y la higiene del trabajo, vinculando a los trabajadores, las empresas y las instituciones políticas.
El tratado tardó al menos diez años en ser concebido y escrito en la última década del siglo XVII.
Ramazzini tenía 67 años cuando lo terminó, con más de 40 años de práctica médica a sus espaldas, y ese mismo año, en la cima de su fama, fue reconocido con la convocatoria de la Universidad de Padua.
El talento de Ramazzini también queda patente en su capacidad para comunicar y despertar el interés de sus lectores, no sólo dentro de los círculos cercanos de la medicina, sino más ampliamente en el seno de la comunidad.
Como cualquier gran comunicador de los tiempos modernos, Ramazzini nos cuenta que la idea de escribir un tratado sobre las enfermedades de los obreros se le ocurrió mientras observaba cómo los comerciantes vaciaban el pozo ciego de su casa.
Ramazzini tuvo la clarividencia de documentar el binomio médico-trabajador, en parte porque el momento era propicio y en parte por su papel como facilitador de ese binomio.
Era consciente de que se estaba produciendo un cambio social y económico y, por ejemplo, en su De Morbis, insistió en que los trabajadores manuales debían gozar de plenos "derechos de ciudadanía".
Sin embargo, la capacidad de comunicación de Ramazzini va más allá del hecho de que impulsara cambios de gran calado en la medicina del trabajo.
Se quejaba de que sus colegas, los médicos -pero también otros-, no mostraban demasiado interés ni entusiasmo por su Tratado.
¿Quién era su "público"?
Identificó a sus lectores como una amplia comunidad internacional de intelectuales, personas influyentes y asesores de príncipes.
Eran las personas que tomaban las decisiones para sus Estados, de modo que el proceso social se ponía en marcha y tomaba forma real, reconociendo que los trabajadores y quienes gestionan los asuntos públicos tienen ciertos intereses en común, equivalentes a los modernos responsables políticos de la salud laboral.
En la construcción y organización sistemática del Tratado, Ramazzini demuestra su avanzada capacidad de comunicación. El contenido de los capítulos se presenta siguiendo un orden bastante estándar de pasos o elementos constantes.
El cuerpo de cada capítulo consiste en una revisión de la literatura, la mayor parte de la cual se encuentra en textos de medicina general escritos por otros médicos.
No obstante, también ha estudiado obras de químicos, "sociólogos" e incluso poetas, precursores de la interdisciplinariedad actual.
A continuación, Ramazzini expone sus observaciones como una clasificación de los oficios, basada en los paradigmas de su propia formación, aunque no lo diga explícitamente.
De ahí se desprenden cuatro epígrafes principales.
El primero agrupa las tareas que exponen a los trabajadores a enfermedades relacionadas con la manipulación o el trabajo con minerales y metales, u otras materias primas extraídas de la tierra, mientras que el segundo agrupa a los trabajadores que absorben toxinas por inhalación del aire.
El tercero trata de las actividades que exponen a los trabajadores a fluidos como el agua, la leche y las bebidas alcohólicas. El cuarto, y último epígrafe comprende las enfermedades debidas a posturas antinaturales o posiciones mantenidas durante largos periodos.
Ramazzini también fue muy previsor al subrayar que las cuatro categorías que agrupan a los trabajadores que presentan factores de riesgo específicos relacionados con el trabajo también están vinculadas -en algunos casos de forma decisiva- a la condición social de la persona, a sus hábitos de vida actuales o incluso a los de generaciones anteriores.
Se ha afirmado que, a pesar de la falta de cifras reales, los capítulos de De morbis se inspiraban en una actitud no esporádica sino sistemática, precursora de lo que hoy denominamos epidemiología.
El enfoque metodológico de Ramazzini se basa en un proceso de deducción que da lugar a su concepto de "enfermedad profesional": una o varias condiciones patológicas que progresan gradualmente, por lo general con rapidez, hasta convertirse en un cuadro típico, específico e indisolublemente ligado a esa tarea concreta, sin perdonar a nadie entre sus trabajadores.
El concepto que Ramazzini tiene de la enfermedad profesional basta para calificarlo de eficaz comunicador, creador de imágenes, iconos y símbolos.
Elabora una cadena simbólica extremadamente sugestiva, un vínculo "natural" y cohesivo entre el taller, el trabajador y la enfermedad de angustia-muerte; esta simbiosis es inmutable, pero puede adaptarse, reconocerse y, en cierta medida, controlarse.
Ramazzini fue uno de los primeros médicos en insistir en la importancia de la corteza de chinchona, sustancia rica en quinina, para tratar la malaria. Ramazzini probó su eficacia, acuñando una frase célebre respecto a ella: “La quinina hizo para la Medicina lo que la pólvora hizo para la guerra”.
Más de tres siglos después de su muerte, Ramazzini sigue siendo un comunicador eficaz, que capta la atención del público con su obra, que destaca por su valor literario, además de por su interés médico. Utiliza imágenes que van de lo alarmante a lo retórico, pasando por lo irónico y lo teatral, para comunicar de forma convincente las terribles condiciones de los trabajadores, un enfoque que sigue siendo muy pertinente hoy en día.
Por los años vividos —que fueron muchos para su época—, es posible situar a Bernardino Ramazzini en el contexto de la medicina del Barroco, aunque muchos aspectos del saber médico de este periodo no fueron más que una continuación de los del Renacimiento.
Durante esta etapa, como señala Laín, la anatomofisiología de Vesalio se resolvería mediante una dinamización de su anatomía, y el carácter originario e impreciso de las instituciones nosológicas y antropológicas de Paracelso se racionalizarían de forma sucesiva.
En la actualidad la figura de Ramazzini es reivindicada por aquellos que se dedican a la medicina laboral tanto en sus aspectos curativos como preventivos. Sin embargo, su larga vida le permitió acercarse a otros temas de medicina, ciencia, filosofía y literatura, situándose como un digno representante de la medicina de su época.
* Carnevale F, et al. Occup Environ Med January 2015 Vol 72 No 1
* EcuRed
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