viernes, 15 de marzo de 2024

DR. JAN VAN DER HOEVE

El relato de la vida de Jan van der Hoeve sigue grabado en la memoria de quienes le conocieron, en el recuerdo de innumerables personas. 
De otras tantas impresiones e imágenes se nos reflejan las facetas radiantes de la personalidad de Van der Hoeve, que escribió su propio mensaje vital no sólo en los pensamientos y corazones de pacientes, alumnos y amigos, sino también en los registros de la sociedad social, en observaciones grabadas y percepciones adquiridas, en lecciones y consejos. 
Estos registros y escritos (una bibliografía comentada por Colenbrander contiene 214 números), en los que se recogen según el tiempo, fechas y actividades críticas, frutos de la observación, el análisis y la síntesis, del trabajo creativo e instructivo, también de la apreciación experimentada y la distinción, son como una autobiografía, en la que para la posteridad y el historiador se contienen elementos y rasgos esenciales en su gran diversidad y armoniosa conexión, y a partir de la cual la totalidad de la vida de Jan van der Hoeve puede ser leída por quienes saben leer esta escritura.
Con intervalos de tiempo inusualmente cortos, se suceden su nacimiento (13 de abril de 1878 en Santpoort), su admisión en la HB.S. (1889), su matriculación en la Universidad (septiembre de 1894), su ascenso a doctor (1 de marzo de 1901), la obtención del doctorado en Medicina (4 de junio de 1902) y su incorporación al ejército, y a un ritmo inigualable se suceden las manifestaciones y anuncios, los informes de trabajos científicos en conferencias y los escritos. 
Pocas personas pueden mantener el mismo nivel de pureza de observación, deducción y acción a un ritmo tan rápido, y no dar una nota falsa.
Un ojo rápido y agudo para los detalles y las conexiones, es decir, vigilancia e interés, afán de aprender, gran comprensión y rápida reproducción fueron sin duda requisitos previos para un paso tan rápido por la enseñanza primaria, secundaria y superior, para la preparación de una tesis, que obtuvo la aprobación del supervisor, el profesor Pflüger de Berna. 
Esta tesis describe muchos métodos de tratamiento quirúrgico del estrabismo e informa sobre la incidencia del estrabismo entre los visitantes de la policlínica de enfermedades oculares de la Rijksziekenhuis de Leiden durante un período de cinco años y sobre los resultados de las operaciones realizadas a los estrabistas por el profesor Koster, maestro de Van der Hoeve. 
Con esta tesis, Van der Hoeve demostró ser un estudiante bueno y ambicioso, pero también demostró que poseía cualidades indispensables para un buen profesor: claridad y sentido del orden.
Esta tesis no fue la primera publicación oftalmológica que apareció de su obra. 
La pregunta de Koster a Van der Hoeve, en relación con un paciente con cataratas juveniles, sobre si la pomada utilizada para las enfermedades de la piel podría haber tenido algún efecto, cayó en terreno fértil. 
Ya en 1901, Van der Hoeve pudo hacer un anuncio preliminar en el que, basándose en dos nuevas experiencias clínicas y pruebas realizadas con naftol en conejos, demostraba el efecto nocivo sobre la retina y el cristalino y lanzaba una advertencia contra el uso de naftol y sustancias afines en medicamentos o alimentos. 
Al repetir estas pruebas en años posteriores, también en conejas preñadas, demostró los peligros de la administración de estas sustancias al cristalino y la retina del feto nonato e hizo verosímil que las cataratas congénitas inducidas por la administración de naftalina de Pagenstecher en las crías nacidas de la madre tratada se debían en parte al efecto de los naftoles. 
Hasta 1905, Van der Hoeve siguió aprendiendo como asistente del desempeño de las funciones de Koster, de su dedicada atención a los pacientes, pero también de sus exactas investigaciones en el campo de la fisiología. Los tutores de Koster (Donders, Talrna, Snellen), sus viajes a clínicas extranjeras como beneficiario del Fondo Donders y su trabajo con Leber, Sattler y Fuchs también beneficiarían indirectamente a Van der Hoeve, al igual que contribuirían al siguiente periodo como funcionario sanitario en Utrecht y la práctica general en este puesto.
El cumplimiento de esta tarea oficial sólo pudo beneficiarse del hecho de que Van der Hoeve no se dejó atrapar de esta manera, sino que gracias a su gran curiosidad, entusiasmo y voluntad de comunicación, gracias también a su gran ambición unida a su propia rapidez de observación, pensamiento y acción, transmitió sus experiencias adquiridas en el ejército y difundió y profundizó sus conocimientos. 
Es en esta fase cuando comienza la larga y continua serie de demostraciones y comunicaciones clínicas con las que enseñaría a alumnos, médicos y oftalmólogos dentro y fuera de las fronteras de su país durante más de cuatro décadas.
Estas comunicaciones derivan su valor y significado principalmente del hecho de que Van der Hoeve tenía el don de fusionar síntomas en síndromes, ver conexiones y establecer vínculos, y también se dio cuenta del gran valor de la metodología exacta y los métodos experimentales. 
En el laboratorio de Zwaardemaker, Van der Hoeve encontró el entorno, la información preliminar y el aparato que necesitaba para determinar el "calor de hinchamiento de la sustancia del cristalino", sobre el que informó en Heidelberg en 1911. 
Al año siguiente, Van der Hoeve informó de sus investigaciones sobre "la presión osmótica y la conductividad de los fluidos intraoculares y el suero sanguíneo de los animales" (v. Graefe's Archiv f. Ophthalmologie).
El número de preguntas que surgen de la clínica y que le fascinan es grande, y la necesidad de dominar los métodos ideados en química y física, de los que cabe esperar respuestas a estas preguntas, es imparable. 
Una investigación sobre la heterogeneidad óptica y la fluorescencia del cristalino en relación con la influencia de los rayos violeta en el ojo y sobre la posible influencia de factores físicos en el desarrollo de cataratas requiere un estudio en profundidad de los problemas físicos, y a una edad avanzada, no rehúye hacer un estudio de estos problemas al estudiar la química de los lipoides y las hormonas, con lo que la observación clínica de una escleromalacia perforans le enfrenta (1943).
En los años 1908-1909-1910, las enfermedades del nervio óptico en casos de sinusitis nasal fueron el centro de interés de los oftalmólogos nasales y oftalmólogos (Quix, Snellen, et al). 
Van der Hoeve señaló el agrandamiento del punto ciego como síntoma temprano de una enfermedad del nervio óptico.
De esta época data una frecuente colaboración científica y una estrecha amistad duradera con A. P. H. A. de Kleyn. 
Van der Hoeve participó en las renombradas investigaciones experimentales del laboratorio de Magnus sobre los reflejos de ajuste y el papel que desempeñan a este respecto el sistema nervioso central, el órgano vestibular y otros sentidos, y a las que están permanentemente ligados los nombres de De Burlet, Rademaker y Versteeg, además de los de Magnus, De Kleyn y WinkIer.
En la investigación de las familias, en las que se originaron tanto los defectos de retina como la sordera, Van der Hoeve encontró en De Kleyn un colaborador muy dedicado. 
Mediante el examen histológico de retinas y laberintos de ratones, ambos intentaron levantar parte del velo que oculta las causas de las correlaciones observadas clínicamente entre ambos órganos.
Cuando una familia, caracterizada por la presencia hereditaria de esclerótica azul y fragilitas ossium, cuya combinación ya había sido descrita por Eddowes en 1900, se cruzó en el camino de Van der Hoeve, éste no pudo dejar de observar la sordera, reconocida entonces por De Kleyn como otosclerosis, y que en adelante formaría una tríada con la esclerótica azul y la fragilitas ossium, conocida en la literatura mundial como síndrome de Van der Hoeve. 
Esta observación detallada y amplia, aguda y exhaustiva, este don de ver y observar, de "captar" conexiones, que da satisfacción como primer paso en el camino hacia la "comprensión", de hacer propias las "cosas" en su contexto mutuo, era muy propio de Van der Hoeve. 
También era una fuente constante de nuevos problemas, de estudio continuado y de nuevas iniciativas. 
Mientras que para el oftalmólogo común la catarata senil y la degeneración macular senil estaban ligadas a la vejez y, en ese sentido, la una a la otra, Van der Hoeve señaló el hecho inesperado y sorprendente de una correlación negativa; la existencia de cataratas parecía excluir la aparición de una degeneración de la mácula. 
Van der Hoeve no dudó en presentar otros hechos, que hacían más plausibles los hallazgos y ayudarían a orientar la búsqueda y recomendación de medios para prevenir estos fenómenos seniles aparentemente obligatorios. 
Otro ejemplo de la apertura de Van der Hoeve a la conexión de muchos fenómenos a veces distantes se encuentra en sus informes sobre la elongatio canaliculi inferioris, el hipertelorismo y el anciloblefaron. 
Éstos dieron pie a Waardenburg a una fructífera investigación embriológica y siguen teniendo eco en muchas otras publicaciones en el campo de la medicina y la herencia. 
La función de su actividad, diseccionada por un agudo discernimiento, parecía compensada por el don, ya mencionado, de agrupar los fenómenos. 
Esto último llevó a Van der Hoeve a agrupar bajo el nombre de "facomatosis" cuatro síndromes hereditarios y divergentes entre sí, basándose en el mero hecho de que las manchas y tumores característicos de cada uno de ellos muestran a menudo tales similitudes de lugar y estructura con otros órganos, especialmente la piel y el sistema nervioso, que cabe sospechar cierta relación y la coordinación parece justificada. 
Frente a la abrumadora diversidad de fenómenos, que quedaban así reunidos bajo un mismo epígrafe, el término propuesto ofrecía un ancla ceremonial, lanzada por el maestro nato, un punto central de reunión de estructuras, en el que se centraba toda la atención, en el que alumnos y oyentes encontraban un punto fijo de contacto para el estudio y el trabajo. 
Puede haber sido criticado desde otros sectores como "un peu obscur et artificiel" por reunir tantos trastornos diferentes, "les unes étant d'origine ectodermique, les autres d'origine mésodermique", prefiriendo hablar con Bogaert y Roger de "dysplasies neuroectodermiques congénitales" (François), pero esto no disminuye el valor del llamamiento que Van der Hoeve hizo al interés de "todo el mundo médico". 
La "Doyne Memorial Lecture" Eye symptoms in Phakomatoses, celebrada en Oxford en 1933, cumplió plenamente su propósito, promoviendo y profundizando el estudio de los trastornos en cuestión. 
El hecho, comunicado por primera vez por Van der Hoeve en 1920, de la frecuente aparición de tumores oculares en enfermos de esclerosis tuberosa (Bourneville) adquirió inmediatamente (en 1923) un alcance más amplio al atribuirlo a las "facomatosis" y adquirió así una importancia didáctica cada vez mayor para el pensamiento médico. 
Así pues, la conferencia de Oxford puso de manifiesto una vez más los grandes méritos de Van der Hoeve como conferenciante culto y orador fascinante. 
Estas cualidades también se pusieron de manifiesto en la conferencia Bowman sobre "Movimientos oculares", celebrada en Londres ese mismo año por invitación de la Sociedad Oftalmológica del Reino Unido, en la que disfrutó del placer de exponer ante un auditorio de tan alta distinción, fenómenos y problemas a los que había dedicado gran parte de sus investigaciones desde el principio de su carrera. 
En efecto, el tratamiento quirúrgico del estrabismo, que fue el tema de su tesis doctoral en aquella época, siempre había conservado su interés, como demuestra la minuciosa monografía sobre el mismo tema, que compiló a petición de Elschnig para el "Handbuch der gesamten Augenheilkunde v. Graefe u. Saemisch" (1922). 
Aquí no dejó de dedicar una consideración a la naturaleza del estrabismo, empresa un tanto precaria a la vista de nuestros conocimientos. 
Su habilidad didáctica le hizo encontrar en una "diplopiafobia" el medio de colmar muchas lagunas de nuestros conocimientos; la feliz satisfacción de este descubrimiento le mantuvo durante mucho tiempo prisionero dentro del círculo que él mismo se había trazado. 
Sin embargo, esto no impidió que el investigador, centrado en lo concreto, utilizara datos anatómicos y la correcta aplicación de las leyes de la mecánica, para hacer una representación esquemática de las posibilidades de construcción del aparato motor periférico, sobre el que actúan diversos estímulos (laberínticos, retinianos, etc.). 
Presentó una mejora del diagrama de Márquez y aceptó de buen grado la ayuda de Otto Roelofs para describir la acción de los músculos oculares (über die Wirkung der Augenmuskeln, Arch. f. Augenh. 110. 1936. 1-33.).
Los informes sobre la existencia o inexistencia de un punto de giro del ojo, sobre el nistagmo latens, las investigaciones anteriormente mencionadas sobre los movimientos compensatorios del ojo, las investigaciones realizadas con Flieringa sobre el funcionamiento del músculo ciliar y la medición de la acomodación dan una idea de su interés incesante por la función motora del órgano visual. 
Incluso ahora, al releer y recordar, al rememorar imágenes y sonidos de momentos de esta vida activa, experimentamos el temor de quedar cegados y perdernos el trasfondo por el que aparecieron estas imágenes. 
Porque este trasfondo es quizá incluso más valioso que el representado. Es como un mosaico, en el que aún reconocemos muchos centenares de miniaturas, tesis de alumnos, varias de las cuales ciertamente le dieron placer, miniaturas de breves demostraciones de pacientes y preparados, de conferencias, lecturas para médicos, sociedades, dentro y fuera de las fronteras. 
Entre medias, descubrimos también esos encuentros íntimos dentro y fuera de las esferas académicas, en los que había que llevar a buen puerto el choque de opiniones. 
Estos antecedentes nos muestran una esfera, la estrictamente personal de Van der Hoeve. Esto no se puede explicar ni plasmar en una fórmula. 
Se puede ver en él al maestro por derecho de nacimiento, rastros del genotipo del maestro, huellas de una juventud en un entorno ávido de aprendizaje, laborioso, amante de la naturaleza y sencillo; lo más esencial no se puede deducir, tiene una autonomía que sólo se puede valorar según la actitud y los hechos. 
Lo concreto le conmovía, no le daba tregua, controlaba sus acciones, que en gran medida estaban encaminadas a prevenir el sufrimiento y a curar. 
Lo oímos de su propia boca cuando, en su Rede, en la inauguración del barrio Boerhave en Leiden, cita palabras de Newman, quien, en la conmemoración del segundo centenario de la Universidad de Edimburgo en 1926, dice con respecto a Boerhaave: "Había en Leyden en aquel momento un profeta vivo y son los hombres y no los métodos, los que hacen una Universidad". 
Aunque no era un creador preeminente, era supremo como profesor, un hombre de amplio aprendizaje, claro, convincente y elocuente en la exposición, un maestro en su trabajo, a lo que Van der Hoeve añade: "Nosotros que dirigimos las clínicas podemos despertar a los estudiantes a la precisión de la investigación y la observación que Boerhaave exigía, pero sobre todo guiarlos en la alta dedicación y el amor a los pacientes que eran tan característicos de nuestro gran predecesor".
El modo en que Van der Hoeve marcó el camino, no sólo en el desempeño de sus funciones, primero en Groningen (1913-1918) y luego en Leiden (1919-1948), sino también en los numerosos contactos que mantuvo con pacientes, médicos, oftalmólogos, colegas y amigos, aquí y en otros lugares, se refleja en el gran número de conferencias y funciones para las que fue invitado, y en un gran número de premios que recibió. 
En la Nederlandsch Oogheelkundig Gezelschap su voz se oía con gusto, sus palabras tenían gran autoridad, y fue presidente durante muchos años. 
En las reuniones de las sociedades hermanas extranjeras, Société BeIge d'Ophtalmologie, Société Française d'Ophtalmologie, Deutsche Ophthalmologische Gesellschaft y Ophthalmological Society of the United Kingdom, también era un orador bienvenido y un amigo, al que la gente echaba de menos sin querer.
Cuando en los años posteriores a la Primera Guerra Mundial (1914-1918) sintió la necesidad de reanudar aquellos contactos científicos, que desde 1857 se habían cultivado en una larga serie de Congresos Internacionales que se repetían regularmente y que habían demostrado su gran importancia, y cuando se había formado un comité en una Convención Angloamericana en Londres (julio de 1925) (Treacher Collins, Sir John Parsons, Leslie Paton, Geo E. de Schweinitz, Walter Parker) para lograr este objetivo, fue Van der Hoeve en quien se centraron todas las miradas. 
Respaldado por consejos telefónicos y promesas de apoyo de su propio país, Van der Hoeve aceptó el llamamiento que se le hizo y tomó la iniciativa de la reunión celebrada en Scheveningen del 12 al 14 de julio de 1927 de representantes de 26 países que, bajo la presidencia de Treacher Collins, se declararon unánimemente a favor de la reanudación de los congresos oftalmológicos internacionales y de la fundación de un Conseil d'Ophtalmologie. 
Como primer presidente de este Consejo Internacional, Van der Hoeve tuvo el placer de acoger el XIII Concilium Ophthalmologicum en Holanda (Amsterdam-La Haya) en 1929 e invitar a Su Majestad la Reina Madre a realizar la ceremonia de apertura. 
Grande y sincero fue el agradecimiento que, en la sesión de clausura, Van der Hoeve expresó a través del Presidente Honorario Treacher CoIlins: 
"Encuentro que mi vocabulario es insuficiente para expresar mi admiración. Siento que debe ser para él una fuente de inmensa satisfacción y felicidad haber dado placer y alegría a los mil miembros que han asistido a este Congreso".
Estas cualidades especiales, que le garantizaban la autoridad y el oído de un buen presidente y que tan especial importancia tienen para el trabajo fructífero y la armonía en una sociedad, le convirtieron en una figura respetada, a menudo nombrada presidente, también en círculos no oftalmológicos.
Cofundador con Marx y Loeb de la Algemeene Nederlandsche Vereeniging tot voorkoming van Blindheid, fue su primer presidente designado.
Convencido de que "una buena profilaxis oftalmológica es de suma importancia no sólo para los individuos, sino para toda la sociedad", también hizo suya la afirmación de v. Himly: "cada médico sea oftalmólogo, cada oftalmólogo sea médico". 
La prevención de la ceguera fue el tema de su discurso de canciller (1937), un llamamiento apasionado a "todos para que traten de obedecer el mandamiento imperativo 'ama a tu prójimo'" y para que demuestren que la chispa de lo Divino presente en cada ser humano vive realmente en él, para que actúe en el espíritu del fundador de la Universidad de Leiden, en el espíritu de Guillermo de Orange".  
En 1935 se celebró en Leiden, bajo la presidencia de Van der Hoeve, el XXV Congreso Nederlandsch Natuur- en Geneeskundig. 
En su discurso inaugural sobre "cooperación y fronteras", señaló la gran importancia de la cooperación entre científicos naturales en sentido amplio y estricto, que tan sumamente fructífera ha resultado, sobre todo en los últimos siglos. 
La División de Física de la Real Academia de Ciencias, de la que era miembro desde 1923, lo eligió vicepresidente en 1926 y presidente en 1931, sucediendo a Went.
En la reunión de esta división celebrada el 31 de mayo de 1952, el presidente, A. Kluyver, conmemoró la dedicación ejemplar y el gran talento con los que Van der Hoeve ocupó la presidencia durante nada menos que 16 años, y también cómo logró superar las dificultades encontradas con una sorprendente mezcla de intrepidez y reflexión. 
Su Majestad la Reina lo distinguió en 1928 a Caballero de la Orden del León de los Países Bajos, en 1931 a Comendador de la Orden de Oranje-Nassau y en 1948 a Gran Oficial de la Orden de Orange-Nassau.
El Dr. Van der Hoeve murió en Leiden, el 26 de abril de 1952.

* W.P.C. Zeeman, Levensbericht J. van der Hoeve, in: Jaarboek, 1952-1953, Amsterdam, pp. 291-301

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