La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) celebró el Año Internacional de Al-Razi.
Si bien la obra de este importante médico es desconocida por gran parte de los profesionales y estudiantes de salud, es necesario volver nuestra mirada a este sabio pues sus grandes aportes a las ciencias médicas le hicieron merecedor del título de «Galeno de los árabes», fue por muchos considerado el médico más notable en lengua islámica y uno de los más famosos de la humanidad, incluso rivalizando con Avicena.
En un artículo de la Revista Médica de Chile, el doctor Ricardo Cruz Coke destaca que este médico fue uno de los «maestros que echaron los cimientos de la medicina clásica», un sabio que fundió la tradición médica helénica con los avances de la edad dorada de la medicina árabe, dejando un legado que pervivió al Renacimiento en un saber que ha llegado hasta hoy.
Según una tradición, Al-Rāzī ya era alquimista antes de adquirir conocimientos médicos.
Tras ejercer como médico jefe en un hospital de Rayy, ocupó un puesto similar en Bagdad durante algún tiempo. Como muchos intelectuales de su época, vivió en varias cortes pequeñas bajo el patrocinio de gobernantes menores.
Con referencias a sus predecesores griegos, Al-Rāzī se consideraba la versión islámica de Sócrates en filosofía y de Hipócrates en medicina.
Las dos obras médicas más importantes de Al-Rāzī son Kitāb al-Manṣūrī, que escribió para el gobernante de Rayy, Manṣūr ibn Isḥaq y que se hizo muy conocido en Occidente en la traducción latina del siglo XII de Gerardo de Cremona, el “Libro completo”, en el que examinó la medicina griega, siria y árabe primitiva, así como algunos conocimientos médicos indios.
A lo largo de sus obras añadió su propio juicio meditado y su propia experiencia médica como comentario. Entre sus numerosos tratados médicos menores se encuentra el famoso Tratado sobre la viruela y el sarampión, que fue traducido al latín, al griego bizantino y a varios idiomas modernos.
Los escritos filosóficos de al-Rāzī fueron ignorados durante siglos, y su importancia no se apreció nuevamente hasta el siglo XX.
Aunque afirmaba ser un seguidor de Platón, sus opiniones diferían significativamente de las de los intérpretes árabes posteriores de Platón, como al-Fārābī, Avicena (Ibn Sīnā) y Averroes (Ibn Rushd). Probablemente estaba familiarizado con las traducciones árabes del filósofo atomista griego Demócrito y siguió una tendencia similar en su propia teoría atómica de la composición de la materia.
Entre sus otras obras, The Spiritual Physick of Rhazes es un tratado ético popular y un importante estudio alquímico.
Entre sus aportes a las ciencias médicas destacan: el inicio de la anestesia inhalatoria por opioides (posteriormente de amplio uso en el manejo anestésico-quirúrgico); el establecer que la viruela y el sarampión son entidades clínicas diferentes, corrigiendo la falsa y muy extendida creencia de que eran una única enfermedad, lo que le otorga un lugar destacado en pediatría; el efectuar innovaciones en otorrinolaringología al examinar a sus pacientes bajo la luz solar directa, utilizando espejos reflectantes o espéculos para explorar la nariz y el oído; también describió por primera vez los síntomas de la fiebre del heno.
Por sus aportes anatómicos, Al-Razi llegó a ser el ícono de la cardiología persa.
Pese a su tardío comienzo en la práctica médica, este sabio efectuó brillantes descubrimientos e innovaciones no solo en las disciplinas de la patología y la cirugía, sino que también en el área de química (alquimia) y farmacia.
En particular, se le reconoce como el descubridor del alcohol etílico (que refinaba y utilizaba como antiséptico) así como del ácido sulfúrico, motivo por el cual muchos científicos e historiadores lo consideran como el «Padre de la Química».
En el área de farmacia, Al-Razi legó sus famosas tablas farmacológicas y en su tiempo fue conocido por sus «recetas» donde, por ejemplo, indicaba tratar las obstrucciones nasales mediante sustancias mezcladas con vinagre de vino y para la melancolía recomendaba jugos de amapola o cuscuta.
En el momento de su muerte, acaecida en Rayy en 925 d.C., su legado era monumental: 56 obras de medicina, entre las cuales el Kitab al-Hawi fi-Tebb (Liber Continens o Libro Integral de la Medicina) ejerció gran influencia en toda la medicina occidental.
* Enciclopedia Británica
* Health Journal, Volumen 6, número 1
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