William Hunter, diez años mayor que su hermano John, y de temperamento contrario, nació el 23 de mayo de 1718 en Lanarkshire, en las inmediaciones de Glasgow, en la finca familiar, Long Calderwood.
El séptimo de diez hermanos y diez años mayor que el último, el segundo John, por lejos el más famoso.
A la edad de 14 años, William comenzó sus estudios en la Universidad de Glasgow, donde permaneció cinco años y adquirió la reputación de un buen erudito.
Lo impresionaría Francis Hutchenson, uno de los fundadores del Enlightenment escocés, pues urgía a sus alumnos “a pensar por ellos mismos, despertando en ellos una apreciación de la literatura, artes, y todo lo ornamental y útil en la vida humana, y les imbuía un ansia por el conocimiento y un espíritu inquisitivo”.
Siguiendo los deseos de su padre, tenía la intención de entrenarse para los deberes en la iglesia escocesa; sin embargo, la incertidumbre de suscribir los principios del Presbiterio hizo que se volviera hacia la anatomía y la medicina.
El deseo se confirmó durante un aprendizaje de tres años (descrito por Hunter como los años más felices de su vida) en la casa de William Cullen, quien entonces practicaba en Hamilton.
El aprendizaje era entonces una de las principales vías de formación, especialmente para los cirujanos.
Durante los siguientes tres años la relación con Cullen progresó a una amistad que mantendrían por toda la vida. William diría de Cullen “a quien más debo y más quiero de todos los hombres del mundo”; Cullen lo describiría como “un joven cuya conversación era notablemente vivaz y agradable, y toda su conducta era más estricta y constantemente correcta que la de cualquier otro”. Le ofreció asociarse para abordar la cirugía y la obstetricia, por lo que, para completar su formación, fue a Edinburgo donde, entre otros cursos, asistió al de anatomía de Alexander Monro primus; estos cursos particulares eran populares, substituían carencias de la formación universitaria y constituían otro de los recursos habituales en la formación médica. Monro fue uno de los fundadores de la Escuela de Medicina de Edinburgo, que luego alcanzaría gran prestigio, con Cullen como uno de sus más famosos profesores. Hunter juzgó el curso de Monro bueno, pero incompleto, agregando que “aprendí más escuchando que viendo”.
Viajó a Londres para seguir su formación con William Smellie, un prestigiado obstetra, entonces llamados accoucheur o man-midwife; el término obstetra, de origen griego, recién empezó a ser usado en el sentido actual en el siglo XIX. Durante este período, se perfeccionó en filosofía experimental con Desaguliers, anatomía con Nicholls, y cirugía con Wilkie, en el recién fundado hospital de St. George. Todos eran figuras prestigiosas y muestran la inquietud de Hunter por lograr la mejor formación posible; el curso con Nicholls reforzó la impresión sobre lo limitado de la cobertura y de la experiencia práctica.
El siguiente paso fue un aprendizaje con James Douglas, el del saco, un médico y obstetra respetado, culto y rico; dada la educación clásica de Hunter, el arreglo incluía la tutoría del hijo de Douglas. Poco después falleció su mentor, quien había pedido respetar el acuerdo que incluía un viaje de estudios con su hijo a París.
Allá, Hunter tomó otros cursos de anatomía en los que notó la diferencia que significaba disponer de cadáveres para lograr una experiencia práctica; a su regreso en 1744, a los veintiseis años, Hunter había terminado una formación excepcional e iniciaba una exitosa carrera.
Fue descrito como el “padre de la Anatomía de este Reino y, en algún grado, de todo el mundo”.
Buena parte de su tiempo lo dedicaba a la disección y a la preparación de muestras anatómicas para sus demostraciones. No siempre publicó sus observaciones, ya que eran una atracción para sus cursos; esta práctica propició conflictos de prioridad, con sus ayudantes o con terceros, siendo las más comentadas aquella con Monro sobre el sistema linfático, con Pott por las hernias congénitas y con su hermano John por la circulación placentaria. Estas disputas han sido interpretadas negativamente por algunos, como si su repetición implicase culpabilidad, pero la evidencia ponderada da la razón a William; además, hizo numerosas presentaciones de los aportes de ayudantes o alumnos, incluyendo a John, lo que habla en contra de una conducta de apropiación de aportes ajenos. El conflicto de prioridades subyacería al distanciamiento con su hermano, aunque hay otras explicaciones plausibles como los celos, diferencias de carácter o discusiones de dinero.
Entre sus muchos aportes figura la descripción normal y patológica del cartílago articular, la extensión y función del sistema linfático y la circulación placentaria.
Fue miembro de la Royal Society y distinguido como miembro extranjero de las parisinas Académie Royale des Sciences, donde ocupó el sillón vacante de Malpighi y von Haller, y de la Societé Royale de Médicine. Su obra magna, "Anatomy of the Human Gravid Uterus/Anatomia uteri humani gravidi", parece mejor comentarla como arte aunque fue una contribución anatómica mayor.
Muchos de sus logros pueden ser entendidos desde la perspectiva de un empresario en una época donde el emprendimiento fue ampliamente entendido, fomentado y buscado como una oportunidad de obtener dinero, influencia y cambio en la posición social. Hunter identificó la necesidad de ofrecer cursos más completos con experiencia práctica en disección y los desarrolló a la perfección.
Su escuela le aportaría grandes recursos, al igual que su práctica médica, pero también fue un inversionista y especulador juicioso, exitoso y afortunado, pues habría ganado la lotería. La evolución de sus finanzas muestra tres saltos cuantiosos que corresponderían a esa suerte y a especulaciones con bonos del gobierno y acciones de la East India Company.
En 1747 fue admitido a la Corporation of Surgeons, lo que le permitió acceder a nombramientos en los recientemente inaugurados Middlesex Hospital y el British Lying-in Hospital for Married Women que le aseguraron una práctica constante y el acceso a material para sus disecciones y preparaciones anatómicas. Paralelamente, inició su práctica privada donde su personalidad y competencias merecieron una creciente confianza de personas de diversos estratos, incluyendo la alta burguesía y la nobleza, alcanzando gran prestigio y llegando a ser nombrado médico extraordinario de la reina Carlota.
La especialidad obstétrica, como todas cuando nacen, tenía opositores entre aquellos a quienes amenazaba, en este caso las matronas, y el menosprecio de aquellos que la consideraban inferior intelectualmente, los médicos, para quienes usar las manos o tocar directamente a los enfermos y a sus fluidos era despreciable; los cirujanos, a su vez, miraban en menos a los accoucheurs pues la práctica no era medicina, sino esfera de comadronas; y todos subestimaban a los apotecarios, a quienes consideraban tenderos.
En 1750, Glasgow le confirió el grado médico que le permitió ingresar como licenciado al Royal College of Physicians, aunque no como fellow pues solo los graduados de Oxford y Cambridge, que no aceptaban católicos ni disidentes, podían serlo. Más tarde cofundaría la Society of Collegiate Physicians de la que llegaría a ser presidente.
Hunter escribió: “adquirir los conocimientos y comunicarlos ha sido el placer, el negocio y la ambición de mi vida”.
El anuncio del primer curso en el London Evening Post en 1746 rezaba: “El lunes 1 de febrero a las cinco de la tarde comenzará un curso de Lecciones Anatómicas a las que se agregará las Operaciones de Cirugía con la colocación de Vendajes. Por William Hunter, Cirujano. Los caballeros tendrán una Oportunidad de aprender el Arte de la Disección, durante toda la Temporada Invernal, de la misma manera que en París”.
El curso, en cuatro partes y clases de dos horas de lunes a sábado, era el más completo entre más de una treintena con los que competía y abarcaba, además de anatomía, fisiología, patología y cirugía. Fueron enormemente exitosos y miles de médicos, británicos y extranjeros, lo tomaron durante treinta y siete años; además, asistían artistas y personas curiosas como Adam Smith, Gibbon, Smollett, Burke, Reynolds y Hogarth.
En 1748 invitó a su hermano John, que hasta entonces daba tumbos por la vida, como asistente para las disecciones y, quizás más importante entonces, para el procuramiento de cadáveres. La disponibilidad de estos era la principal limitante para la enseñanza de la anatomía en Gran Bretaña. Como en toda época y lugar, las necesidades generan un mercado y, en esto, el negocio de los resurreccionistas, actividad que provocó desconfianzas e incluso revueltas contra los médicos; la situación estalló con el famoso caso de Burke y Hare y las revueltas del cólera en el siglo XIX.
En 1762 propuso crear una escuela nacional de Anatomía ofreciendo financiarla si el gobierno ponía el terreno; como esto no prosperó, construyó en el Great Windmill Street, cercano a Piccadilly, la que sería hasta su muerte, casa, sala de disecciones y museo.
Hay numerosos testimonios que hablan del talento de William como comunicador y formador, infundiendo en sus estudiantes aquello que aprendió de Hutcheson y que fue práctica en su vida profesional y personal: independencia en el pensar, espíritu inquisitivo, rigor, esfuerzo y perseverancia.
Ha sido descrito como “el más grande comunicador y profesor que jamás haya existido”. Este talento, la provisión estable de cadáveres y la creciente colección de preparaciones “secas y húmedas”, explican su enorme éxito en Inglaterra, donde por lejos fue el más reputado, y también internacionalmente, pues revirtió el flujo de estudiantes que hasta entonces iba desde Gran Bretaña al extranjero. Los apuntes de las dos clases inaugurales muestran su erudición, profundidad, claridad y convicciones sobre el método de enseñanza y las responsabilidades suyas y de los alumnos.
Hunter tenía presente la importancia de su influencia como educador: “Uno puede hacer infinitamente más el bien enseñando su arte que practicándolo: los efectos benéficos de esto están centrados en la ventaja de los pocos individuos que se cuidan como pacientes, pero la influencia de un profesor se extiende a toda la nación y desciende a la posteridad”.
Hunter se relacionó estrechamente con la élite artística y cultural de la época.
Fue nombrado profesor de Anatomía de la recién fundada Royal Academy en 1767 y socio de la Society of Antiquaries. Su obra más reputada, "Anatomia humani uteri gravidi", publicada en 1774 luego de treinta años de trabajo, es sin duda una obra de arte con gran valor anatómico.
Hecha con la colaboración del pintor van Rymsdyk y grabada por sir Robert Strange, fue impresa por el mejor de Gran Bretaña, John Baskerville de Birmingham. Mucho se ha discutido sobre la importancia del dibujante, pero es claro que Hunter guió el trabajo, definió los detalles y desarrolló el estilo de las reproducciones que, combinando claridad descriptiva con belleza, es un proceso indudable de creación artística.
Hubo muchos coleccionistas y colecciones en el siglo XVIII. En Gran Bretaña, la de Sir Hans Sloane, el médico más famoso de la primera mitad del siglo, fue comprada por el gobierno a sus sucesores y formó el inicio del British Museum. La de John Hunter, también comprada por el gobierno y luego entregada al Royal College of Surgeons, pasaría a ser el Hunterian Museum de Londres. La de Richard Mead, rematada luego de su muerte, fue donde William inició sus propias colecciones.
A diferencia de muchos, William era versado en los diferentes aspectos de su interés y en algunos se puede hablar de un erudito. Notoria es su biblioteca con más de diez mil libros, numerosos impresos medievales y contemporáneos, 500 incunables y 6 Caxtons; muchos tienen anotaciones de Hunter en latín o griego. Las pinturas destacan por su calidad, su colección de monedas fue la mejor después de la del rey de Francia y la de conchas considerada solo después de aquella de la duquesa de Portland.
Su colección comprendía también miles de preparaciones anatómicas y, entre otras especies, plantas, corales, insectos, pájaros, fósiles y minerales. Era generoso con su biblioteca y museo pues prestaba y regalaba libros, abría las puertas a estudiosos y guiaba visitas de británicos y extranjeros. Vicq d'Azyr diría “todo elemento [de las colecciones] era, en la mano de Hunter, centro de instrucción e iluminación”.
Donó sus colecciones a la Universidad de Glasgow junto con el financiamiento para incrementarlas y del edificio para albergarla. Mientras se contruyese, dejó a su sobrino Matthew Baillie el usufructo y cuidado y, a tres custodios el encargo de catalogar, incrementar y preparar las piezas para su traslado a Glasgow. Desgraciadamente, ninguno cumplió con su voluntad. No hubo rendición de cuentas, se perdieron documentos y especies por robo, extravío o simple negligencia. Muchas piezas y documentos engrosaron el Hunterian de Londres a través de Baillie y también hubo desidia de la Universidad de Glasgow con pérdidas cuantiosas, con material en bodegas sin catalogar por cerca de dos siglos, y con la fragmentación de la colección en diversas dependencias. Estos factores y la lejanía explican la desmejorada e injusta posición del Hunterian de Glasgow tras el Hunterian de Londres.
William pasó a ser el jefe de la familia a los veintitrés años, al morir su padre. Este, aunque no era pobre, era muy cuidadoso con el dinero y William, a pesar de su éxito económico, nunca abandonaría la frugalidad y la sensatez en sus gastos. Le valdría veladas críticas de su sobrino y abiertas de su hermano John, quien lo calificó de avaro a pesar de destacar, en otro párrafo, que “donde había sufrimiento real, no acaecido por propia desidia o irresponsabilidad, era muy generoso y de la manera más discreta posible”.
Ambos tuvieron motivos para resentir que el pariente rico no les diese más dinero, pero los hechos hablan más bien de alguien pronto a socorrer a quien lo necesitaba pero reacio a hacerlo con quienes, víctimas de sus debilidades de carácter, no lo mereciesen. Es evidente que ayudó a su familia: a su hermano James y también a John, a quien dio empleo y formación, consiguió que fuese aceptado como aprendiz de Cheselden y luego de Pott, arregló para que fuese a Oxford para recibir una educación universitaria, cosa que John desechó apenas dos meses después, a quien ayudó durante su tiempo militar y por diez años después que dejó su empleo. Auxilió a su hermana Dorotea al morir la madre, al matrimonio cuando esta desposó a James Baillie, y siguió haciédolo cuando enviudó. Pagó los estudios y le dió una mesada a su sobrino Matthew; dejó a sus sobrinas una cantidad muy considerable y a su sobrino Matthew la propiedad familiar en Escocia y el ususfructo de la escuela en Great Windmill Street y sus colecciones anatómicas, lo que le aseguraba un muy buen pasar para el resto de su vida. Aunque no mencionó a John en sus testamentos, por lo que este trató de anularlos con la cooperación de Baillie y uno de sus albaceas, su hermana Dorotea lo describió así: “de principios en los cuales se podía confiar que haría lo correcto siempre, afectuoso hacia su familia y presto a levantar su mano en defensa de sus hermanos, pero no de esa disposición franca y abierta que hace ser amados a aquellos con principios menos sólidos y afectos más debiles”.
Hunter partió con evidentes desventajas en la sociedad inglesa del siglo XVIII: escocés, prebiteriano y de una familia con recursos limitados y sin conexiones sociales, culturales o políticas y, además, eligió el camino de la anatomía, de la cirugía y de la obstetricia en una época marcada por la cuna, la religión, la ocupación, el dinero y las conexiones. Al morir era rico, influyente y respetado ampliamente en círculos médicos, culturales y sociales, en Gran Bretaña y en el extranjero, como gentilhombre, anatomista, educador, coleccionista, artista, médico y obstetra.
A pesar de estos logros, que solo pueden ser descritos como extraordinarios, ha sido postergado como individuo, particularmente en la comparación con su evidentemente más famoso hermano John.
Una explicación es la carencia de una investigación completa sobre su vida y obra. Un obituario y tres panegíricos luego de su muerte lo recuerdan; uno redactado por quien lo conoció apenas en sus últimos cuatro años, pero con una copia que tiene anotaciones de su hermano John; los otros, de sus pares franceses que lo conocieron solo por reputación, Condorcet y Vicq d'Azyr. Las biografías posteriores son igualmente incompletas, aunque tres son ponderadas en la presentación de los hermanos. El trabajo de Brock de 30 años es la aproximación más completa que existe y culminó con la edición de su correspondencia en 2008; en ella resaltó la pérdida de muchos de sus documentos, por su propia mano o por sus herederos, hecho que lamentablemente deja en las sombras muchos aspectos de su vida.
Otra explicación reside en la confusión con su hermano, pues muchos de sus logros han sido atribuidos a John por biógrafos superficiales, y a la sombra de este.
Aquí se puede argumentar sobre la influencia de factores como los evidentes méritos propios de aquel aunque por sobre estos, quizás, estuvo la necesidad gremial de contar con un héroe para elevar el status de la cirugía como una práctica científica y no solo manual.
La Hunterian Oration, instituida en 1813, por Baillie y Home, sobrino y cuñado de John respectivamente, y la Hunterian Society en 1819, exaltan hasta hoy, hagiográfica y anualmente la personalidad y aportes de John pero escasamente hablan de William.
El Hunterian Museum de Londres, comprado por el gobierno y entregado al Royal College of Surgeons, y acrecentado por generaciones, se constituiría en un lugar de peregrinaje de los cirujanos del mundo; el gratuito Hunterian de Glasgow, a setecientos kilómetros al norte de Londres y las razones ya expuestas, ha tenido un secundario pero orgulloso lugar por más de doscientos años.
La especialidad de accoucheur demoraría años en lograr un reconocimiento; el Royal College of Obstetricians recién se fundaría 146 años después de la muerte de William. Así, es evidente que pocos individuos o instituciones se han preocupado de conservar y menos resaltar su legado.
Murió el 30 de marzo de 1783 y está enterrado en la iglesia de St. James en Piccadilly muy cerca de sus residencias en Jermyn Street y el Great Windmill Street donde terminó su vida; su museo espera justicia, cerca desde donde nació hace trescientos años.
* Jorge Dagnino-Sepúlveda - División de Anestesiología. Programa de Estudios Médicos Humanísticos, Facultad de Medicina. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile - Rev. méd. Chile vol.147 no.1 Santiago 2019
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