Jan Waldenström era el gran hombre de la medicina interna sueca, conocido y respetado internacionalmente. Pocos tienen el privilegio de que su nombre vaya unido a una afección médica, pero los médicos de todo el mundo conocen la enfermedad de Waldenström, un tipo especial de trastorno sanguíneo de curso a menudo prolongado y sintomatología variable.
La ciencia y el arte de la Medicina se aprende mientras enseñamos, investigamos y curamos de los pacientes. Así lo creía el doctor Jan Gosta Waldenström, un gigante sueco de la Medicina del siglo XX que describió nueve enfermedades.
No deja de llamar la atención que Waldenström señalara en primer lugar la dimensión docente de la práctica médica, algo consustancial para muchos médicos a su práctica diaria y que, para todos, forma parte de la memoria de nuestra formación. Los médicos aprendemos con otros médicos, mientras se cuida y se cura a los pacientes y a la vez que se investiga para mejorar los diagnósticos y avanzar en los tratamientos.
Waldenström nació en Estocolmo, Suecia, el 17 de abril de 1906.
Era la cuarta generación de una distinguida familia de médicos.
Su bisabuelo era médico general en la zona más septentrional de Suecia, responsable de un distrito de casi todo el tamaño del país al norte del círculo polar. Su abuelo fue internista en Uppsala, donde fue nombrado profesor de medicina. Su padre era un conocido cirujano ortopédico y profesor del Instituto Karolinska de Estocolmo. Tres de los hijos de Jan Waldenström, Johan, Anders y Erik, le han seguido como quinta generación en la medicina.
Jan tuvo una educación clásica. Hablaba inglés, francés y alemán con fluidez, era versado en música clásica y buen lector de literatura. Era un botánico experto. Recuerdo que en un crucero científico alrededor del mundo llegamos a Tahití y una mujer nos llevó a dar una vuelta por la isla. Ella se quedó asombrada cuando Jan le dijo que parara y, corriendo bajo la lluvia, se subió al arcén de la carretera donde había visto una flor rara que no veía desde hacía mucho tiempo.
Jan reció y fue al colegio en Estocolmo, pero estudió medicina en Uppsala. Defendió su tesis en medicina en 1937 y fue nombrado profesor asociado de medicina teórica. Diez años más tarde obtuvo la plaza de catedrático.
En 1950 se trasladó a la Universidad de Lund y al Hospital General de Malmö, donde fue catedrático de medicina interna y jefe del departamento de medicina hasta su jubilación oficial 22 años más tarde.
Durante sus últimos años de actividad contribuyó decisivamente a establecer la oncología como nueva especialidad médica en Suecia. Incluso en su vejez siguió ejerciendo en su consulta privada de Malmö.
Jan Waldenström se dio cuenta al principio de su carrera de la importancia de los contactos internacionales y a mediados de los años 30 trabajó con Hans Fischer en Munich. Siguió manteniendo estrechos contactos con destacados internistas internacionales durante toda su vida y sobrevivió a la mayoría de ellos.
En Múnich estudió la sustancia que da el color rojo a la sangre, las porfirinas, y continuó su trabajo en Suecia describiendo la enfermedad hereditaria porfiria aguda intermitente, frecuente en las zonas septentrionales de Suecia.
En los congresos médicos le gustaba mostrar un árbol genealógico de varios metros de ancho. A partir de la sintomatología y los certificados de defunción había sido capaz de rastrear la enfermedad a través de muchas generaciones. Fue responsable de uno de los primeros estudios reales de población en Suecia, cuando estudió la prevalencia de la anemia ferropénica en la región de Uppsala.
Posteriormente, su interés científico se centró en el estudio de las proteínas plasmáticas, una labor que se vio facilitada en gran medida en Uppsala, donde trabajó junto a dos famosos premios Nobel, Theo Svedberg y A Tiselius.
Fue su estudio de una proteína plasmática específica muy pesada lo que le llevó a caracterizar la macroglobulinemia, ahora llamada enfermedad de Waldenströms. Los primeros informes se publicaron en 1944 en Acta medica scandinavica (117:216-247), revista que posteriormente dirigió. Sus artículos de seguimiento se publicaron en la misma revista cuarenta años después de la publicación original, dando testimonio de una carrera científica inusualmente larga.
Jan Waldenström se interesó más tarde por los denominados fenómenos paraneoplásicos, los peculiares efectos biológicos producidos por diversos tipos de tumores malignos. En este contexto cabe mencionar su trabajo sobre el tumor carcinoide.
Junto con otros investigadores y clínicos, dio la primera descripción de su complicado cuadro clínico y su explicación a través del aumento de serotonina.
A pesar de sus numerosos y destacados logros científicos, Jan Waldenström siguió viendo y ayudando a pacientes. Solía decir que, ante los problemas de un paciente corriente, el sentido común era a menudo más importante que la ciencia y la estadística. Su consejo era «dejar hacer».
"El hecho de que algo vaya mal según el libro de texto no siempre significa que haya que interferir, puede que no sea necesario". Nunca se cansaba de insistir en la importancia de una actitud humanista. Le gustaba decir que el humanismo es la base de toda ciencia y subrayaba lo importante que es escuchar lo que el paciente no dice.
Muchas de las contribuciones científicas importantes de Jan Waldenström empezaron junto a la cama del paciente. Llevaba al laboratorio lo que veía y oía del paciente para estudiarlo más a fondo. En sus últimos años le gustaba señalar que a menudo era posible demostrar cómo un gen heredado daba lugar a una molécula defectuosa que, a su vez, creaba una enfermedad.
Jan Waldenström tenía sentido del humor. Se casó dos veces y tuvo cinco hijos y dos hijas. Le gustaba citar a un famoso sueco medieval que en su lápida quería la inscripción: vixit dum vixit laetus - vivió feliz mientras vivió.
A los 85 años, Jan Gosta Waldenström sufrió una rotura de cadera, al caer mientras ordenaba la biblioteca de su domicilio. En aquel momento, la sanidad sueca no realizaba prótesis de cadera a las personas de su edad. Enterados de lo ocurrido, la prestigiosa Clínica Mayo contactó con el doctor Waldenström y le ofreció gratuitamente sus cuidados, incluyendo un avión medicalizado para trasladarle a Estados Unidos.
Este descubridor de enfermedades rechazó la oferta: él era un ciudadano sueco y no podía beneficiarse de una oportunidad que no existiría para sus compatriotas.
Murió el 1 de diciembre de 1996 en Malmö, Suecia.
* Lars Erik Böttiger - Royal College of Physicians
* Diario Médico - Prof. Jesús San Miguel. Director de Medicina Clínica y Traslacional de la Universidad de Navarra - España - 2022
No hay comentarios.:
Publicar un comentario