lunes, 6 de enero de 2025

DR. MORITZ BENEDIKT

El escritor Hermann Bahr (1863-1934) subrayó que «el vienés es un hombre que detesta y desprecia a los otros vieneses, pero no puede vivir fuera de Viena». Si bien esta frase se aplica a Sigmund Freud, sin duda conviene mucho más a Moriz (o Moritz) Benedikt, cuyo destino trágico conocemos gracias a la autobiografía publicada en 1906 y a los trabajos del historiador Henri F. Ellenberger. 
Benedikt fue un neurólogo polifacético y de múltiples intereses. 
Nació el 4 de julio de 1835 en Kismarton (en aquel entonces Reino de Hungría, hoy Eisenstadt, Austria), hijo de un comerciante judío. 
Estudió matemáticas y física durante un año antes de pasarse a la medicina en la Universidad de Viena. Entre sus profesores se encontraban el anatomista Joseph Hyrtl, el fisiólogo Ernst Wilhelm von Brücke, el patólogo Carl von Rokitansky y los internistas Johann von Oppolzer y Joseph von Škoda. 
Tras obtener su título de médico en 1859, Benedikt sirvió como médico en el ejército austríaco durante la Segunda Guerra de Independencia de Italia de 1859 y la Guerra Austro-Prusiana de 1866.
Este médico pasó su vida haciendo descubrimientos sobre las enfermedades nerviosas y su tratamiento, sin llegar jamás a ser reconocido como innovador. 
Fue de alguna manera un pionero en las sombras, que vivió de decepción en decepción, y de conversión en repudio, como muchos judíos vieneses de la época, siempre en busca de identidad y atravesados por el «auto-odio judío». 
Benedikt se identificó con todos los científicos malditos olvidados por la ciencia oficial. No sólo siguió siendo un médico oscuro a pesar de su talento, sino que además padeció la desdicha de tener el mismo apellido que un periodista de la Neue Freie Press. 
Especialista en histeria, practicante de la hipnosis y amigo de Jean Martin Charcot, en 1864 sostuvo que la histeria era una enfermedad sin causas uterinas. 
Cuatro años más tarde se interesó por la electroterapia, pero en 1891 dio una media vuelta y comenzó a luchar contra el hipnotismo. Finalmente, fue uno de los primeros en hablar de histeria masculina. Erna Lesky, historiadora de la medicina vienesa, explicó en 1965 las razones del fracaso reiterado de este terapeuta brillante, que no logró afirmarse como un verdadero innovador, aunque había recibido una formación sólida, no se decidía a aceptar los hechos y siempre se dejaba arrastrar por su loca imaginación. Además prefería la polémica al trabajo lento de la razón, y no cesó de atacar a quienes consideraba adversarios o falsos científicos: Richard von Krafft-Ebing o Wilhelm Fliess. 
Hay que añadir que Benedikt siguió enfeudado a una concepción del psiquismo fundada en la conciencia. 
En la «Comunicación preliminar» de 1893, después incorporada a los Estudios sobre la histeria, Freud y Josef Breuer lo citan como autor de observaciones sobre el tema publicadas «ocasionalmente». En La interpretación de los sueños Freud se refiere también a su obra Hipnotismo y sugestión, aparecida en 1894. 
La contribución más interesante de Benedikt a la historia de la psiquiatría dinámica fue un artículo de 1914 cuyo tema era lo que él llamaba, en inglés, the second life, es decir, la vida interior secreta de cada sujeto. Esta segunda vida (que por otra parte era la expresión misma de su propio itinerario de médico vienés atormentado por la inautenticidad de esa sociedad de fin de siglo) se construía, según él, como un sistema de representaciones y rumiaciones que el individuo conserva en su fuero interno, sin querer tenerlas en cuenta. 
Más frecuente en la mujer, es dominante en los jugadores, los excéntricos, los criminales y los neurasténicos. La primera preocupación del terapeuta debe consistir en explorarla, pues ella oculta secretos patógenos. 
Benedikt fue también uno de los primeros científicos en descubrir las causas sexuales de la histeria. 
Benedikt es recordado hoy por sus controvertidas investigaciones en antropología criminal. 
Realizó numerosos estudios cefalométricos y postuló que existían diferencias específicas entre los cerebros "normales" y "criminales". Explicó sus investigaciones sobre el tema en un libro titulado "Estudios anatómicos sobre los cerebros de los criminales".
A Benedikt se le atribuye haber acuñado la palabra "darsonvalización" para describir aplicaciones terapéuticas o experimentales de corriente pulsada de alta frecuencia (110–400 kHz) y alto voltaje (alrededor de 10–20 kV) de unos pocos mA. La darsonvalización recibió su nombre en honor al biofísico francés Jacques-Arsène d'Arsonval (1851–1940).
Benedikt también se interesó por la radiestesia y escribió dos libros sobre este tema: "Leitfaden der Rutenlehre" y "Ruten-und Pendellehre".
Antes de morir, solitario y olvidado, se había vuelto hacia las ciencias ocultas, a pesar de haberlas despreciado al principio de su carrera.
Murió el 14 de abril de 1920 en Viena.

* Lázaro C. Triarhou - The Brain Masters of Vienna - 2022
* psicopsi.com
* Ciencia

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